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Taquitos para la guerra (VI)

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refugiados Ucrania

Foto archivo

Las referencias de planificar, conducir y ejecutar la guerra a la manera occidental están inspiradas prioritariamente en la actualidad, en los dictados de las fuerzas armadas norteamericanas. Desde los lejanos tiempos de la Guerra Fría iniciada al finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1945, la mayoría de los países han diseñado sus estructuras de defensa tratando de modelar doctrina, unidades, equipamiento y conceptos del ejército, la armada y la aviación de Estados Unidos. En ese paquete están incluidos también – por supuesto – el entrenamiento y las operaciones. De este lado del hemisferio pensamos en el modelaje de George Patton, de Omar Bradley, de Bernard Montgomery, de Charles de Gaulle, de Erwin Rommel, de Heinz Guderian y arrimando la rayita un poco más allá, incluimos en ese paquete del ejército a los mariscales Gueorgi Konstantínovich Zhùkov y Konstantin Rokossosky. Obvio que, si trasladamos más atrás de 1945 el límite, debemos incluir a Napoleón Bonaparte, al duque de Wellington, a Hannibal Barca, a Julio Cesar, Alejandro Magno, a Robert Lee y a Gengis Khan. Dejemos como marco referencial, hasta la rendición de los japoneses en 1945. Los navales toman obviamente al almirante Chester Nimitz, y a los almirantes Isoroku Yamamoto y a Horatio Nelson; y entre los aviadores, hay que tomar nuevamente la licencia de desplazar la referencia hasta la Primera Guerra Mundial. Manfred von Richthofen , el alemán apodado el barón rojo, un as histórico de la primera guerra mundial que se evoca en todos los pilotos occidentales cuando se ponen los arreos de vuelo con su bufanda ondeando al viento, o al piloto de caza francés René Paul Fonck, con sus 75 victorias, solo superado por el barón con sus 80 derribados y por los alemanes Erich Alfred «Bubi» Hartmann (352 victorias en 1.404 misiones durante las cuales entró en combate en 825 ocasiones) y Gerhard «Gerd» Barkhorn (1.104 misiones de combate y se le acreditaron 301 derribos en la fuerza aérea soviética). Probablemente, después de publicada la nota, recibiré un feed back por ausencias en la lista y me disculpo; pero en obsequio del texto debo decir que todos son referencias militares y modelos, independientemente de sus nacionalidades, bandos o épocas. El punto es, todas estas trayectorias encuadradas en el desempeño de sus unidades de tierra, mar y aire contribuyen, con las adecuaciones del momento, a estructurar doctrina y desde allí a proporcionar entrenamiento, para ir con el mayor nivel de eficiencia al combate. Podemos decir que la mente de la guerra occidental tiene anclajes de todas las experiencias mundiales, especialmente la norteamericana, donde han abrevado académicamente de manera directa o indirecta, la mayoría de las fuerzas armadas del hemisferio.

Décimo octavo taquito

Cuando las circunstancias lo exigen, los manuales militares de referencia de Estados Unidos se actualizan para la guerra. Los dos últimos que han servido de base han sido el FM-100-5 (Operaciones) vigente desde el 14 de junio de 1993 que sirvió de soporte para la doctrina de la batalla aeroterrestre después de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Guerra Fría y la disolución del pacto de Varsovia; y el actual que es el FM (Field Manual) 100-3 (Operations) con la finalidad practica de intensificar la eficacia operativa de las fuerzas conjuntas agregando principios fundamentales que guíen el empleo de las fuerzas militares hacia un objetivo común. Esos principios fundamentales de pensar, entrenarse, operar y hablar en un estándar común son los que unifican en torno a un patrón de militarmente hablar un solo lenguaje, de planificar con una sola referencia y de operar y hacer la guerra de una manera común y única. Así funciona la doctrina. En el análisis histórico del uso de la fuerza militar con el poder nacional en las operaciones y adecuando las lecciones contemporáneas, todos estos principios representan lo que se enseña, se asientan en lo que se cree y se argumentan como lo que funciona mejor para garantizar la seguridad nacional, consolidar el interés nacional y lograr los objetivos nacionales. Así funciona la doctrina. Y así como los médicos le dicen a la culebrilla que menciona el común y profano, en las ciencias médicas se identifica como el herpes zoster y la curan con antivirales y no con brujos, hechicerías y oraciones; los militares en el vocabulario táctico deben referir correctamente los términos, ajustados a la doctrina común. Así funciona la doctrina. ¿Se imaginan ustedes ir a la guerra donde cada uno remita verbalmente en las comunicaciones su propio vocabulario táctico?

Décimo noveno taquito

El año 73 d.C., Flavio Silva, comandante de una legión romana, planificó para enfrentarse con los rebeldes de Masada. Desde la caída de Jerusalén, los romanos se pusieron en marcha, más por consideraciones económicas que militares. Los rebeldes de Masada ponían en peligro el negocio de las plantaciones de bálsamo vecinas, sobremanera lucrativo. A los romanos no les convenía perder esta importante fuente de ingresos. El cerco de Masada planteaba numerosas dificultades logísticas. Los romanos debían traer el agua desde varios kilómetros de distancia, y el traslado de los víveres y el resto de los abastecimientos lo impedían las condiciones geográficas del área, adicional al rigor del clima. La cima de Masada tenía el clima más benigno y los asediados contaban con depósitos de agua, provisiones y armas. Animados por un espíritu indómito, los judíos estaban dispuestos a defenderse hasta el final.

Consciente de eso, el general romano organizó un gran operativo de asedio, decidido a reducir la llama de la rebelión. Silva hizo construir una muralla que rodeaba toda la meseta, con torres de vigilancia a intervalos, y desplegó varios vivacs alrededor, para evitar la fuga de los sitiados y defenderse frente a incursiones exteriores.

Los romanos iniciaron su ataque y lograron abrir varias brechas en el cerco defensivo que habían establecido los judíos, pero los defensores lograron cerrar la brecha. Flavio Josefo, quien reseñó posteriormente el asedio, cuenta que entonces se produjo un incendio seguido de un cambio de dirección del viento que, por un instante, amenazó la integridad del avance romano. Aquel día no cayó Masada, pero tanto romanos como judíos sabían que era cuestión de tiempo.

Según el mismo autor, por la noche el líder judío pronunció un discurso con el que persuadió a los defensores de que lo mejor era quitarse la vida para ahorrarse el oprobio de verse humillados por los romanos. Todos de acuerdo, quemaron posesiones y abastecimientos, dejando una parte para enviar un mensaje que no morían por falta de abastecimiento y si por honor. Después – la ley judía prohíbe el suicidio – cada hombre dio muerte a su esposa e hijos; luego diez hombres dieron muerte al resto y, por último, uno de ellos mató a los otros nueve antes de, éste sí, suicidarse. Al día siguiente los romanos entraron en Masada y se encontraron con una montaña de más de 950 cadáveres.

Vigésimo taquito

La guerra en Ucrania tiene una realidad actual después de 8 días de ejecución. Rusia esta en el territorio ucraniano con todo el abrumador poder de combate concentrado y desplegado para la invasión y está a tiro de un asalto final de sus maniobras en las principales ciudades que son sus objetivos principales y finales, incluyendo su capital Kiev. El asedio se dio casi inmediatamente después de haberse cruzado las fronteras. Mas allá de las simpatías que ha despertado el caso Ucrania en occidente, de la posición favorable ganada por su causa, del valor reconocido por el presidente Volodymyr Zelensky, de la unidad familiar a toda prueba que exterioriza su esposa Yelena Zelenska, de la formidable respuesta de los ucranianos al llamado de movilización y de la solidaridad global que esta expresando el mundo libre, democrático y pacifico a Ucrania, nada de eso se opone eficientemente y proyecta resultados positivos al final de la invasión en esta guerra. Como toda guerra, esta no tiene subcampeones. No está previsto una banda que cruce del hombro a la cintura de premio consolación al final, asignada para calificar las simpatías u otra para la candidata que tiene el apoyo de los periodistas o influencers. La guerra, después de todo ese recorrido de muerte, de destrucción a la infraestructura física que ya vemos a pantalla completa de las redes sociales, de heridos, de los desplazados que ya están por el orden del millón de ucranianos, de la ruina de la economía y de la fractura nacional, solo arroja derrotados y vencedores. Después están las secuelas morales y emocionales que se arrastran por generaciones, y la reconstrucción del país. Todo esto mientras los liderazgos de los países que están en contra de la invasión, especialmente los que forman parte de la alianza atlántica (OTAN), solo se limitan a la retórica declarativa sin atreverse a colocar un combatiente con la bandera de su nación en alguno de los 523.444 kilómetros cuadrados de la superficie de Ucrania para defenderla, que serían al final 603.700 con la península de Crimea, y con los territorios de Lugansk y Donetsk, también arrebatados por Rusia. En las afueras de la capital, Kiev están las unidades rusas. Esperando. Como en algún momento estuvieron debajo de la meseta de Masada las fuerzas del gobernador romano de Judea, Lucio Flavio Silva organizadas en torno a la legión romana, cuatro cohortes auxiliares y dos alas de caballería para un contingente total de 9.000 hombres contra los 950 judíos de la meseta, así funciona la guerra.

La obra de Flavio Josefo, La guerra de los judíos relata que, tras varios asaltos romanos a la fortaleza, estos, queriendo continuar el ataque por la mañana “se toparon con el montón de muertos, no se alegraron, como suele ocurrir con los enemigos, sino que se llenaron de admiración por la valentía de su resolución y por el firme menosprecio de la muerte que tanta gente había demostrado con su obra”. El mismo menosprecio por la muerte y por la defensa de su patria que están desarrollando los ucranianos y la admiración por su valentía que despiertan en todo el mundo, incluyendo a los rusos que los combaten.

Son 8 días de esta guerra. Hay que manejar realidades. Todos nos sentimos ucranianos, todos somos el presidente Volodymyr Zelensky y todos estamos en el corazón y en las manos que empuñan los fusiles de los ucranianos, pero…

Ojalá no se llegue al nivel de Masada.

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