La Berlinale se celebrará de forma presencial, aunque bajo estrictas restricciones de público y en un formato reducido debido a la pandemia, mientras que algunas secciones, así como el European Film Market, serán exclusivamente digitales.
El Festival de Cine de Berlín respetará «de forma estricta» las nuevas reglas impuestas por las autoridades de la ciudad-estado y capital alemana, indicaron fuentes de la Berlinale, a través de un comunicado.
Ello implica que solo podrán acceder a las salas de cine, donde se exige el uso de mascarilla, los vacunados con la pauta completa y que presenten un test negativo de covid reciente.
El formato del festival será distinto de lo habitual: se abrirá el 10 de febrero, de acuerdo a lo previsto, pero solo se presentarán los filmes tanto de la sección oficial a concurso como de los otros apartados hasta el día 16, en que se entregarán los Osos y demás premios oficiales.
Un día antes, el 15, habrá una gala especial de homenaje a la actriz francesa Isabelle Huppert, quien recibirá el Oso de Oro de Honor al conjunto de su carrera.
Con ello se reduce a seis jornadas, en lugar de las diez habituales, la fase de presentación de los filmes con sus correspondientes equipos. En los últimos cuatro días se repondrán las películas en sesiones abiertas al público, al que se ofrecerán entradas a precios regulares (sobre los 10 euros por localidad).
El aforo de las salas estará reducido a 50% de su capacidad. No habrá fiestas ni celebraciones, aunque sí se tenderá la alfombra roja para los directores, actores e invitados internacionales, que además ofrecerán las correspondientes conferencias de prensa en los seis días primeros del festival.
«Queremos posibilitar la Berlinale y, según la situación presente, creemos que lo lograremos», afirmó la ministra de Cultura, la verde Claudia Roth. Con la celebración del festival se pretende dar «una señal de vitalidad» tanto al sector como al público, prosigue la responsable de Cultura del gobierno del canciller Olaf Scholz.
A diferencia de otras rivales europeas, como los festivales de Cannes y Venecia, la Berlinale se ha mantenido siempre como un festival abierto al público. En las ediciones normales se ponen a la venta hasta 300.000 localidades para todas sus secciones, incluidos los estrenos de las películas a concurso.
«Con este formato será posible celebrar un festival con presencia tanto de público como de los equipos de las películas que concurren», afirmaron los codirectores de la Berlinale, Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian.
El programa al completo del festival, incluidas las películas a concurso, se presentará el próximo día 19.
El European Film Market (EFM), por contra, así como la sección Berlinale Talents -sesiones de debate con directores o actores- y el World Cinema Fund, destinado a apoyar cinematografías periféricas, se celebrarán en formato exclusivamente digital.
La Berlinale recuperará así algo de su carácter presencial, después de la edición híbrida en que tuvo lugar el festival en 2021. En ese caso, la presentación de las películas quedó reducida a lo estrictamente virtual, durante cinco días de marzo, sin que acudieran a Berlín los equipos correspondientes ni hubiera ningún tipo de ceremonia o conferencia de prensa.
Le siguió un llamado «festival de verano», en julio, al que sí acudieron algunos invitados internacionales. Se destinó al público corriente y se desarrolló principalmente en espacios abiertos, al aire libre, bajo estrictas medidas de higiene y aforo reducido.
Alemania registró este martes 80.430 nuevos contagios de coronavirus, la cifra más alta en un día desde el comienzo de la pandemia.
La incidencia semanal media en Alemania alcanzó los 407,5 contagios por 100.000 habitantes, nivel que en Berlín sube a 856,4, entre los más altos del país.
72% de la población ha recibido la pauta completa de la vacuna, 43,5% la dosis de refuerzo y 74,7% al menos la primera dosis.
A partir del próximo sábado regirán en la capital alemana nuevas restricciones, anunció ayer la alcaldesa de la ciudad, la socialdemócrata Franziska Giffey. Las medidas afectan especialmente al transporte público, la restauración, los actos culturales o deportivos.
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