En Conversación en la catedral, Santiago Zavala, el personaje central de la novela, se pregunta de manera pesimista: «¿En qué momento se había jodido Perú?» ¿Podíamos hacernos la misma pregunta que se hace Zavalita con relación a Venezuela y preguntarnos: ¿En qué momento se ha jodido Venezuela?
A diferencia de los peruanos, nosotros tenemos la respuesta. La fecha constitutiva de nuestro descalabro como país es el 4 de febrero de 1992.
No es que no haya fechas importantes anteriores a ese 4 de febrero, por ejemplo,18 de febrero de 1983 con el llamado Viernes Negro o el llamado Caracazo de 27 y 28 de febrero de 1989, pero el gran momento constitutivo de la Venezuela de hoy es sin duda el 4 de febrero de 1992.
Ese día comenzó todo. Empezó a construirse con palabras ajenas, primeros respetando la autoría de otros: “Como dijo Bolívar”, “Como muy bien dijo Simón Rodríguez”, hasta citaba a Rousseau, a Jesucristo, Santos Luzardo, Maisanta, Alí Primera, Pablo Neruda, etc. un verdadero pastiche. Pero luego, ese enorme pastiche de ideas que no le pertenecían las asumió como propias y hasta una “educadora” zuliana, María de Queipo, propuso algunos años después una cátedra sobre el pensamiento de Chávez.
Los venezolanos de ese momento participaron del descalabro festivamente y más de uno, en verdad eran muchos, gozaba su contento con diversas manifestaciones, desde jolgorios de cacerolazos hasta disfrazar a sus niños de paracaidistas con boinas rojas y brazaletes con la bandera la misma que los golpistas usaron la madrugada en la que todo comenzó.
Hubo otros que también se lo gozaron bajo discursos de naturaleza seudomoralista, pero que escondían viejos resentimientos y esperaron el momento para la venganza, ese fue el gozo de Uslar Pietri, Caldera, José Vicente Rangel y Escovar Salom, entre otros, quienes defenestraron a Pérez en uno de los intentos más acabados de politización de la justicia vividos en el país.
Desde ese día hasta 1998 retóricamente se nos ofreció un país próspero, incluso se nos habló de una evolución que iba desde la edad de plata hasta la edad de oro, liquidar la corrupción y a los corruptos se les iba a freír la cabeza, sobre todo la de los adecos. No vamos a obviar que el país vivía una crisis del modelo político y económico que se había fundado en 1958, pero las respuestas que el chavismo, todas fueron y siguen siendo ineficaces, inefectivas que han dado como resultado la crisis humanitaria más descomunal vivido por país alguno en Latinoamérica
Con seguridad donde ha sido exitoso el chavismo es en hacerse cargo del resentimiento del venezolano, no solo de los más pobres, sino de densos sectores medios tradicionales y universitarios, académicos en intelectuales en general, funcionarios, empresarios del sector industrial, comercio, bancario, de los medios de comunicación.
Como puede verse, de lo que nos ha ocurrido hay muchos responsables.
30 años se cumplió el pasado viernes de aquel nefasto día. 30 años de fracaso en todos los sentidos, incluso en su propio ADN, primero como movimiento redentorista, pues hoy la pobreza se monta sobre 96% de la población.
Ha fracasado como propuesta anticorrupción, pues mediante mecanismos de naturaleza bastarda la corrupción se ha convertido en la mediación más eficiente y efectiva en la organización del poder.
Como resultado de este último proceso, también, ha fracasado como movimiento anticapitalista, pues la constitución de una nueva “burguesía”, que tiene un comportamiento lumpen ha logrado su acumulación originaria de capital por su conexión con el Estado incluso con el ejercicio directo del poder en algunos casos, alejándose de las propuestas socialistas iniciales, aunque se siga autodefiniendo como tal.
Ha fracasado en su propuesta de “nueva” democracia y hoy está muy lejos de tal formulación, pues ha producido la desinstitucionalización y la clausura de aspectos formales básicos de la democracia y el país encara hoy una dictadura.
En qué momento se había jodido Venezuela, parafraseando al personaje de Vargas Llosa, fue ese 4 de febrero de 1992.
El colofón del proceso chavista es siniestro, pues, hasta para todos aquellos que alguna vez se gozaron el golpe de ese día, hoy, la mayoría de ellos no tienen más hogar que el exilio.
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