Una de las muestras más visibles de la nueva economía en Venezuela es la proliferación de tiendas que venden productos de lujo.
Es lo que se llaman bodegas o bodegones, supermercados que venden productos importados en dólares a precios inalcanzables para la mayor parte de la población.
«El salmón noruego era cuatro veces más caro del precio que yo pago en Noruega», le dice a BBC Mundo Benedicte Bull, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Oslo y directora de la Red Noruega de Investigación de América Latina (NorLARNet) y la Academia de Gobernanza Global de Oslo.
Bull, que viajó recientemente a Venezuela, participó en un estudio hecho en colaboración con el Centro para la Investigación y Formación Obrera (CIFO), dirigido por Manuel Sutherland y Antulio Rosales, de la Universidad de New Brunswick, Canadá, llamada «Venezuela: de la crisis económica al capitalismo elitista bodegonero».
El análisis muestra cómo los bodegones se han transformado en un síntoma de la profunda crisis económica venezolana y sostiene que este tipo de comercios son la cara más visible de una «dolarización anárquica» de facto y de las nuevas desigualdades que existen en el país.
Desigualdades que se ven en las calles con la proliferación de vendedores informales conocidos como «buhoneros», en un país donde el 95% de los venezolanos son pobres, el 70% está en pobreza extrema y la desigualdad es más aguda que en países como Colombia o Brasil, según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Universidad Católica.
Si bien hace unos años la mayoría de los venezolanos no conseguía los productos necesarios para subsistir, ahora, que abundan, no puede pagarlos.
En BBC Mundo hablamos con la investigadora Benedicte Bull para tratar de entender cómo está cambiando la economía en Venezuela, que ha vivido un proceso de liberalización tras años de controles estatales.
La importación de productos, que siempre fue tradicional en una economía rentista petrolera como la venezolana, ha regresado a gran escala.
Desde hace unos años el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela ha venido impulsando reformas que fueron liberalizando la economía a través de distintos mecanismos. Un resultado de eso es la proliferación de los bodegones, tiendas que venden productos importados de lujo. ¿Por qué surgen estas tiendas?
Son el resultado de dos cambios de políticas. Una es la dolarización, en el sentido de que fue permitido el uso de dólares, y la otra es la excepción de aranceles. Se suponía que iba a ser un período breve, pero se ha extendido.
Con los bodegones se puede importar puerta a puerta, directamente desde el extranjero, para aliviar la escasez que ha existido por muchos años en el país. Se trata de excepciones a las regulaciones normales de aranceles.
¿Se hacen las transacciones comerciales exclusivamente en dólares?
No, también se hacen con bolívares, aunque la principal moneda son los dólares. Muchos de los productos tienen un precio alto, pero no todos. Son tiendas muy desreguladas.
¿Por qué usted califica estos bodegones como capitalistas?
Porque existe la noción de que el gobierno en Venezuela es socialista. Pero lo que vemos ahora es que la economía que está emergiendo está basada principalmente en el principio de obtener ganancias.
Venezuela no es un país socialista. Es un país con una economía capitalista bodegonera. La economía de los bodegones no está dirigida por el gobierno, no son negocios del Estado.
Lo que ocurre es que algunos de los dueños de los bodegones tienen el permiso para operar en base a contactos con el gobierno. Pero eso es diferente. En definitiva, no hay una lógica alternativa al capitalismo.
Sin embargo, no es el mismo capitalismo que opera en otros países…
Es una forma distinta de capitalismo de la que existe en otros países, donde el capitalismo está más regulado. En nuestras investigaciones estamos tratando de describir cómo funcionan algunos aspectos del sistema económico venezolano, pero aún es muy pronto para describirlo como una categoría en sí mismo.
Es un modelo capitalista, pero es muy diferente al capitalismo que tenemos en Noruega, el cual está muy regulado. Y tenemos espacios que no funcionan bajo una lógica capitalista, como la salud, la educación o muchos otros.
Ustedes plantean que solo algunos actores del sector privado tienen los permisos necesarios para importar y financiarse en divisas. ¿Qué paralelos tienen los bodegones con algunops de los procesos de liberalización ocurridos en la ex Unión Soviética o en China hace varias décadas?
Es bastante lejano a la experiencia en China porque no está presente un Estado fuerte. En este caso es el gobierno que trata de controlar, a través de canales informales en una manera muy personalista de regular, la economía, es decir, el monitoreo y las sanciones dependen de quién eres. No hay regulaciones que se apliquen a todos de la misma manera.
Respecto a la ex Unión Soviética hay algunos paralelos con lo que pasó después de que fuera desmantelada, con la creación de una economía capitalista bastante salvaje con las grandes privatizaciones. Una parte importante de la economía quedó finalmente en manos de unos oligarcas. Hay paralelos entre ese proceso y lo que está ocurriendo en Venezuela.
Hay privatizaciones, dolarización, apertura económica que está llevando a la creación de una nueva élite, una nueva forma de concentración económica. Hay un capitalismo que está generando nuevas desigualdades. Basta con caminar por las calles de Caracas para verlo.
¿Y cómo funcionan los bodegones en el día a día?
Comenzaron como tiendas pequeñas que vendían productos importados. Los llamaban la «economía de la Nutella». Luego fueron expandiéndose hasta convertirse en grandes supermercados de lujo donde puedes encontrar de todo.
Los precios siempre están fijados en dólares, aunque a veces se pueden usar bolívares para productos más baratos. Y cerca de la mitad de los trabajadores en los bodegones ganan su sueldo en bolívares.
Cuando he estado ahí he encontrado salmón noruego con el envase escrito en noruego, es decir, no son productos que estaban destinados a la exportación. Se importan directamente desde un negocio a otro negocio. El salmón noruego era cuatro veces más caro del precio que yo pago en Noruega.
¿Desde cuándo existen los bodegones?
Los bodegones más antiguos fueron creados hace unos seis años, pero la mayoría se ha creado durante los últimos tres años.
¿Quiénes son los clientes y quiénes son los dueños?
Los clientes son principalmente la élite que puede permitirse comprar en los bodegones. Pero encontramos que no todos los precios son tan excesivos, aunque obviamente no están al alcance de quienes ganan un salario en bolívares.
En ese caso, solo podrías comprar una soda y un par de chocolates con el sueldo mensual que reciben las personas que trabajan en el sector público. En el sector privado el salario ha subido mucho, pero aún ronda los US$100 mensuales, que equivale a un cuarto de la canasta alimenaria para una familia.
Sobre los dueños, no podemos realmente contestar esa pregunta a partir de nuestras encuestas. En nuestro estudio pudimos observar que la mayoría de las personas no tienen experiencia, o muy poca experiencia, en el sector comercial de los alimentos. Eso apunta a que hablamos de un nuevo grupo de empresarios.
Las historias que circulan y lo que hemos percibido es que los dueños forman parte de una nueva élite de personas que están conectadas de una u otra manera con el gobierno, pero nosotros no podemos afirmarlo con certeza científica.
¿Qué representan estos bodegones en relación al modelo económico que existe en Venezuela?
Por una parte, representan la desregulación de la economía. Es un fenómeno de estudio interesante. También representan cómo esta apertura económica no planificada produce nuevas desigualdades.
Usted dice que el capitalismo elitista de bodega está generando nuevas desigualdades. Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro asegura que la economía está en buen pie y que eso beneficia a todos los venezolanos. Por ejemplo, recientemente el país superó la hiperinflación y el Producto Interno Bruto ha mejorado su desempeño…
La principal razón del crecimiento económico es que ha aumentado el precio del petróleo y el hecho de que el gobierno ha encontrado algunas maneras de evadir las sanciones, aumentando la producción petrolera.
También ha crecido el flujo de remesas y se han flexibilizado los fuertes confinamientos por la pandemia.
Aunque la producción petrolera ha aumentado, de todos modos se mantiene muy por debajo de lo que llegó a generar antes del declive. Pero es cierto que ha mejorado.
No podría opinar sobre las razones precisas sobre por qué la hiperinflación ha disminuido, pero la apertura a las importaciones y el uso de dólares ha cambiado la situación, mejorando la provisión de bienes.
Por otro lado, el gobierno ha puesto en marcha un proceso de ajuste estructural que se relaciona con un menor gasto fiscal, apertura económica, privatizaciones. El gobierno además ha limitado la cantidad de bolívares circulando y ha amarrado el tipo de cambio a una tasa muy sobrevaluada. Eso ha contenido la inflación.
Y si estas políticas han mejorado la situación económica del país, ¿no se puede decir que de alguna manera están funcionando?
Si se mide el éxito como una estabilización económica a largo plazo, mejor calidad de vida para la mayoría de los venezolanos, reducción de la pobreza, en ese sentido esas políticas no están funcionando.
Probablemente se podría decir que sí están funcionando desde el punto de visto de una estabilización de corto plazo, pero no podemos hablar de una recuperación porque la economía está muy lejos de lo que era en 2013.
De todos modos no soy economista como para entrar en el detalle de la discusión económica, mi campo de estudio es desde la Ciencia Política.
En relación a este capitalismo elitista bodegonero que usted señala, ¿existen experiencias similares en otras partes de América Latina?
Lo que más podría acercarse, aunque no es lo mismo, son los negocios donde se compra con dólares en Cuba, los «diplomercados» que solo son accesibles para una pequeña élite y para extranjeros.
Venezuela está avanzando hacia la misma trampa en la que cayó Cuba en el sentido de operar con monedas paralelas que funcionan en la misma economía.
Cuba ha intentado encontrar maneras de salir de ese sistema, pero es muy difícil cuando ya ha sido establecido.
¿Hay ejemplos parecidos en Nicaragua?
Es muy distinto en Nicaragua. Por un lado, la relación entre el gobierno nicaragüense y el sector privado local ha sido muy distinta a la relación que se ha establecido en Venezuela.
Daniel Ortega ha tenido una relación muy cercana con la élite local. Yo diría que el gobierno de Nicaragua siempre ha sido socialista en el discurso, pero capitalista en la práctica.
En cambio en Venezuela hubo en algún momento un gobierno más socialista en un momento, pero después las cosas cambiaron.
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