Para Víctor Guédez
Cuando cierro los ojos y presiono los párpados aparece una insólita oscuridad marcada con muchos puntos minúsculos y luminosos, y detrás de mis ojos y de mis miradas descubro lugares hermosos y asombrosamente apacibles que forman lo que comúnmente se ha dado en llamar el mundo interior. Pero ese mundo interior es un espacio abierto, no conoce límites; nada lo cerca o encierra. A diferencia del espacio interior arquitectónico con techo, puertas y paredes, el mío se abre al mundo de la imaginación y del misterio y canto y me alborozo dentro de él celebrando mi capacidad de jugar y conversar con las palabras, inventando aforismos como hace Víctor Guédez cuando coloca el arte dentro del marco y el aforismo frente al espejo mientras yo me sigo comportando como el poeta francés que se deleitaba poniendo colores a las vocales y pasaba temporadas en el infierno.
En los mundos interiores de algunos de nosotros hay montañas muy altas con cimas cubiertas de nieves eternas y abajo, valles por los que navegan ríos caudalosos y se extienden enormes superficies de hortalizas y viñedos y más allá, bosques espesos y pájaros en pleno vuelo. Son comarcas que se abrazan al viento de mis anhelos. ¡Allí no existe el tiempo, pero secretamente cultivo y atesoro uno para confirmar si en verdad determina o no el futuro y me basta solo con pensar, con reflexionar para que se haga de día a cualquier hora y aparezcan los caminos que me llevarán hacia ningún comienzo porque el saber no tiene inicio y no acaba nunca!
Poetas de escasa imaginación o apagada sensibilidad prefieren referirse no a espacios o mundos sino a jardines interiores y se les escucha decir que sus jardines se ven ralos, marchitos y abandonados por falta de atención y riego. Al parecer, esto ocurre porque tienden a darle a la política o a los beneficios que extraen de los negocios o de sus propios intereses personales mas importancia que al espacio interior donde viven y se alimentan sus almas. Solo crecen en sus jardines palabras marchitas y resecas, envejecidas; condenadas a perecer sumergidas en la oscuridad que se abisma detrás de sus cerrados párpados y sus versos banales o desafinados están destinados a hundirse para siempre en el silencio. ¡No son buenos poetas¡ Permiten que el desánimo domine y haga estragos en su escritura.
Con los ojos cerrados veo cómo se desplaza mi alma en el futuro; comienzo a sentirme a mí mismo, a atisbar por los entresijos de mi imaginación superando el temor al miedo, a la aprehensión porque constato que algo se libera dentro de mí y puedo abarcar nuevas dimensiones en la espesura del bosque y escuchar con mayor claridad el trino de los pájaros ocultos en las altas copas de los añosos árboles porque voy venciendo el terror o la angustia de hundirme en una oscuridad sin puntos luminosos.Toco los objetos que encuentro a mi paso y obtengo de ellos nuevos y hermosos contactos; con solo rozarlos siento que despiertan a una vida mejor y de mayor encanto.
Tengo un mundo interior en el que la música recorre los senderos que se abren dentro del bosque. Pasea por ellos asida de la mano de la poesía que todo lo embellece porque de ella emana la luz. Sé que el arte es una mentira pero gracias a ella vivo en mi verdad y esta verdad es la única arma que poseo, es el poder que me defiende del desamor y de la injusticia, de la autocracia y del despotismo. Hay en mi sagrado mundo interior una sana arrogancia que impide que penetren en él usurpaciones de distinta naturaleza o perversidad; que lo invadan deslealtades, particularmente las que han deshonrado sus juramentos.
He logrado desterrar las ideologías que estuvieron maltratando o entorpeciendo la fluidez de mi propio pensamiento y es por eso que camino, a mi avanzada edad, dispuesto a vencer la distancia que me separa, en apariencia, de nuevos horizontes y derrotar los despropósitos políticos que me abruman.
Descubrí, querido lector, que al defender mi espacio también estoy protegiendo y defendiendo el tuyo porque no quiero que los populistas del socialismo equivocado, ni ningún otro mandatario político usurpador o desquiciado, civil o militar, perturben nuestros mundos, espacios o jardines y traten de reducirlos a escombros como lo están haciendo unos desalmados en Ucrania con ensañamiento y brutalidad y otros, en el país venezolano, con alevosía y astucia criminal. La tragedia rusa estriba en que no disfrutó del Renacimiento y la triste tierra rusa de Fiódor Dostoyevski, sin mirar hacia Occidente se la pasa gritando que solo quiere ser rusa: «¡Quiero más! ¡Quiero ser más rusa!».
Al defender mi espacio, repito, estaré defendiendo el tuyo así me vea obligado, muy a tu pesar, a regar y ordenar tu jardín. Cargo el mundo dentro de mí y me empeño en que veas y conozcas la luz; me ha costado un doloroso esfuerzo aprender a amarme, a soportarme, a ser solidario para seguir siendo rebelde y subversivo; a respetarte; a suplicarle a mi ego que no se desbande y pueda yo disfrutar del perfumado aire del bosque que me espera más allá de los innumerables puntos de luz que aparecen en la oscuridad cuando cierro los ojos, presiono mis párpados y… ¡sueño con mundos interiores que ven correr el viento de mis anhelos!
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