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Tensión en Gaza

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Las tensiones que se desataron desde hace cinco meses en la zona de Gaza derivó que Israel haya restringido “aún más” el paso de mercancías a la región a través del paso Kerem Shalom, la única terminal de carga hacia el territorio palestino. El paso permanecía cerrado con restricciones desde principios de julio como represalia por los ataques a Israel con proyectiles desde la franja de Gaza, y que se suma a una operación militar efectuada con bombardeos del Ejército de Israel que causó la muerte de al menos dos adolescentes a mediados de julio en el pequeño territorio. Israel restringió la entrada de petróleo y gas.

A ello se suma la marejada terrorista, que vuelve a ocupar los titulares de la prensa internacional tanto en Oriente como en Occidente, el miedo en Europa y Estados Unidos ante grupos yihadistas está latente… y el nerviosismo generado por el temor puede provocar reacciones en cadena.

En días pasados, en Medio Oriente una tensa calma laceró fuertemente a la región, luego de que Israel, pese a aprobar una tregua en la franja de Gaza para intentar poner fin a la guerra encubierta con Hamás, que en las últimas semanas ha desembocado en ataques generalizados de ambos bandos.

El Gabinete de Seguridad israelí, el órgano del gobierno que decide sobre las ofensivas militares y especie de sanedrín de ministros que está al timón de la seguridad del Estado judío, ratificó el pasado miércoles 15 de agosto, según el diario Haaretz, el precario alto el fuego en vigor desde el pasado día 10, al término de los peores enfrentamientos registrados desde el conflicto de 2014.

El cese de hostilidades ha permitido la reapertura completa del puesto fronterizo de Kerem Shalom, cerrado para el paso de mercancías desde el pasado 9 de julio. Más de 700 camiones atravesaron ayer la terminal de carga con material de construcción, productos textiles, pienso para ganado, combustible y otros productos básicos para la maltrecha economía del territorio palestino, sometido al bloqueo israelí y egipcio. El Ejército de Israel había seguido autorizando el paso de alimentos y medicinas por Kerem Shalom, pese a la medida. El Ministerio de Defensa también ha ordenado ampliar la zona de pesca hasta 9 millas náuticas de la costa.

Es de todos conocido que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha proclamado en múltiples ocasiones que no permitiría la creación de un Estado Palestino ni el desmantelamiento de los asentamientos judíos de Cisjordania, discurso que propició que los votantes más extremistas le concedieran su voto en marzo de 2015.

El giro nacionalista dado por el dirigente conservador del Likud genera preocupación y temor en Europa, al vislumbrar que la solución al conflicto palestino-israelí podría terminar enterrando, aunque bien el gobierno de Donald Trump apoya fervientemente a Netanyahu.

Las expectativas de un acuerdo para devolver la calma a la frontera se dispararon después de que Israel permitiera el regreso a la franja de Saleh al Aruri, número dos de Hamás en el exilio y considerado uno de sus mayores enemigos por el Estado judío, para que pudiese participar en el acuerdo de la hudna. El Gabinete de Seguridad ha estado trabajando a marchas forzadas en busca de acuerdos de paz, una aparente paz en la franja de Gaza.

Las negociaciones para restablecer la calma y resucitar la economía de Gaza tras cinco meses de tensión letal en la frontera se han visto golpeadas desde comienzos de agosto tras una espiral de ataques de ambas partes. Al tiempo que Egipto trata de mediar con urgencia para establecer una tregua de más largo alcance.

El nuevo elemento que se agrega es el dado por el gobierno del presidente Donald Trump, quien acordó el pasado mes de enero congelar una sexta parte de la aportación de su gobierno a la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas especializada que atiende a los refugiados descendientes de las familias desterradas tras el nacimiento de Israel hace 70 años, que significa el equivalente a una tercera parte del presupuesto anual —de la agencia para los refugiados palestinos.

El recorte impuesto por Trump ha estrangulado las finanzas de la UNRWA, que llegaron a acumular un déficit de 446 millones (12% del presupuesto), posteriormente reducido a la mitad gracias a las aportaciones de donantes en junio, lo que significa una seria amenaza a la economía de la región, ya que esta agencia da empleo a más de 30.000 personas —solo en la franja de Gaza tiene contratados a cerca de 13.000 trabajadores, entre docentes, personal sanitario y equipos de ayuda humanitaria.

Sami Mshasha, también portavoz de la ONU para los refugiados palestinos, ha asegurado que la agencia “intentará mantener los servicios esenciales a pesar de la crisis financiera”, y en especial tratará de “minimizar el impacto sobre los refugiados que se encuentren en situación más vulnerable en Gaza”.

Desde Israel, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha mostrado partidario de transferir los fondos de la UNRWA al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y disolver la agencia. “Solo sirve para perpetuar el problema de los refugiados palestinos y alentar su supuesto derecho de retorno”, argumenta Netanyahu.

Por su parte, la histórica dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina Hanan Ashrawi sostiene que Estados Unidos pretende “convertir en irrelevante” una agencia de la ONU que atiende al sector más necesitado del pueblo palestino. Un asunto que agrega tensión a la geopolítica mundial.

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