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Muerte del bebé, a cada quien su cuota de responsabilidad

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Madre niño asesinado Trinidad y Tobago

El trágico incidente que hace unos días costó la vida a un bebé en aguas del golfo de Paria ha desatado -como es natural- toda clase de reacciones en los más diversos círculos, habiendo dado lugar ya a importantes declaraciones y debates. A continuación nos permitimos aportar nuestra opinión sobre el tema con el propósito de ayudar a esclarecer las responsabilidades de los distintos actores del drama. Sobra aclarar que lamentamos y repudiamos el desgraciado incidente.

El primer responsable de todo es el gobierno chavomadurista que ha generado y sigue promoviendo las condiciones para que millones de venezolanos hayan tomado la difícil decisión de salir del país, algunos en búsqueda de oportunidades, otros de tranquilidad u otras razones.

Cada quien ha optado emigrar según las circunstancias de su entorno. Algunos -los más privilegiados- a través de Maiquetía, otros a través de los puentes fronterizos con Colombia, otros más por las trochas de los caminos verdes y finalmente aquellos que no tuvieron más opción que lanzarse al mar en frágiles peñeros, como fue el caso de esta tragedia.

El régimen es definitivamente responsable por cuanto las invivibles condiciones no son resultado de algún fenómeno telúrico (terremoto, erupción volcánica, tsunami,  etc.) sino consecuencia de políticas  formuladas y llevadas a cabo con plena conciencia y persistente  fracaso por más de dos décadas al servicio de un proyecto político que hoy en día es rechazado por una determinante mayoría.

Trinidad y Tobago, país soberano, ha elegido ejercer una política inclementemente restrictiva y nada amigable con los venezolanos que aspiran a llegar ilegalmente a sus costas. Mal que nos pese, ese es su derecho que han ejercido y siguen llevando a la práctica. Muy distinto a la actitud de Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil, etc. que abrieron sus puertas a nuestros compatriotas asumiendo por ello importantes costos sociales, políticos, económicos, educativos y de seguridad pública. La xenofobia que ya asoma en algunos lugares es consecuencia de la generosidad con que esos países acogieron a los “caminantes” que se establecieron o transitaron por sus territorios. Trinidad escogió no ser solidario. Tal política es repugnante pero no es ilegal ni son los únicos: las islas holandesas vecinas a nuestras costas han adoptado políticas similares y otros países más lejanos han casi cerrado sus fronteras con la imposición de visas de difícil obtención.

Como consecuencia de esa restrictiva -pero no ilegal- política migratoria, Trinidad y Tobago ha anunciado y llevado a cabo numerosas acciones públicas que revelan su escasa tolerancia al ingreso ilegal de venezolanos. Una de esas muestras es el incremento del patrullaje armado, dentro de aguas de su jurisdicción, para impedir ese tipo de tráfico.

Dentro de ese escenario surge la repugnante sed de lucro de venezolanos que sabiendo a lo que exponen a sus pasajeros organizan viajes nocturnos, clandestinos, carentes de toda medida de seguridad, etc. Ellos saben que existe patrullaje armado de la Guardia Costera trinitaria, con potente armamento, operando dentro de su jurisdicción, no en mar abierto. Es evidente que tratar de eludir, escapar o embestir a una nave infinitamente superior y artillada que da reiterados avisos de detenerse, es una empresa de altísimo riesgo que asumen conscientemente.

Por último, pudiera decirse que quienes tomaron la decisión consciente pero desesperada de acometer tamaño reto también asumieron una cuota de responsabilidad aun cuando la misma puede ser disminuida o excusada por la eximente de “necesidad extrema” que arropa a aquellos compatriotas cuyas opciones son morir de hambre en la costa de Delta Amacuro o afrontar el destino a bordo de un frágil peñero ante cuyos dueños deben empeñar sus magros ahorros.

Así, pues, lamentando la imperdonable muerte del inocente bebé Santoyo, nos parece que el asunto debe ser abordado desde una perspectiva integral, adjudicando a cada quien su cuota de responsabilidad, entendiendo que la más relevante es la de quienes provocan las trágicas circunstancias -en este caso el gobierno de Maduro- y abogando porque en el mundo haya más solidaridad. ¡No es tarea fácil!

@apsalgueiro1

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