Rusia añadió el martes al principal opositor al gobierno, Alexéi Navalny, a la lista negra de «terroristas y extremistas», un avance en la represión hacia las voces críticas del poder del Kremlin.
Navalny, que lleva más de un año encarcelado, y una de sus más cercanas colaboradoras que está en el exilio Liubov Sobol, fueron colocados en la lista del Rosfinmonitoring, el servicio de vigilancia financiera del país, constató la AFP.
Según el Fondo de Lucha contra la Corrupción, organización de Navalny, que está proscrita desde junio, y al menos otras nueve personas vinculadas al movimiento también fueron añadidas a la lista.
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Esta decisión se enmarca en un contexto de creciente represión contra la oposición en Rusia, tanto contra políticos como a medios y actores de la sociedad civil críticos con el presidente Vladimir Putin.
A mediados de enero, otros dos importantes colaboradores de Navalny, Ivan Jdanov y Leonid Volkov, que también se exiliaron, fueron incluidos en la lista negra.
En este registro incluye a miles de personas y organizaciones prohibidas en Rusia, como por ejemplo el grupo yihadista Estado Islámico o los talibanes afganos.
Un aumento de la presión
Navalny fue detenido el 17 de enero de 2021 a su llegada a Moscú, tras meses de convalecencia en Alemania después de haber sido envenenado en Siberia, un hecho del que el opositor responsabiliza a Putin.
Rusia no ha abierto una investigación sobre este intento de asesinato y considera que no hay pruebas ya que afirma que Alemania no ha compartido los análisis médicos realizados a Navalni.
Este acérrimo opositor al Kremlin de 45 años de edad fue condenado a su regreso a Rusia a una pena de dos años y medio de cárcel por un caso de «fraude», una acusación que denunció que está motivada políticamente.
Su condena suscitó un aluvión de críticas internacionales y de nuevas sanciones occidentales contra Rusia.
Además, importantes instituciones como el Parlamento Europeo expresaron su apoyo a Nalvany, quien recibió en 2021 el premio Sájarov de defensa de la libertad de conciencia.
Pese a estar en prisión, Navalny sigue instando a los rusos a mantenerse firmes y aseguró este mes que «no se arrepiente ni un segundo» de haber regresado a su país.
Su arresto desató varias jornadas de protestas hace un año, pero estas manifestaciones fueron reprimidas con violencia.
En junio su movimiento político fue prohibido y acusado de «extremismo». El propio Navalny es objeto de nuevos procesos judiciales por acusaciones de «extremismo», una causa que podría mantenerlo en prisión durante años.
A la represión de los partidarios de Navalny le siguió una campaña contra los medios críticos y las oenegés, que fueron designadas como «agentes extranjeros» una denominación que complica su trabajo y las expone a problemas judiciales.
En diciembre la emblemática ONG Memorial, que trabaja por la defensa de los derechos humanos y la protección de la memoria de los gulag, fue prohibida por la justicia acusada de no haber cumplido con la controvertida ley sobre los «agentes extranjeros».
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