Julio Berdegué, desde 2017 subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO (la agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura), dice que la seguridad alimentaria vive una “tormenta perfecta”: una desaceleración económica, la pandemia, el cambio climático y ahora la guerra entre Ucrania y Rusia.
El conflicto, advierte Berdegué, seguirá aumentando los precios de insumos básicos como el trigo, el maíz y los fertilizantes, “la bencina” de la producción de alimentos.
“Lo primero es que hay que mantener abiertos los mercados, es vital. Segundo, hay que evitar que los gobiernos tomen medidas unilaterales que agravan la incertidumbre”, dijo el alto funcionario de la FAO en esa entrevista para el Grupo de Diarios América (GDA), en la que resalta la importancia de la región para todo el resto del planeta.
América Latina y el Caribe es vital
“América Latina y el Caribe es vital para la seguridad alimentaria del planeta, no solo para la región. Si sacamos la producción latinoamericana, esto tendrá ramificaciones globales”, señaló.
—Usted ha dicho que la pandemia fue una “verdadera bomba atómica en materia de hambre” para América Latina. Actualmente, ¿cuál es la situación regional pospandemia?
—La pandemia fue desastrosa para la seguridad alimentaria y la nutrición. Tenemos 60 millones de personas en condición de hambre en América Latina y el Caribe. Son números que uno asocia a países en guerra, aumentos que no se habían visto nunca, y ya veníamos empeorando desde el año 2015 en la lucha contra el hambre; en primer lugar, porque se desaceleró la economía de la región; en segundo lugar, también por los efectos de las crisis políticas en países como Venezuela y por los impactos del cambio climático. Esta combinación ya nos venía trayendo mal y la pandemia fue un golpe brutal. En América Latina sobra comida. Somos 650 millones, y producimos lo suficiente para que 1.300 millones de personas se alimenten. Uno de cada seis habitantes del planeta y sin embargo tenemos hambre, no por falta de alimentos, sino por falta de dinero en los bolsillos, que, además, hace que las personas abandonen los alimentos más nutritivos, entonces, también tenemos un aumento del sobrepeso y la obesidad.
—¿Qué medidas son urgentes para frenar el cambio climático en la región?
—A América Latina y también al Caribe lo que más le importa, sobre todo al sector de la agricultura, es la adaptación. Tenemos que hacer nuestra parte en la mitigación, o sea, en disminuir la emisión de gases con efecto invernadero. Pero América Latina solo emite el 8% de las emisiones mundiales. Entonces, claro que tenemos una contribución que hacer, pero nuestro problema fundamental es la adaptación al cambio climático. También quiero destacar dos cosas muy importantes en América Latina: la deforestación y la emisión de gas metano. La deforestación está en buena medida asociada a la expansión de la frontera agrícola, se queman o se tumban bosques para sembrar o para producir ganado, y eso lo tenemos que detener. La agricultura latinoamericana y la ganadería tienen que ser cero deforestación. Y por otra parte, avanzar hacia una ganadería mucho más baja en emisiones de gas metano, que recarbonice los suelos, es decir, que muchas de las emisiones de ese ganado sean capturadas en los suelos y en la vegetación.
—La región empieza a vivir una severa crisis por la falta de agua y las sequías. ¿A qué tan a largo plazo registraremos problemas severos?
—Ya. Al hablar con agricultores, ellos van a decir que ya. Ya están enfrentando problemas de no poder producir lo mismo que antes. ¿Qué tan severo? Es muy difícil definirlo. El cambio climático afecta por falta de agua, porque sube la temperatura, porque hay sequías que vienen acompañadas de inundaciones, porque las plagas y las enfermedades también se mueven. Entonces son muchos factores, ese conjunto de factores, dependiendo del lugar y de los cultivos, pueden disminuir las producciones entre 35% y 40% en esta región en los próximos 15 a 20 años. Eso es muy severo porque aumenta la población con el paso de los años. Entonces, tenemos que producir mucho más en un ambiente que es mucho más agresivo.
—En cuanto a seguridad alimentaria, ¿qué asuntos son los más importantes a resolver en la región?
—Lamentablemente tenemos una tormenta perfecta porque todavía tenemos el impacto de la pandemia. Ahí nuestro llamado es muy claro, los gobiernos tienen que mantener los programas de protección social que se pusieron en marcha durante la pandemia y que no se pueden retirar por completo hasta que este mundo de gente haya logrado recuperar por lo menos los niveles de ingresos que tenían antes. Segundo, la inflación de precios de los alimentos, que lo hemos visto en los últimos meses y se explica por problemas de logística internacional, por el aumento en los costos de energía que impactan muy directamente en la agricultura y ahora por la guerra en Ucrania. Ucrania y Rusia son dos grandes productores de cereales, producen 30% de las exportaciones globales de trigo, pero no sabemos si Ucrania va a poder cosechar y Rusia, que supongamos está produciendo, enfrenta sanciones y por lo tanto, no es tan fácil que exporte. Entonces en el corto plazo ya vamos a tener un shock, y tenemos un escenario más grave si es que llegase a haber un daño a la infraestructura de puertos claves para la salida de las exportaciones de estos dos países en el Mar Negro. Además, Rusia es uno de los principales productores mundiales de fertilizantes, y el fertilizante es lo que la bencina hace a un auto. Sin él es casi imposible mantener la producción, y su precio se ha disparado. Pandemia, Ucrania, y encima de eso cambio climático, provocaron una situación sumamente compleja para la seguridad alimentaria. Hoy en día no podemos afirmar con seguridad que no se pueda producir una situación de crisis alimentaria en la región”.
Ucrania
—¿Cómo afectará concretamente la crisis en Ucrania a los países de América Latina?
—La consecuencia concreta en América Latina es que el precio de los alimentos va a aumentar fuertemente, va a seguir aumentando el trigo, el maíz, y aunque, por ejemplo, Chile o México no compran trigo de Rusia ni de Ucrania, el precio internacional subió, entonces los grandes productores de trigo en este continente: Argentina, Estados Unidos, Canadá, igual van a vender ese trigo al mayor precio internacional.
—En ese contexto, ¿cuáles son las zonas más vulnerables en la región frente a la crisis alimentaria?
—Tenemos zonas en América Latina y el Caribe donde ya había una situación, antes de esta tormenta perfecta, grave. Haití es desde luego nuestra principal preocupación, la mitad de la población vive en una condición de inseguridad alimentaria muy complicada y nos hemos olvidado de Haití, que necesita de la solidaridad de América Latina y el Caribe. Segundo, en América Central hay una franja que se llama el corredor seco, ahí viven millones de personas que están enfrentando situaciones de sequías muy severas y que explican en buena medida esas enormes migraciones que vemos hacia Estados Unidos, porque son agricultores que no pueden seguir viviendo en sus zonas. Entonces, El Salvador, Guatemala y Honduras nos preocupan mucho. Venezuela ciertamente tiene una situación muy compleja desde el punto de vista de la seguridad alimentaria y otros países como Colombia, por la fuerte llegada de migrantes de países vecinos que presiona fuertemente sobre la situación nacional.
—¿Qué prácticas debería seguir la región para garantizar la seguridad alimentaria de su población ante este escenario?
—Primero cuando hay estas situaciones de gran incertidumbre, algunos países tienden a decir ‘voy a prohibir las exportaciones de alimentos para asegurar a mi población’, entonces todos empiezan a tomar esa medida y se produce mayor escasez de alimentos en el mundo, menos flujo en las cadenas de abastecimiento y el problema empeora. Entonces lo primero es que hay que mantener abiertos los mercados, es vital. Segundo, hay que evitar que los gobiernos tomen medidas unilaterales que agravan la incertidumbre. Tercero, estamos trabajando con los gobiernos del mundo para tratar de mejorar la transparencia en la información de los mercados, eso es muy importante para que los agentes económicos puedan evaluar la situación con la mayor cantidad de información, que ayuda mucho a que no vaya a haber decisiones de pánico motivadas por la incertidumbre. A fin de mes, la FAO reúne a todos los países de América Latina y el Caribe en Quito (Ecuador), y este va a ser un tema central de discusión, cómo los países colaborarán entre sí, porque esto no lo resuelve ningún país por sí solo”.
Por Eva Luna Gatica, El Mercurio/ GDA.
Fotos: Macarena Pérez, El Mercurio/ GDA.
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