Nicolás Maduro anunció el domingo que los venezolanos podrán ahorrar en oro a través de la compra de lingotes de 1,5 gramos, con un valor de 3.780 bolívares soberanos o 370.800.000 bolívares fuertes, y de 2,5 gramos a 6.300 bolívares soberanos o 1 petro. El precio es lo de menos porque el país no tiene oro monetario que vender con las certificaciones y el grado de pureza, 103%, requerido. Maduro lo que vende es “prendas de oro”. Dijo: “Tengo varias miles de piezas, van a llegar a millones de piezas en oro para que el pueblo venezolano ahorre en oro”.
Maduro recurre al mito de El Dorado de la misma manera que los indígenas hicieron en la colonización española. El Dorado fue parte de la narrativa que permitió a los aborígenes mantener la esperanza de la vida, porque el oro llevó a los conquistadores a emprender una búsqueda inútil, y muchas veces mortífera. Por ello, ante la hiperinflación, Maduro pretende despertar la codicia del oro en los venezolanos. Cristóbal Colón escribió en 1503: “¡Cosa maravillosa es el oro! Quien tiene oro es dueño y señor de cuanto apetece. Con oro, hasta se hacen entrar las almas en el paraíso”.
El otro cuento de Maduro es el de los pensionados que recibirán la asignación en la billetera móvil del carnet de la patria. “A partir de ahora todos los meses vamos [Maduro] a pagar las pensiones mediante la billetera digital, para que los adultos mayores no tengan problemas y dispongan de sus recursos libremente”.
Una ficción que supone un país con un servicio de Internet funcionando al nivel promedio de la mayoría de los países del mundo, 20 Megabit por segundo (Mbps). Por el contrario, la realidad en Venezuela está a nivel de precariedad. Según el Speedtest Global Index de julio 2018, Venezuela ocupa el penúltimo país con la conexión de banda ancha fija a Internet más baja en todo el planeta, y el 117 de 124 en telefonía móvil. Hay que agregarle la baja confiabilidad de la prestación del servicio eléctrico.
Maduro usa la billetera digital como medio de control social al asociarla al carnet de la patria, porque le permitirá saber [al régimen] qué consume, dónde compra y a qué hora hizo la transacción cada venezolano. Por lo que la huella digital coartará la libertad individual en Venezuela.
Hace una semana, Maduro publicó los precios de venta al público de 25 productos de la cesta básica en su afán por controlar los precios para “detener” la hiperinflación –piensa que con el uso de una faja, sin hacer dieta y ejercicios logra eliminar la grasa abdominal.
El pasado mes de julio, el precio de la canasta alimentaria familiar –contiene 60 productos de consumo básico– fue 678.435.294,94 bolívares fuertes de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas), es decir, 6.784 bolívares soberanos. Por lo que se hubiese requerido 3,77 salarios mínimos (1.800 bolívares soberanos) para adquirirla. Es de notar que el precio de la canasta en julio estuvo enmarcado dentro de un dólar paralelo equivalente a 36 bolívares soberanos (3.585.674 bolívares fuertes), un salario integral mensual de 60 bolívares soberanos, y una inflación en 125% según la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional.
Los 25 productos regulados del Plan 50 –precios acordados en los 50 bienes y servicios fundamentales para el país– suman 1.149 bolívares soberanos. Representan 42% de la canasta alimentaria familiar, faltando por incluir: hortalizas, raíces, tubérculos, queso, pescado y cereales. Al considerar estos rublos para completar los 60 productos de la canasta, el precio se ubicaría alrededor de 8.500 bolívares soberanos para este mes. Y en septiembre, el efecto del dólar paralelo, el déficit fiscal y la nueva tabla salarial para los trabajadores elevará nuevamente el precio de la canasta. Se requerirán 10 o más salarios mínimo actual para comprar la canasta referida a una familia de cinco miembros.
La persecución de nuevo a los dueños de los negocios por el ajuste de precios de los productos causado por la hiperinflación volverá a repercutir en la escasez de los productos en los días venideros.
El realismo mágico de Maduro y su régimen combina la hiperinflación con la fantasía de déficit fiscal cero; las filas de la tercera edad en los bancos para cobrar la pensión con la billetera digital; y el éxodo del pueblo venezolano con el ahorro en oro. Mientras tanto, la realidad es esclavizar a los venezolanos con el carnet de la patria y legitimar los capitales de los Estado-mafiosos con el petro y el oro. Y Maduro es un cuentero.
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