Tenemos seudoopositores que no hablan de la ausencia de libertad en Venezuela. Cohabitan con la maldad y pasan por alto, haciendo gala de nula compasión, la dantesca realidad de los presos políticos por pensar diferente a los capitostes del crimen organizado. Maduro ya no tiene más empresas que quebrar. Los rufianes de la política se encaminan a unas falsas elecciones dominadas por el régimen en 2024, mientras el país se nos disuelve en los pies. El deseo de los lame pisos, sin dignidad, es formar parte de la nueva élite económica a la sombra de la dictadura. Lo de ellos son los intereses crematísticos porque solo aspiran a una vida muelle al carecer de conciencia que los impele a preguntarse sobre la trascendencia de la vida. No hablan de que dejen de regalarle el petróleo a Cuba. No les importa la asociación del régimen con los parias de Putin y Rusia, que avergüenzan a la humanidad con su invasión y guerra absurda e injusta. La dictadura se consolida cuando sus esclavos -la nueva élite mercantilista- sienten placer en serlo. Estos sujetos cambiaron de enemigo, ya no es el régimen destructor y asesino, son las sanciones; ellos no tienen otro calificativo sino de sinvergüenzas y lamebotas. Sabemos que cualquier ingreso adicional el régimen lo usará para perseguir a la disidencia y robárselo. Se asocian a un régimen que cerró los medios libres de comunicación y domina para sus fines perversos todo el andamiaje formado por la hegemonía comunicacional, para sustentar los resortes de la maquinaria de la mentira. La lógica de los criminales no es una política de convivencia sino la lógica de consolidarse en el poder. El proyecto hegemónico quiere permanecer intacto y quedarse para siempre mandando y cuando tenga un respiro recrudecerá la venganza y ajustes de cuentas. El oleaje represivo entró en pausa porque necesitan recuperar gobernabilidad. Jamás aceptarán una solución que los deje fuera del poder. Es el mismo régimen que asesta un golpe a los símbolos de la patria que dan sentido de pertenencia, con el propósito de darle un golpe a la moral de la gente.
La mayoría advertimos que la corporación criminal nos quiere cosificar y convertirnos en animales preocupados en suplir las necesidades básicas.
Capítulo aparte merece la crueldad del presidente de Argentina, un triste payaso, cuando sostiene que en Venezuela se han ido disipando los problemas, siendo el primer país que está siendo investigado por crímenes de lesa humanidad. El miserable, con la misma desfachatez, debería decirle a las Madres de Plaza de Mayo que dejen de buscar a sus hijos desaparecidos.
Lo conducente es el cese de la usurpación, el problema es político. De lo político se desprende la trascendencia de los valores de la libertad y la dignidad humana. Nos movemos hacia el acompañamiento y compasión con los que más sufren. La forma de lucha sigue siendo “organización-movilización-presión”. Las inversiones vendrán con la reinstitucionalización real del país y luego que se rescate la alternabilidad del poder que nos ha sido robado por 23 años. Frente al debilitamiento del frente opositor -los partidos han perdido peso y credibilidad-, se abre el replanteamiento del juego político con líderes que se conecten con las angustias y aspiraciones de la gente que sufre. El último destino del hombre es vida y no muerte. Abismados de fe vislumbramos un futuro con vigor, luz y vida. Para ganar el futuro hay que ponerle pasión al presente. Los poderosos y cobardes, las dos cosas van juntas, embisten, pero con dignidad resistiremos como los arboles de raíces profundas. Nunca abjuraremos de nuestros principios y valores. Nos mantendremos firmemente plantados en su fidelidad.
¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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