El ataque contra la casa en la Calle 30, llevado a cabo por 100 soldados y oficiales de policía, comenzó a mediodía.
En pocas horas, el edificio en La Plata, Argentina -que desde el exterior aparentaba ser una granja de conejos- quedó casi destruido y todos, excepto uno de sus residentes, estaban muertos.
La única que sobrevivió fue Clara Anahí Mariani Teruggi, que tenía tres meses de edad.
Testigos contaron después que los individuos que protagonizaron el ataque se llevaron a la niña del lugar.
Su madre, Diana Teruggi, de 25 años, estaba entre quienes murieron durante la incursión aquel 24 de noviembre de 1976.
Detrás de la falsa apariencia de granja de conejos, ella ayudaba a manejar una pequeña imprenta.
En ella se realizaban copias de periódicos para los Montoneros, el grupo guerrillero de izquierda del que ella y su esposo, Daniel Mariani, formaban parte.
El grupo formado en la década de 1960 llevó a cabo secuestros y asesinatos, y era objetivo de la junta militar que llegó al poder en Argentina en marzo de 1976.
Pocas fotos fueron tomadas de Clara Anahí antes de su desaparición a los tres meses.
Más de ocho meses después de que Diana Teruggi muriera, Daniel Mariani también fue localizado y asesinado.
La niña nunca fue encontrada, pero la búsqueda consumió la vida de la madre de Daniel, María «Chicha» Mariani, hasta que murió el pasado 20 de agosto a los 94 años de edad.
La bebé Clara Anahí no fue la única que desapareció en los años posteriores al golpe, aunque las circunstancias de cómo desapareció -secuestrada durante una incursión- sí eran inusuales.
En los siete años bajo el régimen militar, hasta 1983, al menos 500 niños fueron secuestrados mientras sus madres estaban presas.
Y se cree que unas 30.000 personas fueron secuestradas y asesinadas por grupos extremistas de derecha o por el gobierno militar.
A pesar de la amenaza de violencia, los que quedaron atrás -incluida la abuela de Clara Anahí- se dedicaron a encontrar la verdad.
Más de 40 años después, los cuerpos de Daniel Mariani y Diana Teruggi todavía no han sido recuperados.
Las Abuelas de la Plaza de Mayo
En 1977, la profesora de arte Chicha Mariani y otros 11 familiares de los desaparecidos comenzaron a reunirse en secreto para hablar sobre cómo encontrar a sus nietos.
Después se sabría que muchos de los niños habían sido llevados a los hogares de miembros de las Fuerzas Armadas y sus aliados.
«Estábamos convencidos de que pronto encontraríamos a nuestros nietos», le dijo Chicha Mariana al diario español El País en 2015.
«Creíamos que el gobierno nos los regresarían. Qué ilusas éramos».
«Incluso compramos pañales, pensando que en cualquier momento llegarían los pequeños».
Después de las primeras reuniones, las abuelas comenzaron a investigar. Visitaban orfanatos y cortes juveniles para investigar las adopciones recientes.
Con el tiempo llegarían a convertirse en las Abuelas de la Plaza de Mayo, en referencia a la plaza en Buenos Aires en la que se congregaban frente al palacio de gobierno.
Trabajaron junto con las Madres de la Plaza de Mayo, quienes habían comenzado sus propias protestas en la plaza agitando pañuelos blancos frente a quienes estaban en el poder.
Las Madres de la Plaza de Mayo en una manifestación en 1982. Foto: AFP.
Los riesgos de mostrarte públicamente en contra el gobierno en esa época eran claros. Tres de las fundadoras de las Madres de la Plaza de Mayo y dos simpatizantes -incluída una monja francesa- desaparecieron en 1977.
Los análisis llevados a cabo en sus cuerpos años después indicaron que habían muerto tras ser lanzadas desde una gran altura, lo más probable en los «vuelos de la muerte» de los militares argentinos en los que se lanzaba a las víctimas desde aviones hacia grandes masas de agua.
Índice de Abuelidad
La búsqueda se hizo más fácil tras el fin del régimen militar yel desarrollo de avances en la tecnología.
Un años después de que los militares fueron derrocados, un genetista estadounidense ayudó a crear el Índice de Abuelidad en Argentina, con el cual se pudieron determinar los lazos genéticos entre un abuelo y un nieto.
Después, en 1987 y bajo el liderazgo de Chicha Mariani, las Abuelas de la Plaza de Mayo lograron convencer al gobierno argentino de establecer una base de datos genética para familiares de los desaparecidos.
Esta base ayudó a reunir a decenas de familias en los primeros años, pero Chicha Mariani no fue una de las beneficiadas.
Mariani se apartó de las Abuelas en 1989 y estableció la Fundación Anahí, nombrada así en honor a su nieta.
También abrió un museo en el edificio donde Diana Teruggi murió y donde Clara fue secuestrada. Sus muros siguen mostrando los orificios de bala que quedaron del día de la incursión en 1976.
Todo el tiempo, sin embargo, Mariani tenía una teoría sobre lo que pudo haber ocurrido con su nieta. A finales de 1983, vio una fotografía de una niña en un periódico e inmediatamente creyó que la reconocía.
La niña, Marcela Noble Herrera, era la hija del jefe del grupo Clarín, la mayor compañía de medios de comunicación argentina, que había sido aliada a la junta militar.
Marcela, junto con su hermano Felipe, había sido adoptada en 1976.
«Vi las fotos de ella en Inglaterra, Francia, con presidentes y reyes y con el Papa», le dijo Chicha Mariani a la revista New Yorker en 2012.
«La vi crecer. Tenía el mismo cuerpo que la madre de mi nuera. Y su carácter parecía similar al nuestro, reservada, modesta, sincera, sensible y muy inteligente».
Marcela Noble Herrera en 2009. Foto: AFP.
Después de una larga batalla legal que ocupó los titulares de la prensa en Argentina, Felipe y Marcela Noble Herrera acordaron someterse a unos análisis en 2011.
Las pruebas mostraron que no había un vínculo genético con Chicha Mariani ni con decenas de otros familiares de los desaparecidos.
En los años siguientes hubo poco avance en la búsqueda de Clara Anahí, hasta que llegó un anuncio sorpresa en la Nochebuena de 2015.
Anuncio sorpresa
«Después de 39 años de búsqueda incansable, Chicha Mariani y su nieta se han reunido», decía una declaración de la Fundación Anahí.
Pruebas de ADN establecieron un 99,9% de probabilidades de que Mariani y una mujer de la provincia central de Córdoba estaban relacionadas y se les vio sonriendo y abrazadas en fotografías.
El resultado, señaló la fundación en ese momento, «cumple uno de los grandes deseos de la sociedad argentina», y el presidente Mauricio Macri tuiteó sus felicitaciones.
Chicha Mariani, a la derecha, con una mujer identificada incorrectamente como Clara Anahí Teruggi en 2015. Foot: AFP.
Dos días después, la historia comenzó a desarmarse. Se supo que las pruebas habían sido realizadas en un laboratorio privado y no por medio de los canales oficiales que Mariani y las Abuelas habían ayudado a establecer.
Nuevas pruebas revelaron que no había vínculos entre las dos mujeres.
Mariani, que tenía 91 años y casi estaba ciega, declaró que estaba »devastada» por la noticia.
Investigadores indicaron que la mujer que había visitado a Mariani supo que no tenía vínculos genéticos varios meses antes.
Mariani dijo que creía que había sido un intento de socavar el trabajo de las Abuelas.
Chicha Mariani buscó a su nieta durante 42 años. Foto: AFP.
Los grupos continúan animando a los argentinos que se cuestionan sus orígenes a someterse a pruebas de ADN.
Hasta ahora, lograron identificar con éxito a 126 nietos que habían desaparecido.
Hasta su muerte, Chicha Mariani mantuvo la esperanza de reunirse con su nieta y a menudo decía en entrevistas: »No puedo permitirme morir. Tengo que encontrar a mi nieta».
En un tributo a su cofundadora, Abuelas de la Plaza de Mayo declaró que seguirían buscando a Clara Anahí en nombre de Chicha Mariani.
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