Como si fuese por impulso de una ley natural, todos los seres vivos se comunican o nos comunicamos. Verdaderamente, la comunicación es una necesidad vital y saludable emocionalmente. Cada especie cuenta con sus propias maneras de entender y hacerse entender con sus semejantes. ¿Cómo lo hacen? Tratándose de seres humanos, en épocas muy primitivas el hombre procuró hacerlo por gestos y también por la mímica.
Más tarde, al evolucionar culturalmente, lo hizo mediante el mágico sonido de la voz y, sin detenerse mucho tiempo, pasó luego al uso inteligente de la palabra, que es para ello su materia prima y a la que técnicamente se le denomina “signo lingüístico”.
Afortunadamente, los seres humanos dotados como lo estamos del privilegio de poseer facultades intelectuales tenemos la capacidad de la inventiva. Así, el hombre llegó a inventar los idiomas con sus respectivas gramáticas y a crear estas dos importantes formas de comunicación: la oral y la escrita. Según narra la historia, la escritura apareció muy rudimentariamente en la Mesopotamia, allá por el año 3.300 a. C, producto de la cultura sumeria, le siguieron en el invento los asirios, después los babilonios y más tarde los egipcios. Con este relevante invento se le puso fin a la prehistoria.
Si no se hubiese inventado la escritura, cómo se pudiese leer la Biblia, la historia, la filosofía, y las muy importantes obras literarias ni los textos de ciencias. También, se haría imposible la comunicación postal interpersonal a distancia. Fue durante el segundo milenio de la era cristiana cuando apareció la escritura alfabética, gracias al invento del alfabeto por los fenicios. Ello dio lugar al nacimiento de los alfabetos modernos.
El uso de la palabra, o de las palabras, no es tan libremente autónomo. Requieren de una disciplina para su mejor y adecuado manejo en la expresión y en las comunicaciones. Esa disciplina la integran los idiomas, cada uno de ellos cuenta con su gramática, conjunto de normas que orientan el uso correcto de los vocablos en las oraciones. Pues, las palabras deben ser significativas, bien empleadas y que se combinen armoniosamente para hacer placentero el leerlas, pronunciarlas y también escucharlas.
En Venezuela y en Hispanoamérica contamos con el bello idioma castellano, consta de 5 vocales, se lee y se pronuncia como se escribe, provisto de un sistema de acentos que le comunican agradable entonación; es derivado del latín y con un lejano ancestro. El castellano tuvo su origen en Roma cuando, por el año 218 a. C. empezó la conquista y colonización de la Península Ibérica, que después pasó a denominarse Hispania. Allí, primero fue un dialecto hablado en el reino de Castilla, y tiempos después se encumbró al pasar a ser el idioma oficial de España; de allí y gracias a una ordenanza dictada por Alfonso X, El Sabio, se asentó en estas privilegiadas tierras.
Hablar y escribir son, naturalmente, las dos más importantes formas de información, de expresión y de comunicación humana. Así, con la palabra se hace el periodismo radial y televisivo llamado a cumplir la función social de informar y opinar, ajustándose naturalmente y a la ética propia de esa profesión. Igualmente, como las personas no podemos guardar silencio, basta con un simple saludo para iniciar una conversación, imprescindible fórmula de entendimiento y comunicación social.
Los afanes del hombre de descubrir e inventar han llevado al asombroso mundo de la comunicación satelital en sus diversas ocurrencia de los hechos.
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