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Barinas: lo bueno, lo malo y lo feo (o per un pugno di dollari)

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Guardando las distancias en cuanto a escrituras y pronunciaciones entre el idioma español y el italiano, me parece escuchar a lo lejos a Luciana “il mio primo amore”, cuando como buena friulana me gritaba: “¡La gramática, Carlo, la gramática!”. En realidad debería titularse mi artículo como la película El bueno, el malo y el feo. Por eso hice alusión a la gramática, al cambiar los artículos “el” por “lo”.

Obvio, que no me voy a referir a mi pasado, ni al filme ni a la magistral composición del maestro Ennio Morricone para la película. Simplemente porque nada tendrían que ver con Barinas. “La música non è per tutti”.

Pero sí quiero referirme a las elecciones ocurridas este pasado 9 de enero, con las pocas variables que conozco y desconozco, así como también a un posible revocatorio cercano en el mandato del ciudadano Nicolás Maduro. En este aspecto, debe necesariamente coincidir con la percepción del profesor Ángel Oropeza, cuando se refiere a que muchas de nuestras acciones o conclusiones tienden a tener la hipertrofia simplista de la monocausa (na’ guará profe, eso me quedo tan bonito, que parezco culto e inteligente).

El simplismo para las soluciones complejas fue y sigue siendo el primer paso para el fracaso. Buscar una solución sencilla para problemas complicados es la sinrazón del método cognitivo y una fórmula para el fracaso. El experto petrolero como lo fue Alberto Quiroz Corradi – me disipó la duda – al ocupar la dirección del mejor periódico de Latinoamérica, como lo es El Nacional, siendo elegido para ese cargo, nos  dio cátedra con sus editoriales, con perfecta sincronía entre la redacción y el talento gerencial, sin nunca antes haber sido parte del mundo de las letras. Un gerente es un gerente. «Très bien», expresaría el detective favorito de Agatha Christie.

Un ejemplo más ilustrativo en el mundo lo encontramos al leer la historia de cómo Steve Jobs convenció a Jhon Sculley para abandonar a Pepsico, y que fuese el  CEO de Apple. ¡Y es que hay personas tan capaces y preparadas que asombran! También hay quienes al parecer por ignorancia y arrogancia se olvidan del viejo refrán “Ni da virtud la riqueza, ni quita la pobreza”.

Sin dar más rodeos, sobre la similitud que quiero expresar en cuanto a los principales protagonistas del drama de Barinas, les entrego un resumen adaptado a la cinematografía citada. Excluyo al candidato del gobierno, a las dádivas y todos esos abusos de poder, así como a las intenciones de revertir los resultados con la metodología que acostumbran. Simplemente porque no hay ningún tipo de talento o ninguna pizca de inteligencia, en el comportamiento de esos bellacos inmorales que carecen del mínimo de células grises para entender, las ironías y sarcasmos. ¡Dios me los bendiga, diría mi compadre Leo!

Lo bueno: la unificación de todos los sectores democráticos – Claudio y Bernabé aparte- para coincidir con la representación en un solo liderazgo, Sergio Garrido. Muchos le apoyaron con su voto. Quizás por venganza, quizás por descontento, quizás por desesperación de todos para darle el triunfo a un hombre bueno. Sin duda fue un buen candidato. Él fue ese hombre noble y sencillo que supo unificar los descontentos y las desvirtudes de un régimen, justó en la tierra del profeta.

Lo malo: pretender extrapolar esa victoria, efervescencia ciudadana – o del pueblo- para capitalizar un número que asegure un triunfo en la revocación del mandato del señor Maduro. No es tan simple. Primero hay que unificar los objetivos y valorar las estrategias.  La política es para quienes han estudiado o se han instruido en las ciencias y en el arte de la política.

Lo feo: ese drama dantesco de quienes se arrodillan con la boca abierta o se colocan en posición genupectoral ante sus proveedores. Personajes que carecen de la más mínima capacidad para entender que son bufones del gobierno. Arlequines fofos, sin destellos de moralidad, vividores perennes de un estado patriarcal.  Peones que transitan por nuestra geografía, sin aportar ni lo que cagan como abono para la siembra. Simplemente porque no pueden aportar ni los detritos que generan, porque se les van al cerebro. Donde se reproducen y multiplican, como larvas en un estanque sin vida.

@CarluchoOJEDA

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