Yo siempre creí, desde joven y por las lecturas parcializadas de algunos artículos especiales de Reader`s Digest, que en esa carrera operacional de los últimos días nazis, en Alemania, Estados Unidos y el resto de las fuerzas aliadas occidentales habían llegado a Berlín primero que los soviéticos. Uno de sus artículos hablaba de la agonía y caída de Berlín y se desarrollaba tan tendenciosamenteque, durante mucho tiempo, la matriz sembrada a nivel de conocimiento y desde allí a las opiniones que habitualmente ventilaba por mi profesión, era el dominio en la Alemania post nacionalsocialismo de los norteamericanos por encima de los soviéticos. Hasta que me correspondió enfrentar una asignación académica en los primeros años de bachillerato, sobre la II guerra mundial y en el nivel de la profundidad de la investigación confirmè la llegada de los soldados de la URSS al búnker de Adolfo Hitler en Berlín, después de haberse volado los sesos y envenenado a su esposa oficial de hacia menos de 40 horas, Eva Braun. Era el 30 de abril de 1945, y la hora que se registra históricamente es 15:30. Al finalizar esa misma tarde, los rojos estuvieron bombardeando dentro y fuera de la Cancillería y a primeras horas del 2 de mayo los rojos capturaron la Cancillería nazi. En términos de quién llegó primero, debemos decir que de vanguardia las unidades aéreas de la Royal Air Force británica y de la USAAF estadounidense surcaron los aires y bombardearon la capital nazi.Hicieron su trabajo de ablandar y luego las unidades de infantería entraron –como siempre la reina de las batallas –para terminar de controlar y conquistar la capital del III Reich. Esas unidadesterrestres que clavaron la bandera definitiva en el búnker del Fuhrer eran soviéticas bajo el mando del mariscal Gueorgi Zhukov. ¿Conclusión?
Trigésimo octavo taquito
La historia tiene varios enfoques. Variadas rutas para llegar al conocimiento y atesorar la verdad. Y todo depende de la información que se procese, que permita arribar a una conclusión lo mas ajustada a una recomendación viable o a una decisión pertinente. Así es el camino de la verdad que está enterrada con capas de días, de meses, de años, de siglos, de milenios. Cuando se trata de historia es una valoración forense con categoría de post que dependerá de las fuentes que se encuentren con la virginidad de sus informaciones, que se descarguen y se procesen. Como se trata de pasado solo hay que profundizar con precisión en la dirección correcta, como quien ejerce una labor arqueológica y paleontológica con cada paletada de las arenas del desierto que se aligeren, para conseguir al final, la primera columna, el amplio portón, los largos zaguanes, los altos murosy los recintos mortuorios donde reposan las dignidades que se inhumaron con los aluviones, con el olvido y con el tiempo. Cuando emergen a la superficie, producto de la pala que penetra, de la brocha que limpia y las manos que delicadamente clasifican todo el material, queda aún el largo camino de buscarle la ubicación en el tiempo, y hacer la interpretación de esos datos. Es la interpretación del pasado que tendrá tantas exégesis de esa verdad que ocurrió, como conclusiones saque cada historiador. Con el pasado, el trazado de la ruta hacia la verdad es más expedito en la investigación de los tiempos históricos, más directo en las ubicaciones de los hechos y los protagonistas, y más despejado en la brújula de las conclusiones. Con el pasado no se adivina ni se hacen prospecciones. No hay espacio para las predicciones y los pronósticos. Las conclusiones de los hechos pretéritos solo tienen una verdad.
Trigésimo noveno taquito
Estoy nadando contra la corriente en esto de hacer análisis sobre la crisis Rusia–Ucrania y las conclusiones de sus resultados. Cualquier examen de las ocurrencias del teatro de la guerra en el territorio ucraniano debe soportarse en sus conclusiones sobre la valoración de hechos que se están desarrollando en tiempo real mientras se combate. Eventos que cambian en sus expresiones operacionales con avances, retrocesos o pausas que ilustran exactamente la verdadera situación de combate en los cuatro frentes abiertos y en el objetivo estratégico que se está proyectando en el tiempo de cercar la capital Kiev y forzar la captura y renuncia del presidente Volodimir Zelenski. La ofensiva rusa ha penetrado a través de cuatro direcciones de aproximación: una al sur que avanza en las contigüidades de la frontera con Moldavia que ha penetrado sobremanera el territorio ucraniano, otra al este que ha salido desde las regiones separatistas del Dombás, fuertemente apoyada por fuerzas prorrusas, otra al norte proyectada directamente desde Rusia que se convierte en la vía principal de abastecimiento (VPA) y una muy tenue al oeste soportada por las fuerzas bielorrusas que aún no han franqueado la frontera pero que se mantienen en un dispositivo de expectativa para intervenir en cualquier momento. Esos cuatro vectores operacionales están cercando la capital ucraniana a la fecha con un margen de penetración territorial importante después de 19 días de iniciarse el cruce de la línea de partida (LP), previo a las marchas de aproximación y a la ocupación de las posiciones de ataque (PA) rusas. Esos son los hechos. Y a partir de allí es posible sacar conclusiones. No para llegar a una sola verdad como cuando se investiga el pasado y sí para proyectar en prospectiva los resultados en conclusiones que tienen las verdades relativas de esa investigación. Ese camino tiene más piruetas en el sendero, es más brumoso en las comparaciones y muy laberíntico para ubicar los hechos, los protagonistas y los resultados que van cambiando día a día. Los azimuts de las conclusiones son dispersos porque el futuro sí permite que se hagan prospecciones y proyecciones con la verdad de cada uno. Se vale adivinar. Y es que en cada análisis de un evento que está en pleno desarrollo –la crisis entre Rusia y Ucrania como cualquiera en presente– hay una suerte de brujería profética con bola de cristal y turbante incluido. A la fecha, al margen de cualquier valoración racional, en Occidente estamos ganados para que la victoria sea ucraniana, pero los hechos tal cual como se han desarrollado, pueden permitir proyectar los resultados en el futuro. Salvo que ocurra algo similar a la narración de Miguel Thodé el 29 de julio de 1972 en el combate por el campeonato mundial peso mosca entre el compatriota Betulio González y el tailandés Venice Borkhosor: “¡Pega Betulio, pega Betulio, pega Betulio… ¡Se cayó Betulio!”. En fin, con el futuro hay espacio para las predicciones y para los pronósticos. Las conclusiones de los hechos futuros tienen varias verdades, que al final cuando estos se convierten en pasado, se simplifica en una. La mayoría de los análisis, en esos escenarios que se manejan hablan de una victoria de Ucrania en ese camino de la verdad que cada uno ha construido con su opinión o las de otros. Allí yo me voy comiendo una flecha en el sentido mayoritario del recorrido.
Cuadragésimo taquito
Las redes sociales están haciendo su trabajo. Han creado matrices de opinión tendenciosas sobre el curso de la guerra donde se han montado opiniones hacia el futuro, en las cuales priva más la paletada subjetiva y emocional que los brochazos racionales para poder alcanzar conclusiones del mismo tenor que si estuviéramos escarbando en el pasado. Las de una sola verdad que se develará cuando este presente sea pasado. Como en los tiempos de Reader`s Digest. El tema de investigación de aquella oportunidad estaba relacionado con el sitio de sepultura del cadáver en chicharrón de Adolfo Hitler después del balazo cobarde que lo puso a dar el salto del tordito. En fin…
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