A veces nos encontramos en nuestro recorrido por la vida con situaciones que nos obligan a tomar decisiones. Algunas, para lograr objetivos determinados, otras para conciliar momentos y un puñado de ellas, que son tan simples que nos ayudan a definir el día a día. Sin embargo, no todo es así de fácil en la interacción entre hombres y mujeres. Más si hay intereses por el medio, a eso se le suman igualmente, ambiciones, codicia y miseria humana.
De allí nace la deslealtad, la alevosía, elementos que son los ingredientes para construir el engaño, la mentira, que logran llevar a esas personas a la meta de la ingratitud, la vileza y el perjurio, que concluye inefablemente en la teoría de la traición. Pero, comenzamos con los peros, los traidores tienen la santa voluntad de afirmar que no todo es traición, porque no existe una moral y unos principios sólidos. Por lo tanto, piensan que la infidelidad es mera semántica, y vista desde diferentes perspectivas, para algunos es un acto de honor. Un ejemplo, aquellos que justifican dar golpes de Estado, llamándolo asonada militar y rebelión popular. ¿Recuerdan el 4 de febrero de 1992? ¿Fue así? ¡Piensen amigos!
Para el traidor no existe la lealtad, sino aquella que pueda saciar sus ambiciones. La fidelidad es un simple galimatías, porque lo que importa es lograr las aspiraciones, sin importar qué caminos hay que recorrer. Por lo tanto, los delitos los cometen otros, porque su alevosía está justificada, por un bien mayor, el suyo. No le importa pintar en su lienzo pinceladas de desconfianza, ya que en esa pintura el traidor jamás será retratado.
El alevoso, por lo tanto, va construyendo palmo a palmo el camino que va a recorrer, pero sin dejar de ver por encima de su hombro, en una espera angustiante que alguien lo ataque por la espalda, ya que el felón haría exactamente lo mismo. Por eso expresa su paranoia persecutoria, viendo enemigos a diestra y siniestra, sin saber quién es el fiel y solidario, o quién es el ingrato delator. Porque la maldición de cualquier traidor es sufrir eternamente de manías persecutorias, a veces llegando el momento de dudar de sí mismo, porque su afán de convertir la mentira en verdad, lo lleva a realizar cualquier tipo de malabarismos. Pero, segundo pero, el Judas para poder tener cierta tranquilidad se dedica a comprar fidelidades, porque lamentablemente muchas personas tienen un precio ya determinado y se venden al mejor postor.
Todo lo anterior me sirve como preámbulo para entender ciertas declaraciones que diera el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, que señaló, palabras más, palabras menos, que Rusia, para garantizar su seguridad, evalúa el envío de misiles a Cuba y Venezuela. Antes de continuar, me gustaría realizar un ejercicio de ideas. Se imaginan si un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos dijera que van a colocar misiles en Colombia o en Curazao para poder garantizar su seguridad como nación, la postura que hubiera asumido Nicolás y todo su combo, además de vociferar hasta la afonía improperios contra el imperialismo yanqui.
En vez, ante las declaraciones de Moscú, ni se inmutaron, asimismo, que es una flagrante violación a nuestra soberanía nacional que otro país disponga de nuestra nación, convirtiendo a nuestra patria en una simple colonia, en el cual debemos recibir instrucciones del Kremlin, sin catalogar las intensiones rusas como el más fiel imperialismo posoviético. ¿Quién es el traidor en este caso? ¡Piensen amigos!
Ya los rusos están a la puerta de un conflicto en Europa del este, por haber amputado parte de Ucrania, cuando les quitó la península de Crimea. Además, financiando a grupos pro rusos, para dividir el país, ya que el gobierno ucraniano tenía la disposición de ingresar a la Unión Europea y sumarse a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Por otro lado, tenemos a Vladímir Vladímirovich Putin, que no es el más tolerante de los gobernantes en el mundo, mantiene una posición férrea con respecto a la expansión de la OTAN, porque mermaría su poder y mostraría a todos que es un simple tirano, que para seguir gobernando, necesita activar de nuevo la guerra fría.
Volviendo a Dimitri Peskov, este funcionario simplemente siguiendo instrucciones de Putin, sirvió como caja de resonancia a las declaraciones dadas por el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, que no refutó que la madre Rusia está considerando emplazar misiles tanto en nuestro país como en Cuba.
Hablando de Cuba, no hay que olvidar que ya en el lejano octubre de 1962, en San Cristóbal, Pinar del Río, había bases militares soviéticas, lo que conlleva a la crisis más importante del siglo XX, llamada “crisis de los misiles”. ¿Y los cubanos dicen que tienen independencia y luchan contra el imperialismo? ¡Piensen amigos!
Pero, tercer pero, a pesar de las declaraciones de los diferentes voceros gubernamentales de Rusia, ya en Venezuela hay rusos. Por un lado, ustedes creen que esa cantidad que van a la isla de Margarita, supuestamente a veranear ¿regresarán a Rusia? Y estamos hablando de unos cuantos miles. Además, ya tienen tiempo participando en diferentes operaciones militares conjuntas.
No obstante, para entender un poco esta nueva realidad, hay que hurgar en el pasado reciente, cuando Hugo Rafael optó por la compra de los fusiles Kaláshnikov para buscar un acercamiento hacia Rusia, porque en su cabeza rondaba la idea que había que construir un orden multipolar, pero lo que hizo fue abrazar a otro imperio intervencionista. No hay que olvidar la llegada al país delos bombarderos Tupolev, que aterrizaron en Maiquetía, como muestra de la férrea alianza entre los dos países. Asimismo, hay personal técnico ruso, que asesoran a nuestros militares, porque recuerden que muchos de nuestro apresto, es de ese país, desde los ya mencionados fusiles, como los helicópteros Mil Mi-17, así como los aviones de combate Sukhoi.
Pero, otro pero más, volviendo sobre el tema de los traidores, vamos a recordar la retórica del comandante eterno, hablando peste del imperialismo estadounidense, del intervencionismo, que si esto que si lo otro, pero terminó abrazando otra forma de colonialismo, el más sangriento y déspota, representado por Putin y toda su camada de tovarishch, que lo precede toda una ideología de la imposición de las ideas por la fuerza bruta y la dominación más abyecta, solo con la finalidad de hacerse de los recursos sean naturales como otros, creando alianzas por conveniencias personales, sin importar las penurias del pueblo. ¿Y los chavistas hablan de soberanía?, no me jodan. Vuelvo a repetir, ¿quién es el traidor en este caso? ¡Piensen amigos!
Estas dos décadas que hemos estado sumidos en la revolución bolivariana, los apóstoles del proceso han convertido la traición en su terreno reservado para engañar al pueblo, por lo tanto, no hay moral ni principios que respeten, porque como lo dijo Hugo Rafael una vez, “el revolucionario está por encima de la esencia humana”, en una de sus tantas alocuciones.
Por lo tanto, traicionar para un comunista es la expresión máxima de su pragmatismo, porque lo que vale es llegar al poder a como dé lugar, por consiguiente, diseñan un modelo de traiciones revolucionarias que consisten en la creación de constantes ilusiones y engaños, para convertir mentiras en verdades y llegar así a la conciencia del pueblo, diciendo lo que ellos necesitan y desean oír, para mantener la esperanza. Así que, la traición se convierte en un sistema de gobierno. Ya la verdad no existe, sino aquella que divulga el Estado a través de largas cadenas de radio y televisión, avasallamiento informativo en las redes sociales y voceros que no paran de hablar de cualquier tema como si fueran expertos.
La mentira, junto con el miedo, es el pegamento que une a toda la ideología de izquierda, vendiendo falsas esperanzas, culpar a otros de su incompetencia y vender un futuro irrealizable. Esa es la máscara del buen revolucionario, que con su supuesta moral e identificación con los desposeídos, los convierten en personas idóneas para dirigir las riendas de un país, pero en realidad lo que buscan es salir de su pobreza personal, porque les encanta vivir como capitalistas. Es una plusvalía ideológica, que representa el colmo de las traiciones.
En pocas palabras, traicionar, ser traidor y propiciar deslealtades es la conducta permanente de aquellos que se aferran a ideas de izquierda. Solo son capaces de originar infidelidades y falacias, para disfrazar su legitimidad, para dinamitar así las bases democráticas de un país y suprimir la capacidad de discernir del pueblo.
Como ciudadanos, estamos en la obligación de luchar, en paz y sin violencia, pero con determinación, contra cualquier régimen que soslaye la libertad, en el cual impera la corrupción y el deterioro de toda una nación, en donde el que manda es el terrorismo de Estado, para apaciguar así el anhelo de cambio que grita el venezolano. Amigos, no olviden, ¿quién es el traidor?
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