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Mentiras

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Otra gran mentira pretende venderle a los venezolanos Nicolás Maduro con su cacareado nuevo aumento de salarios. Ya se pierde la cuenta de la seguidilla de incrementos de esa naturaleza, con que los dictadores de marras intentan ocultar la tremenda crisis económica y los contundentes impactos que rebotan a la sociedad venezolana, que ya bastante sabe de esas argucias, que no pasan de ser engaños que se desvanecen instantáneamente.

Cada vez que Maduro sale con esos aspavientos de “redentor social”, los trabajadores de todos los sectores del país, extrañamente, no se alegran, porque a fin de cuentas tienen claro que esos tales aumentos salariales serán devorados por la inflación, que más bien saldrá robustecida con esas medidas anárquicas, que no forman parte de ningún plan debidamente concebido.

¿Por qué decimos esto? Sencillamente porque se supone que esos incrementos deben ser soportados por muchos millones de dólares y la interrogante que flota es ¿de dónde saldrán esos dineros? No hay que darle muchas vueltas al asunto. Maduro ordenará prender las máquinas del Banco Central de Venezuela para imprimir dinero inorgánico y no hay que ser experto monetario, ni financiero, para concluir en que de esas acciones monetizadas se acrecentará la inflación. Subirán los precios de los productos que a duras penas se ofrecen en el país, donde aún persiste la escasez, salvo los que puedan acudir a los bodegones en donde todas las ofertas son dolarizadas.

Es evidente que persistirá una baja demanda en un país que no ha salido de su recesión económica, pero siguen ingresando bienes importados por la élite de bolirevolucionarios que se ven forzados a invertir sus fortunas en el territorio nacional. Eso da lugar a una competencia desleal con los afligidos industriales criollos que, además, acusan la falta de financiamiento, a la vez que son castigados con incrementos desordenados de tributos fiscales, en un país que no está en capacidad de ofrecer servicios públicos aceptables.

Maduro cree que deslumbrará a los ciudadanos de un país en donde la canasta básica alimentaria no baja de 370 dólares. La aritmética despeja cualquier incógnita: con los salarios que ganan los trabajadores resulta imposible ganarle la pelea al costo de la vida. El presidente de Conindustria puntualizó que “en 2021 los productos nacionales subieron 686% y la devaluación 315%”. Otra voz calificada es la del director de Econométrica, Henkel García, quien vaticina que “el nuevo salario mínimo, de casi 40 dólares decretado este jueves por Nicolás Maduro, podría incidir en el incremento de la inflación si se regresa a la práctica de financiarlo con emisión de dinero por parte del BCV”.

Lo cierto es que en medio de este desbarajuste la dolarización se está dando de hecho, y ese signo monetario que se utiliza se cruza con el bolívar, el euro y hasta con el peso colombiano. Ante ese desconcierto la cara real de la situación social y económica de Venezuela está representada por lo que padecen “cerca de 70% de los niños que residen en las comunidades populares del estado Lara, no tienen acceso a una alimentación balanceada, lo que eleva el índice de desnutrición infantil y problemas a nivel de la salud, formación y crecimiento”. Así lo ha confirmado Dulce Meléndez, quien forma parte de la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación Venezolana, asegurando que “existen algunos comedores activos, pero que en los platos sigue predominando el arroz y la pasta con granos, dejando a un lado los alimentos que aportan los nutrientes necesarios para el desarrollo y formación de nuestros niños”.

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