El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha exigido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte que desista de sus intenciones de expandirse hacia Europa del Este.
Putin le ha exigido a la OTAN y a Estados Unidos ofrecer “garantías legales y confiables” que la alianza militar no se expandirá hacia países como Georgia y Ucrania, que actualmente están considerados por la OTAN como “miembros aspirantes.”
De acuerdo con el Kremlin, la expansión de OTAN hacia Europa oriental representa una clara amenaza a la seguridad nacional de Rusia. En este sentido, el vocero presidencial ruso, Yuri Ushakov, citó a Putin diciéndole al presidente americano, Joe Biden, lo siguiente:
“Ustedes, los americanos, están preocupados por nuestros batallones estáticos en territorio ruso, a miles de kilómetros de distancia de los Estados Unidos, mientras que nosotros estamos preocupados por nuestra propia seguridad, sobre la seguridad de Rusia en un sentido global, en un nivel global”.
Las exigencias de Putin ocurren en un contexto en el que Rusia está fortaleciendo su presencia militar a lo largo de la frontera ucraniana. Con esto, la intención de Putin es clara: si la OTAN no acata las demandas rusas, pues Rusia va a continuar presionando la soberanía ucraniana.
Para muchos expertos, esta exigencia de Putin es razonable. Después de todo, ni Georgia ni Ucrania son actuales miembros de la OTAN. Así que, desde esta perspectiva, la oferta de Putin es básicamente afianzar el status-quo actual a cambio de evitar un conflicto mayor en el futuro cercano.
Sin embargo, la historia demuestra que esta estrategia está destinada al fracaso. Y en ninguna otra disciplina, la historia es más importante que en geopolítica y relaciones internacionales. Tomemos el conflicto en Moldavia como ejemplo:
En 1992, en la región de Transnistria en Moldavia, surgió una guerra entre fuerzas dirigidas por Rusia y el gobierno moldavo. En dicha guerra, Moldavia trató de apaciguar a Rusia para desacelerar el conflicto; esto a pesar de que fue el Kremlin el que escaló el conflicto en primer lugar. En 1994, Moldavia incluso adoptó una política de completa neutralidad, anunciando que no buscaría membresía en la OTAN.
¿Cuál fue el resultado de esta estrategia basada en apaciguar a Rusia? Pues, ya han pasado treinta años y continua el conflicto en Transnistria. Hasta el día de hoy, tropas y armamento ruso permanecen en Transnistria y el conflicto permanece congelado, obstruyendo el desarrollo económico, político y social del país.
Mas allá del caso moldavo, mi escepticismo parte también del propio caso ucraniano. En específico, parte del hecho de que la OTAN no era un tema en Ucrania durante el 2014, año en el que Rusia, ilegalmente, anexó Crimea a su territorio. En aquel momento, a Ucrania le era indiferente la idea de unirse a la OTAN. El entonces presidente Viktor Yanukovich estaba radicalmente opuesto a ello, y la población estaba más enfocada en unirse a la Unión Europea que a la OTAN.
Este argumento ha sido reiterado por Mike McFaul, embajador de los Estados Unidos en Moscú desde 2009 hasta el 2014:
“En mis cinco años en el gobierno de Estados Unidos, la expansión de la OTAN hacia Ucrania no era un asunto en las relaciones Estados Unidos-Rusia y Estados Unidos-Ucrania … entre 2009 y 2014, el gobierno ucraniano tampoco estaba presionando por una membresía en la OTAN. Yanukovich estaba firmemente en contra. El apoyo de la sociedad era débil y mayormente enfocado en unirse a la Unión Europea”.
Así que, si la neutralidad de Ucrania en aquel entonces no evitó que el gobierno ruso desestabilizará Crimea y la región de Donbass (Ucrania del Este), ¿Por qué deberían Estados Unidos y la Unión Europea tomar en serio las exigencias de Putin en esta oportunidad?
El argumento de Putin que culpa a la expansión de la OTAN por el comportamiento de Rusia es no es nada más que un engaño, un argumento creado por el propio Putin para validar y legitimar sus acciones en Crimea en 2014.
Por ello, Estados Unidos y la Unión Europea no deberían basar su estrategia en el tratar de apaciguar a Rusia mediante el cumplimiento de sus exigencias. Por el contrario, Occidente debería incrementar sus compromisos no solo con Ucrania, sino también con los Balcanes y toda Europa del Este.
La estabilidad de Europa del Este no pasa por apaciguar a Rusia, sino por fortalecer las capacidades de los estados de la región, en especial el estado ucraniano.
*Artículo publicado originalmente en Ingles en el medio de comunicación británico Libertatio.
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