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El espectáculo de la guerra

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En la actualidad está bombardeado, el espectro comunicacional de alta información provocadora de impacto en los estados emocionales y psicológicos de las personas, combinados con estados de conciencia oscilantes de impresiones positivas a negativas de manera explosiva, a un nivel de pesadilla, con contenido disuasivo, persuasivo, de engaños y cargas sentimentales con el objetivo de sembrar ideas de representaciones visuales con acciones bélicas genocidas de carácter de guerra fratricida, apocalípticas, y de todo tipo, en los sujetos masas que piensan en la dirección propagandística que quieren los directores de la escena.

Además que tales patrones de redirigir los pensamiento y sentimientos implantados no son gratis, sino que traen grandes beneficios económicos, de poder político y control sobre la sociedad, por parte del séquito de las élites que, día tras días, minuto a minuto  imponen un acontecer sobre los puntos de una agenda, pudiéndose pasar de un escenario de confrontación a otro de paz, de un escenario de progreso económico a otro de crisis de manera imperceptible por el individuo masa, al son del tamboril de los directores de la orquesta.

Luego de atravesar un periodo anunciado de una serie de restricciones económicas y sociales, en las que toda la población estuvo involucrada, se pasa a un escenario bélico y, de manera sorprendente se empiezan a levantar las restricciones como un efecto dominó, múltiples restricciones socioeconómicas ancladas en los países de todo el mundo, casi de forma automática e imperceptible.

No obstante, ningún escenario de confrontación viene solo, sino que viene acompañado de las consecuencia que dejaron las restricciones pasadas, tales como distintos guiones con secuencias de turbulencias políticas como señuelos, además de escasez, inflación, subida de los combustibles, alza de los precios en general y un olvido de las causas que subyacen en los totalitarismos de derechas a izquierdas, respecto a los acontecimientos que desencadenaron la crisis, mejor conocido, ese olvido, como memoria a corto plazo.

Sin embargo, al hacer el respectivo filtrado de la información, se percibe que detrás de la cortina comunicacional, sobrecargada de imágenes y todo tipo de representaciones directa a los sentidos del sujeto dentro del anfiteatro, existe una clara intención de control de la libertad, revelando que dicha libertad se ha convertido en un espejismo, una quimera, una fantasía de opciones y elecciones ambiguas controladas.

Aunque esta vez la apuesta no está en manos de la industria sanitaria, sino que pasa a manos de la industria bélica y de los combustibles, pero industria al fin monopólica, al que se repliegan y acomodan las ideologías que abrazan los grupos que giran alrededor de forma satelital al pensamiento totalitario.

Más allá de todo aquello, el olvido de los espectadores por medio de los medios corporativos que ven el escenario político y bélico como un gran entretenimiento de mucho ranking, al estilo de los mejores documentales cinematográficos, incluso mayor que las telenovelas y los films de temporada, para la industria de los medios donde cabe destacar que se marcan los guiones de la agenda propagandística de dimensiones mundiales y de reprogramación social en las que todos los actores convergen en un misma mensaje que vienen a ser tendencia (trending topic) que se repite y se repite tan rápido y constante como las respectivas pulsaciones; lo cual, revela ese instinto dominador por parte de la fuente de prospectos indeterminados.

Al mismo tiempo que toda la escena se convierte es un entretenimiento, un espectáculo, una mentira con acciones hostiles y desesperadas de desprecio con mucha expectación y sorpresa de gran contenido emocional, que ya habían sido anunciadas, dejando bajas civiles en todos los frentes sin ningún recato y pudor contra las vidas humanas; mientras permanece la economía paralizada de manera forzada por los grandes directores de la industria del momento para el gran reseteo global.

 

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