El concepto de desorganización se refiere al caos, desintegración, desorden, etc, dentro de un sistema, pero en este artículo, a pesar de que el mundo pareciera encontrarse en esta situación, me voy a referir a la cada vez mayor incapacidad de las organizaciones mundiales y regionales en cumplir con los mandatos que les dio la comunidad internacional para enfrentar las amenazas a la paz y seguridad internacionales, es decir, un mundo sin organizaciones.
Dichas amenazas hoy, además de los conflictos bélicos tradicionales como el que actualmente despliega Putin en Ucrania se suma el terrorismo, el crimen transnacional, los delitos financieros, los cibertaques, las violaciones a los derechos humanos, los daños al medio ambiente, la pandemia y los fenómenos llamados cisnes negros o rinocerontes grises que nos puedan tomar por sorpresa, teniendo como telón de fondo la ola antidemocratizadora más grande que ha visto la humanidad como lo reflejan de manera progresiva y alarmante los índices elaborados por prestigiosas instituciones como The Economist, y lo reseñan de manera magistral en sus obras El ocaso de las democracias, de Anne Applebaum, ganadora del premio Pulitzer y Moises Naím en La revancha de los poderosos. De este último autor vale la pena destacar su opinión acerca del tema: “¿Qué es este nuevo enemigo que atenta contra nuestra libertad, nuestra prosperidad y hasta nuestra supervivencia como sociedades democráticas? La respuesta es el poder, en una forma nueva y maligna. En todas las épocas ha habido una o más formas de maldad política; la que estamos viviendo hoy es una variante vengativa que imita la democracia al tiempo que la socava y desprecia cualquier limitación. Parece que el poder haya estudiado todos los controles concebidos por las sociedades libres” .
Ahora bien, echemos un vistazo a la gobernanza global empezando por las Naciones Unidas: Como lo describí en un artículo anterior en este mismo diario titulado “La dirigencia de izquierda en la ONU y su influencia en los gobiernos”, la misma está penetrada en su burocracia por cuadros del autoritarismo, en particular por miembros del Partido Comunista Chino al igual que los órganos de elección por el autoritarismo mundial, ejemplo de ello es la composición del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, lo cual debilita, desvirtúa o paraliza las responsabilidades que conlleva su mandato. La inutilidad de su Consejo de Seguridad es de larga data y su Secretaría General bajo el mando del reelecto Guterres, se asoma de vez en cuando para expresar “profunda preocupación” por tal o cual motivo. El conjunto de órganos de la familia ONU han debilitado o desvirtuado las funciones para los cuales fueron creados y debido al alto costo de su mantenimiento no seria descartable que en un futuro tuviesen un cierre compasivo de sus actividades. En cuanto a la justicia penal internacional la Corte en La Haya sigue dando visos de lentitud e incapacidad para procesar como se espera a los responsables en los casos de crímenes de lesa humanidad.
En cuanto al nivel regional, este no se queda atrás en su perdida de competencias y espacio para cumplir sus funciones. Exceptuando parcialmente a la Unión Europea a pesar del largo proceso del Brexit y las dudosa conducciones en política exterior de Polonia, Hungría y Turquía , ASEAN en Asia, la Unión Africana, la Liga Árabe y la Organización de Estados Americanos han perdido su importancia e incluso pertinencia en sus objetivos fundamentales producto de nuevas realidades en la correlación de fuerzas que evoluciona en el sistema internacional. El organismo regional asiático, disfuncional de por si por las asimetrías de desarrollo entre sus miembros y la presencia del gigante expansionista chino, de carácter totalitario aun con su diplomacia de Soft Power, la Unión Africana, nunca efectiva en la resolución de conflictos tribales, religiosos o terrorismo. La Liga Árabe, entelequia que tampoco ha tenido un rol importante en el siempre convulso Medio Oriente y finalmente la OEA que con sus altibajos ha tenido momentos estelares en cuanto a la preservación de la paz y la estabilidad en la región asi como en la promoción y la defensa de la democracia y que en tiempos recientes bajo la conducción de Luis Almagro ha logrado, con mucho esfuerzo, la aplicación, con sus bemoles, de la Carta Democrática Interamericana y aun más, la creación de un grupo de trabajo para estudiar la manera de aplicar en el continente la doctrina de la Responsabilidad de Proteger (R2P), se encuentra actualmente en una parálisis de su Consejo Permanente respecto a cualquier acción como en el caso de Venezuela y Nicaragua desde la incorporación de nuevos gobiernos “progresistas” como México, Argentina, Bolivia y Honduras, y en este año con visos de quedar en el olvido o desaparecer en el caso que ganen las elecciones Petro y Lula.
La invasión de Rusia a Ucrania y la convocatoria de Biden al Grupo de los Siete deja en claro que la ONU no tiene capacidad de respuesta y queda demostrado que la diplomacia en la política internacional se esta conduciendo bajo otros parámetros diferentes a los convenidos por consenso por la comunidad internacional global y regional. La transformación del sistema pareciera que fluye hacia la llamada multipolaridad para regir los asuntos de la guerra y la paz. Sin embargo, la magnitud de los disensos impide encontrar fórmulas de entendimiento en un mundo en el que lo más evidente es el enfrentamiento entre Estados demócrata-liberales por un parte y autoritarios por la otra como la alianza atlántica Estados Unidos-UE, mas Australia y Japón frente a Rusia con sus aliados y China con su ruta de la seda. La gran diferencia entre ambos es que para las democracias en su formulación y ejecución de su política exterior requieren de consensos políticos, la aprobación de sus parlamentos y la evaluación costo-beneficio frente a un electorado, no así los regímenes autoritarios como lo acaba de demostrar Putin al invadir Ucrania.
Difícil predecir si nos encontramos en un momento de inflexión que nos permita confirmar que habrá un cambio de paradigma en el orden internacional sin organizaciones internacionales, que de momento pudiera evocar el estado de cosas impuesto por los tratados que concluyeron con la Paz de Westfalia o la pentarquia europea a partir del Congreso de Viena de 1815 o peor aún, si surgirá un nuevo orden multipolar que bajo la sombra de la antidemocracia nos lleve a un mundo distópico como el de la obra 1984 de Orwell.
Amanecerá y veremos
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional