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Sólo Aleksandra…

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Aleksandra Pilsudska

Agosto 18 de 1921 y la noticia llegaba a los oídos del presidente Józef Piłsudski. Su esposa María había muerto el día anterior en Cracovia y por fin podría casarse con Aleksandra. Esta idea pasaba por su mente una y mil veces mientras fumaba un cigarrillo y sorbía tragos cortos de su té caliente en la sala del Palacio de Belwedere. Después de quince años de amores con Aleksandra y dos hermosas hijas, podría hacer realidad su sueño y el de ellas.

Apaga el cigarrillo y de repente entra en la sala su princesa mayor – como él le llamaba – que corre hacia sus brazos y le tira por los bigotes. Wanda, de apenas tres años, ya le había robado el corazón hace tiempo al igual que lo había hecho su madre Aleksandra. Él la abraza muy fuerte, la besa en la frente y la deja correr de nuevo hacia el jardín.

Y vuelve a sentirse nostálgico por María. Ella nunca estuvo de acuerdo con el divorcio pero ahora todo había cambiado. Tenía miedo de decírselo a Aleksandra. Desde que la conoció en mayo de 1906 pocas veces acertaba sobre sus reacciones, pero desde ese momento, sintió que junto a ella podría comenzar a escribir la historia de una nueva nación.

Pensaba en Aleksandra y en aquella noche del 26 de septiembre de 1908 cuando en las cercanías de la estación de Bezdany y al frente de catorce hombres entrenados casi todos en la Escuela Militar de Cracovia, habían asaltado un tren ruso que llevaba los ingresos postales desde Varsovia a San Petersburgo en uno de los ataques más audaces que hasta el momento habían realizado.

Arrojando dos bombas, en pocos minutos se habían apoderado del vagón de correos sin sufrir pérdidas. Empaquetaron rápidamente el dinero en sacos de correspondencia y abandonaron el lugar tomando diferentes direcciones. Ella le había ayudado a planear todo, con tal detalle que en algún momento del asalto pensó que se encontraba a su lado. Sonrió y recordó que gracias a esa “locura” habían conseguido un poco más de 200.000 rublos y 61 kopeks para apoyar a las familias de sus compañeros de partido apresados por las fuerzas rusas.

Así de sacrificada y arriesgada había sido su vida en los últimos años y ella siempre había estado a su lado acompañándole. No había nada más que pensar. Le pediría matrimonio y se casarían el 25 de octubre en el mismo Palacio de Belwedere. Ella podría dejar su apartamento en Koszykowa y mudarse con él temporalmente a Belwedere. Y después, tal vez, los cuatro juntos a la casa en Milusin.

@jgquintero74

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