“¿Cuánta responsabilidad tuvieron las élites políticas previas al chavismo en la emergencia del modelo del socialismo del siglo XXI?”, es una de las preguntas planteadas en el último podcast sobre Venezuela de Agenda Pública. La interrogante de entrada asume (correctamente) que las élites tuvieron responsabilidad. Y es que en un país cuyo modelo político y económico descansaba sobre la apropiación de la renta petrolera y su posterior instrumentalización para fines personales (políticos y económicos) tiene en su centro de gravedad a las élites. El detalle está en comprender que esa élite desempeñó papeles distintos según la etapa que se analice, y por lo tanto su grado de responsabilidad varía.
Vincular a la élite como parte de las causas de la crisis que actualmente golpea al país implica separar tres momentos claramente definidos, el antes de la llegada de Chávez al poder, su rol durante los primeros años del recién electo presidente de las República, y finalmente su papel en lo que pudiera definirse como la etapa de consolidación del chavismo. La primera etapa es quizás la más benigna, hoy se critica que fue la élite económica, y principalmente la vinculada a varios medios de comunicación, la que le abrió las puertas a Chávez. Esto es cierto, pero no es algo necesariamente condenable, en una democracia todo aquel que la Ley se lo permita puede optar a un cargo público, y cada uno es libre de apoyarlo o no.
Una vez electo Chávez es cuando quizás la élite venezolana tuvo mayor responsabilidad en lo que sería el inicio del fin de la institucionalidad en el país. En 1998, cuando Hugo Chávez llega a la presidencia, todos los demás poderes estaban siendo ocupados por personas vinculadas a la IV República, es decir las instituciones que se suponía deberían servir de contrapeso al recién electo presidente estaban lideradas por personas vinculadas de alguna forma a la élite del país. Si bien que un gobernante con tendencia autoritaria es un riesgo para cualquier país, el rol que deciden ocupar quienes lideran las instituciones es clave para crear un cordón de seguridad que proteja la democracia. Eso falló en Venezuela.
El tercer momento del rol que jugó la élite venezolana es más confuso pues es cuando realmente se empiezan a partir las aguas entre la antigua élite y una nueva, habiendo en el caso de la segunda muchos actores que fueron parte de la élite durante la IV República. Dicho de otro modo, en esta tercera etapa la complicidad es la carta de presentación de muchos que querían seguir disfrutando de los beneficios de la renta, ahora acompañados de una nueva casta de aspirantes a élite relacionados al Gobierno. Por otro lado, otra parte de ese mismo grupo que se formó durante los últimos 50 años al ver sus espacios amenazados apostó por caminos de confrontación o de lucha en el plano de una democracia debilitada.
De los tres momentos descritos el primero es quizás el que a simple vista parece más benigno. Aunque al indagar un poco más es evidente que dentro de las motivaciones de una parte de la élite del país para apoyar a Chávez salta a la vista que el conflicto entre la élite económica y la élite política jugó un rol clave. De hecho, hay quienes señalan que la intención del grupo que apoyó al exmilitar quería desplazar del poder a antiguos rivales para ellos, manipulando al llanero, manejar los hilos del país. Así pues, incluso en la primera etapa la élite jugó desde una posición de complicidad y, se pudiera decir con bastante certeza, con alta dosis de desinterés por el futuro democrático del país.
¿Es la élite la única responsable? Sin duda la respuesta es no, los ciudadanos son corresponsables. Pero una democracia que funciona, no solo a nivel electoral sino sobre todo desde el punto de vista institucional, debe tener la capacidad de frenar los desmanes autoritarios de cualquier presidente. Dicho en otros términos, las instituciones de un país deben ser lo suficientemente sólidas para permitir que “el pueblo” se equivoque eligiendo a su gobernante. El problema es cuando quienes ocupan esas instituciones, y en general quienes manejan los complejos hilos del poder, deciden abrir las puertas de la fortaleza democrática a un aventurero con la esperanza de beneficiarse de ello a nivel personal.
Twitter: @lombardidiego
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