La oportunidad llegó cuando menos lo esperaba, tras años de sacrificios y trabajo duro en una ciudad tan competitiva como Los Ángeles. Un amigo lo puso en el radar de Germaine Franco, compositora principal de la banda sonora de Encanto, la más reciente película de Disney. Su trabajo previo habló por él: los arreglos que ha hecho para Los Amigos Invisibles, su trabajo con la Movida Acústica Urbana y la música que ha realizado para cine y televisión. Así fue cómo Álvaro Paiva Bimbo se convirtió en uno de los compositores musicales del filme que es considerado uno de los favoritos para ganar el Oscar sin conocerse aún las nominaciones.
El equipo no era grande, apenas tres compositores. Paiva se desempeñaba como programador adicional, que en la práctica se traduce en la persona encargada de escribir música adicional para las escenas de la película. Todo basado en los temas que componía Franco. Un trabajo de equipo, recuerda el venezolano. «Hice todo lo que tenía que ver con música tradicional colombiana y latinoamericana: tangos, sones, bambucos y, por supuesto, los joropos», cuenta el músico.
Para el venezolano trabajar con Disney ha sido una experiencia enriquecedora y a la vez muy intensa, pues las jornadas de trabajo eran de hasta 14 horas. «Hay que ser muy rápido en tu oficio porque esto también es un negocio, es algo que supone mucha presión y hay que saberlo manejar para que no te quiebre. Hay que estar muy enfocado en cuál es tu rol», dice. Sin embargo, asegura que disfrutó mucho el proceso, pues tenía la oportunidad de ver cómo, poco a poco, los detalles de las animaciones y la historia tomaban forma. «Es un trabajo muy lindo y uno como venezolano e inmigrante conecta mucho con la trama», afirma.
La banda sonora de Encanto se ha convertido en una de las más exitosas de Disney. La canción “We Don’t Talk About Bruno” es el primer tema de una cinta de la compañía del ratón en llegar al cuarto puesto de la lista Billboard Hot 100 en más de 26 años, superando al tema “Let It Go”, de Frozen, que llegó al número 5 en 2014. Para Paiva esto es satisfactorio y difícil de creer, ya que durante el proceso no pensaba en este resultado. «Yo lo veo ahora y siento como si eso lo hubiese hecho otra persona. Es raro. Estoy súper agradecido con Dios».
Haber trabajado para Disney representa un hito en la carrera del músico de 46 años de edad, pues afirma que Los Ángeles, donde reside desde 2017, es una ciudad muy competitiva en la que hay muchos compositores que buscan un espacio en la industria. «Todos necesitamos una oportunidad para mostrar lo que traemos y que me haya tocado a mí es una bendición de Dios. Estuve mucho tiempo tocando la puerta. Me tomó más de cuatro años participar en un proyecto de un estudio grande y tuve la suerte de que fuera el más grande», asegura.
Paiva Bimbo señala que es un proceso que toma tiempo y cuánto demore no determina si alguien es bueno o malo. «Hay mucha gente esperando trabajar, sobre todo en la composición, que es una de las pocas áreas de la música en las que todavía hay dinero porque las demás se han deprimido y es algo que me preocupa mucho», asegura. «La composición para cine y televisión es un área en la que todavía hay dinero y regalías, por eso mucha gente viene para acá buscando hacer carrera y lograr vivir de eso. Es algo muy duro».
Aunque Encanto ha sido uno de los proyectos más grandes en los que ha trabajado hasta ahora, se siente igual de orgulloso con su trabajo en Disney y con lo que hizo con ensamble Kapicúa, por ejemplo. Desea que su participación en el filme le dé visibilidad a los proyectos en los que ha trabajado antes y a quienes contribuyeron en su crecimiento como músico. «No le voy a dar más peso al trabajo que hice con Encanto porque es muy popular, quisiera que esto le permita a las personas ver todo el trabajo que he hecho para llegar hasta aquí y a las personas por las que llegué. Quiero que escuchen a Henry Martínez, que me parece el compositor más importante vivo que tenemos, y a Aquiles Baez».
Sobre la industria del entretenimiento, el venezolano considera que no es amigable con los latinos, pero tampoco es hostil. Cree que es una industria que suele encasillar a las personas, que no les da la oportunidad de probar otras cosas. «Creo que es un sitio al que tienes que venir, probar y tocar la puerta hasta que te abran. Yo soy una persona que, gracias a la crianza que me dio mi mamá, tengo mucha confianza en mí. Y eso, aunque no es lo único importante, es necesario», afirma. Por esto siente una gran responsabilidad por hacer su trabajo lo mejor posible para hacerle el camino más sencillo al que venga detrás.
Al mudarse a Los Ángeles, hace cuatro años, Álvaro Paiva, que ya tenía una carrera y un nombre en el mundo del entretenimiento venezolano, pensó que introducirse en la industria estadounidense no sería tan difícil. Pero le tocó enfrentar la realidad y empezar de cero. «Subestimé eso y pensé que bastaba con mi experiencia y mi capacidad artística para llegar a donde quería llegar».
También fue un shock para él darse cuenta de que muchas de las personas que tomaban las decisiones no basaban su criterio solo en el arte, sino en cuánto dinero puede generar un proyecto. Al final, se trata también de un negocio. «Las personas que deciden piensan en hacer dinero para unos inversionistas que en vez de meter su plata en la bolsa lo metieron en una película. Por eso siempre ves a los mismos actores».
La experiencia migratoria de Álvaro Paiva no ha sido negativa, todo lo contrario. Viajar y tener la oportunidad de vivir en lugares como Nueva York y Los Ángeles le ha permitido crecer personal y profesionalmente. «Ha sido una experiencia de crecimiento maravillosa porque tengo amigos tan queridos por todo el mundo, que se han vuelto familia. También he aprendido a ver cómo funcionaba el mundo porque siento que mi generación creció de una manera que era como una fantasía. Por otro lado, la música de cada sitio me ha hecho mejor músico».
No siente nostalgia por Venezuela, por cosas de las que prefiere no hablar; sin embargo, le gustaría ver mejor al país. Sobre la movida musical, dice que le sigue la pista, pues considera que hay muchos músicos talentosos haciendo cosas interesantes. «Cuando escucho cosas como las que hace Vargas, Onda Guara, Jorge Torres, Los Mesoneros, siempre estoy muy contento por todo lo que han logrado. De hecho mantengo buena amistad y comunicación con muchos. Pienso que la comunidad musical en Venezuela siempre fue muy ecléctica y es caldo de cultivo para muchas cosas interesantes», asegura.
Aunque ha trabajado como productor, compositor y arreglista, prefiere identificarse como creador de arte, más allá de lo que esté haciendo en el momento. Un aspecto que considera lo distingue es que es muy selectivo con los proyectos en los que trabaja. «Si me llamas para que te haga el arreglo del reguetón nuevo que dice que ‘te baje la faldita’, te voy a decir que no, porque yo no soy ese. O si tocas el violín muy mal y me pides que le haga los arreglos a tu disco, te voy a decir que no porque yo tengo un compromiso con el arte que va más allá de mi época. Me gusta pensar que en los proyectos en los que participo hay algo que tiene valor».
Sobre hacia dónde va su carrera, Paiva Bimbo asegura que está orientada hacia la composición para cine y televisión. «Estoy muy enfocado en eso a pesar de que sigo componiendo para orquestas o solistas y sigo produciendo. En lo que cada vez estoy trabajando menos, y no me gusta, es como ejecutante».
Para Álvaro Paiva ver su nombre en los créditos de una película como Encanto es una forma de retribuirle a su familia y a sus maestros todo lo que le dieron. «Cuando la vi por primera vez pensé en todos los sacrificios que hizo mi mamá para que yo estudiara música y en mis maestros en Venezuela. Aquí el nivel es tan alto. Mis maestros me dieron todo para mi formación. Yo pensaba: ‘¿qué probabilidad había de que yo llegara hasta acá?’ Porque no fui el músico más destacado de mi generación. Para mí este proyecto es una manera de honrar todo lo que ellos me dieron”, finaliza Paiva.
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