Hace 17 años el psicólogo y coach motivacional venezolano Alberto Carrillo perdió la vista luego de un accidente de tránsito en el puente de la Avenida Boyacá, mejor conocida como la Cota Mil, a la altura de Altamira. Para ese entonces, tenía 18 años y la esperanza de que en unos meses volvería a ver. Estaba equivocado. Aunque los médicos no le dijeron que el daño sería permanente, algo dentro de él intuía que no recuperaría el sentido de la vista. Solo le quedaba adaptarse a la nueva realidad y sobrellevar el cambio poco a poco.
El proceso no fue fácil para el también atleta de 35 años de edad, actualmente residenciado en Bogotá. «Fue difícil, muy difícil. Llegué a pensar en quitarme la vida, pero me di cuenta de que aunque no tenía la vista nada había cambiado. Tenía a mis amigos, a mi familia, me iba bien económicamente y podía seguir adelante. Con todo y lo malo de perder la visión pude adaptarme poco a poco a mi nueva realidad», cuenta.
La tragedia trajo a su vida un gran aprendizaje, una nueva forma de comprender el mundo y la inspiración que lo motivó a estudiar Psicología en la Universidad de la Sabana en Bogotá. En el camino tuvo muchos tropiezos y enseñanzas, pero, al final, también logró la meta de convertirse en psicólogo. Se graduó y abrió su propia empresa, Ganar o ganar, a través de la cual ofrece conferencias.
Hace dos años, con la llegada de la pandemia, Alberto Carrillo se propuso una nueva meta: correr un maratón. Se ha caído muchas veces, incluso lo han atropellado en el intento y, sin embargo, este año se convertirá en el primer venezolano invidente que participará en el maratón de Miami. Será el 6 de febrero.
Celebrar las pequeñas victorias
Para Carrillo uno de los grandes aprendizajes que obtuvo de su travesía fue aprender a celebrar las pequeñas victorias que lograba porque significaba que estaba un paso más cerca de la meta final.
«A pesar de todo yo les digo a las personas que esto que me pasó fue una enseñanza. Antes del accidente miraba a las personas por encima del hombro y aprendí a ver a través del corazón. Cuando me vine a Colombia, completamente solo en 2010, decidí ir a visitar a un psiquiatra. Él me dijo que me entendía. Y yo le respondí: ¿me entiendes? ¿Has quedado ciego alguna vez? ¿Has tenido un duelo así? Su respuesta fue no. Desde ese día decidí que apoyaría a las personas con discapacidad o a las personas que han tenido un duelo, apoyarlas a ser más resilientes. Fue entonces cuando decidí estudiar Psicología», relata.
Fue bastante difícil. En ese entonces no existía la tecnología de hoy en día para los invidentes. «El BlackBerry estaba de moda y todos lo usaban menos yo. Pero poco a poco me fui adaptando y aprendiendo a hacer las cosas sin ver», comenta. En la universidad lo aceptaron y le dijeron que apoyaban la diversidad. Sin embargo, comenta, no estaban preparados para eso. «Yo fui el conejillo de indias. Fue difícil», afirma.
A Carrillo lo mantuvo motivado su personalidad. Se considera una persona extrovertida, capaz de pedir apoyo cuando lo necesita. «La discapacidad te hace pedir mucho apoyo, creo que la gente no lo hace y yo lo hago para todo. Creo que cuando pides apoyo llegas más lejos y más rápido. Me apoyé mucho en las personas pero fue muy difícil. Por un momento quise dejar la carrera, pero empecé a valorar las pequeñas victorias que tenía y entendí que aunque me reprobaban 4 materias lograba pasar 1. Vi esas pequeñas victorias como un gran triunfo».
Al principio lo reprobaron por no poder leer una fotocopia. Le dijeron que tenía que buscar a alguien que lo ayudara, pero no todo el mundo tiene tanto tiempo para eso. «Hasta llegué a pensar regresar a Venezuela», relata. Pero no desistió y lo logró. Se graduó como psicólogo en un país donde, dice, es muy difícil que contraten a la persona si tiene alguna discapacidad. «Ese fue otro momento de mi vida donde pensé en quitarme la vida. La discapacidad es un espejo donde nadie quiere verse, nadie me daba la oportunidad de trabajar. Así que decidí montar mi propia empresa», cuenta.
En Ganar o ganar, Carrillo busca dar su mensaje de resiliencia al mundo a través de conferencias. Pero la pandemia llegó para cambiar el rumbo de su vida una vez más.
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“¿Por qué no?”
Ante la inminencia del covid-19 y la cuarentena para evitar los contagios, Alberto Carrillo buscó una nueva meta en la cual invertir su tiempo. Fue entonces cuando una amiga, que quedó cuadripléjica en un accidente en Venezuela, le pasó un video corriendo un maratón en Miami. «Me dije a mí mismo: ¿por qué no? Llamé a mi mejor amiga, que estaba metida en la movida del triatlón en Cartagena, y me motivó a comenzar», comenta.
Para lograrlo, Carrillo tuvo que buscar un entrenador. Quería empezar a correr, así fuera agarrado de la mano con alguien más. Recurrió a YouTube para ver cuál era la técnica que se usaba. Y así fue. Dio un paso, luego otro. «Comencé dándole vueltas a la cancha de baloncesto, dos vueltas, luego cuatro, luego diez. Luego quise correr un kilómetro, luego 10. Fui a Medellín y corrí 21k en la media maratón de 2021 y me dije: ¿por qué no llegar más lejos? Seguí adelante aunque me he caído muchísimas veces, me han atropellado dos, el reloj se me ha dañado dos veces, muchos audífonos míos han volado por los aires y me he lesionado», cuenta.
Ahora, se siente muy preparado para el maratón de Miami, donde correrá 42 kilómetros el 6 de febrero.
«Ha sido un aprendizaje muy grande, he llorado mil veces y me duelen las piernas, pero no me arrepiento. Me sigo proponiendo metas más grandes, voy a los 42k de Miami. También voy al Ironman de Cartagena, en diciembre, que contempla tres disciplinas: atletismo, natación y ciclismo. Ya empecé a entrenar en el nado y he logrado hacer 1800 metros en una hora», expresa.
Cada vez que se cae, Carrillo se vuelve a levantar. Aunque no pueda ver, afirma, siente el frío de la ciudad y el calor de las personas que lo apoyan. «Todos los sueños se pueden cumplir. Yo todavía no tengo la bicicleta, pero me voy a inscribir igual en el Ironman, me tengo demasiada fe y sé que la voy a conseguir aunque no sé cómo todavía», comenta.
Y concluye: «Quiero llevar un mensaje de resiliencia a todas las personas, que tu plan b, c, d o e sean todos echarle ganas al plan A. Todo se puede lograr con perseverancia y disciplina, se puede correr sin ver. La peor discapacidad es la mala actitud. Creo que el mundo debería jugar más a ganar, ganar. No a perder».
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