Es todo un reto mantener la calma en medio de los tiempos convulsos que nos ha tocado vivir. Diariamente recibo, a través de mis redes sociales, solicitudes de cómo hacer para no dejar que gane terreno la ansiedad y las emociones de tristeza y frustración ante lo que sucede en Ucrania.
Debo confesar que no es nada sencillo continuar siendo funcionalmente capaz de trabajar y seguir adelante mientras millones sufren. Tantos desplazados, tantos heridos, tantos duelos en simultáneo y unos efectos que, tarde o temprano, nos alcanzarán a todos.
Mi primera recomendación es dosificar las noticias que consumimos. Aunque como periodista tengo la tendencia a querer estar informado de lo que sucede, lo hago hasta el punto en el que mi salud mental no se vea afectada. Esto no significa evadir conscientemente todo lo que huela a información pues estamos de acuerdo en que hay que estar actualizados, pero sabiendo poner los límites necesarios para que no se tambalee nuestra estabilidad.
Lo segundo tiene que ver con tomar acción. Ya sé que está complicado movilizarse para hacer algo concreto y ayudar pero siempre hay maneras. Tal vez visibilizando la situación a través de nuestro entorno cercano o donando lo que podamos (desde tiempo hasta recursos materiales o económicos) a organizaciones de nuestra confianza que ayuden a los afectados, por ejemplo. La perspectiva de una situación cambia cuando hacemos algo por ello.
Por último, cada vez que sintamos que nuestra energía o concentración se conecta con la guerra, hagamos el siguiente ejercicio de ho’oponopono.
El ho’oponopono es un método de perdón con profundas raíces hawaianas. Consiste en repetir fervientemente cuatro frases poderosas asociadas al proceso del perdón.
Repite mentalmente (y de corazón) el siguiente mantra: Lo siento, te amo, perdóname, gracias.
Estas cuatro afirmaciones para el perdón constituyen un método secular que no tiene asociaciones culturales o religiosas particulares. Así que lo puedes repetir con confianza.
Esto traerá dos beneficios bien diferenciados: Por una parte, te aportará calma en el alma para seguir adelante a pesar de las adversidades. En segundo lugar, te permitirá enviar buena energía a quienes la necesitan, pues todos estamos conectados y se ha demostrado el poder de la oración ante las causas difíciles.
Conservemos la calma sin perder la empatía, pues hoy más que nunca, el mundo nos necesita conectados y despiertos.
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