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Los datos son la clave (II)

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I

«¡Necesitamos crear miedo!». Eso fue lo que le dijo Al Gore a Hans Rosling al comienzo de su primera conversación sobre cómo enseñar sobre el cambio climático. Era 2009 y se encontraban tras bastidores en una conferencia TED en Los Ángeles. Al Gore le pidió que lo ayudara utilizando los gráficos de burbuja de la Fundación Gapminder (fundada en 2005 por Ola Rosling, Anna Rosling Rönnlund y Hans Rosling) para mostrar el impacto del peor escenario derivado de un aumento continuo de las emisiones de CO2.

Un par de años antes, el Premio Nobel de la Paz 2007 le había sido otorgado conjuntamente al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) y Al Gore «por sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático provocado por el hombre, y para sentar las bases para las medidas necesarias para contrarrestar ese cambio».

Tal petición de Gore la refiere Hans Rosling a partir de la página 196 de su libro Factfulness: Ten Reasons We Are Wrong About The World And Why Things Are Better Than You Think (Sceptre, Great Britain, 2018). Dicha página  es parte del capítulo 10, en donde Rosling trata el instinto de la urgencia.  Según Hans Rosling y por el sinnúmero de razones expuestas hasta ese punto en su libro, el miedo (el cuarto instinto) más la urgencia (el décimo instinto) dan lugar a decisiones estúpidas y drásticas con efectos secundarios impredecibles.

Añade Rosling que tampoco le gusta la exageración: la exageración socava la credibilidad de los datos bien fundamentados. La exageración, una vez descubierta, hace que la gente se desconecte del hecho por completo. En cualquier caso, las preferencias de Rosling se orientan a mostrar, todo tiempo toda circunstancia, toda la información posible, tanto del caso base como de los escenarios extremos (mejor y peor). Por cierto, Rosling le negó a Gore el uso de sus cifras y gráficos para producir miedo.

II

Ébola es el nombre de un río que ubicado a unos 111 kilómetros del pequeño poblado de Yambuku situado en la provincia de Mongala en el Zaire, actual República Democrática del Congo, y donde ocurrió el primer brote del virus ébola en 1976. Le dieron ese nombre al virus a fin de no estigmatizar la aldea. En el libro de Rosling “ébola” aparece mencionada 43 veces: 31 veces en los capítulos y 12 veces en las notas y fuentes bibliográficas. El capítulo que más menciona al virus del ébola es, precisamente, el capítulo 10 con 16 veces. Allí Hans Rosling desarrolla una anécdota que tiene que ver con los datos de evolución del brote de ébola para la fecha.

El caso es que el proceso de monitoreo y seguimiento de la evolución de la situación era, para no entrar en detalles, un poco caótico. Argumenta Rosling que si no se puede realizar un seguimiento de la evolución, no se sabe si las acciones implementadas están funcionando. Al respecto es bueno recordar la frase que se le atribuye al físico y matemático británico William Thomson  (1824-1907): “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide no se puede mejorar. Lo que no se mejora, empeora siempre”.

Entonces, tan pronto llegó Rosling al Ministerio de Salud de Liberia, indagó para obtener una mejor imagen del número de casos confirmados. Supo que se estaban enviando muestras de sangre a cuatro laboratorios diferentes y que estos llevaban los registros en largas y desordenadas hojas de Excel, sin coordinación ni consolidación. Resumiendo: se tenían cientos de trabajadores de la salud de todo el mundo volando para implementar medidas, pero nadie estaba rastreando si las acciones así implementadas estaba funcionando o no.

Cuenta Rosling que, con la debida autorización, le envió las cuatro hojas Excel a su hijo Ola Rosling, quien es estadístico, a fin de que las depurara y consolidara. Para sorpresa de todos, 24 horas después y depuración y consolidación de por medio, los datos regresaron mostrando que el número de casos confirmados había alcanzado un pico dos semanas antes y ahora estaba disminuyendo. Sin embargo, el número de casos sospechosos siguió aumentando. Mientras tanto, en realidad, el pueblo liberiano había cambiado con éxito su comportamiento, eliminando todo contacto corporal innecesario. Eso, y el apego a las estrictas medidas de higiene que se imponían en las tiendas, edificios públicos, ambulancias, clínicas, cementerios y en cualquier otro lugar, ya estaban teniendo el efecto deseado. La estrategia estaba funcionando, pero hasta el momento en que Ola Rosling les envió las curvas consolidadas (confirmados y sospechosos), nadie lo sabía.

En palabras de Hans Rosling: “Fueron los datos (los datos que mostraban que los casos sospechosos se duplicaban cada tres semanas) los que me hicieron darme cuenta de la magnitud de la crisis del ébola. También fueron los datos, los datos que mostraban que los casos confirmados ahora estaban disminuyendo, los que me mostraron que lo que se estaba haciendo para combatirlo estaba funcionando. Los datos fueron absolutamente clave. Y como también serán clave en el futuro, cuando haya otro brote en alguna parte, es fundamental proteger su credibilidad y la de quienes los producen. Los datos deben usarse para decir la verdad, no para llamar a la acción, por nobles que sean las intenciones”.

En consecuencia, los datos, su fuente, su obtención, su procesamiento, su interpretación y sobre todo, su difusión responsable  -y verificable-  es lo que permite iniciar realmente la verdadera gerencia del evento, particularmente en situaciones de vida o muerte como las involucradas con el covid 19.

Pero, ¿y que hay sobre el miedo y los datos (información) que arroja no la realidad sino los modelos? De esto les hablaré en el próximo artículo sobre el tema de datos.

 

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