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El Tiempo: «Maduro intenta mantener su coalición ante presión internacional»

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El pausado diálogo con la oposición, la reciente derrota en las elecciones de Barinas, la presión de la Corte Penal Internacional exigiéndole respuestas a los crímenes de lesa humanidad ocurridos bajo su mandato y hasta la creciente tensión entre Rusia y Estados Unidos, tienen al gobierno de Nicolás Maduro en una máxima alerta y que parece ser una prueba de fuego para demostrar qué tan débil o fortalecido está ante sus propias filas chavistas.

Maduro ante el 2022

Este 2022 parece asomarse con complicaciones para Maduro por cuenta de, entre otros, temas fronterizos, armamentísticos y geopolíticos. Esto sin dejar de lado aspectos económicos y sociales al interior de un país que se mantiene rezagado en medio de la pandemia.

La reciente derrota en el estado natal de Hugo Chávez, Barinas, es un duro golpe para el gobierno, aunque en lo comunicacional no se demuestre o intente maquillar. Lo cierto es este episodio que ha traído una diferencia que viene nuevamente a colación: el chavismo versus el madurismo.

Para el politólogo venezolano Walter Molina existe una división que es de notar dentro del gobierno bolivariano y quedó claro en los comicios de Barinas.

“Ahora mismo podríamos hablar de madurismo y chavismo como dos caras de una misma moneda, pero con claras diferencias”, dice el analista.

No es la primera vez que se mencionan estas dos alas del poder. Ya en las primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), a mediados de 2021, para elegir a los candidatos a las regionales se evidenciaron los quiebres al interior del movimiento.

El mismo Nicolás Maduro llamó la atención a la militancia en varias oportunidades sobre ese aspecto. Además, en la misma “cuna de la revolución” las peleas públicas estuvieron a la orden del día entre grupos enfrentados que defendían la continuidad de la familia Chávez, pero con representantes distintos.

Frente a esto, Molina cree que la fortaleza de Maduro dependerá de mantener su coalición unida, es decir a los que son leales a ese madurismo.

«al menos con el fin de no perder el poder y todo lo que ello podría significar», señaló.

Las tres ‘R’

En la presentación de su memoria y cuenta anual, el gobernante lanzó lo que llamó las tres “R”, dándoles el significado de “resistencia, renacimiento y revolución”. Todo con miras a un plan de gobierno para el período 2022-2030.

Según el mandatario, la dirección de esta propuesta es para «resistir el bloqueo» impuesto por Estados Unidos, “renacer del espíritu de la patria” y “revolucionar todo para hacerlo mejor”.

Con esta propuesta se ve a un Maduro cada vez más cercano a sus leales, como por ejemplo el presidente de la Asamblea Nacional electa en 2020, Jorge Rodríguez, y la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez.

Mientras que el más cercano a la familia Chávez, Jorge Arreaza, resultó derrotado en Barinas y por los momentos está desplazado de cualquier cargo en el tren ministerial.

CPI y Maduro

Ahora, a lo externo el gobierno venezolano comienza a tener más presión. La CPI dio un plazo de tres meses para que la administración de Maduro presente los avances sobre los crímenes de lesa humanidad contemplados en el expediente “Venezuela I».

Pero, cómo explicó Delsa Solórzano, presidenta de la Comisión de Justicia y Paz del parlamento presidido por Juan Guaidó, no es una concesión que hizo la corte, sino que, por el contrario, es presión para que esa investigación continúe.

“La CPI no se deja engañar por las pretensiones de la dictadura de simular una falsa reforma del sistema justicia”. Así lo dijo Solórzano.

Y esto se debe (el plazo de tres meses) a que el 16 de enero el país debía rendir cuentas a la corte, pero, el 3 de enero Venezuela solicitó al organismo más detalles sobre las acusaciones y 10 días después recibe respuesta por lo que según el documento signado por el fiscal Karim Khan, los lapsos sin duda impedían la diligencia del Estado acusado.

Sin mucha presión interna por parte de la oposición venezolana, aun intentando organizarse y agruparse, pareciera que el camino internacional sigue siendo el más fuerte. La presión de Estados Unidos y la CPI le dan a Maduro un “lapso de maniobra muy limitado para acciones contundentes”, explica a este diario el politólogo Daniel Arias.

Putin

Arias también cree que un problema importante para el mandatario podría ser “verse entrampado dentro de la política de enfrentamiento de Vladimir Putin con Estados Unidos” debido a que esto podría llevar a una acción más contundente del gobierno de norteamericano contra el régimen chavista.

Los retos también se presentan para la oposición. El politólogo Walter Molina considera que la tarea de los factores adversos es precisamente la de generar un quiebre dentro de la coalición chavista dominante.

“Sin lograr eso veo poco probable que Maduro y su entorno piensen en entregar el poder, así sean derrotados en elecciones”, dice.

Molina reafirma la necesidad de esa presión interna que debe ser ayudada por un posible restablecimiento de diálogos en México, la exigencia de la CPI y acercamientos con los estadounidenses.

El mismo embajador de Estados Unidos para Venezuela insiste en la necesidad de que se retome la mesa de diálogo en México. Pero las condiciones desde Caracas es que sea liberado el empresario colombiano Alex Saab, algo que dista mucho de la realidad.

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