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Caracas disfrutó de la cocina del Restaurante Escuela Camurí Alto

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Para obtener los títulos de técnicos superiores en Administración Hotelera y licenciados en Gestión de la Hospitalidad, dos de las carreras que ofrece la Universidad Simón Bolívar, sus estudiantes deben cumplir con las prácticas que exige el Laboratorio de Alimentos y Bebidas, adscrito a la Coordinación de Turismo, Hospitalidad y Hotelería de la casa de estudios.

Son gastronómicas y su fin es enseñar todo lo relacionado con la elaboración de un menú y su servicio al comensal. Son 12 semanas de formación, 8 de ellas a puerta cerrada y 4 con clientela, a la que se ofrece un programa de almuerzos que tradicionalmente se sirve en la sede del Restaurante Escuela Camurí Alto, que funciona en la Casa Colonial localizada en el núcleo de la universidad en Vargas.

Restaurante Escuela Camurí Alto

Este año y por primera vez en los 35 de operaciones del Restaurante Escuela Camurí Alto los almuerzos se sirvieron fuera de su sede. Las restricciones impuestas por el covid-19 obligaron al equipo docente integrado por Mayba Hernández, profesora de Gestión de la Producción, Adriana Solorzano, de Alimentos y Bebidas, María Eugenia Morillo, de Producción, y Luis Bornaccelli, de Sala y Compras, a buscar una alternativa que permitiera al alumnado cumplir con el requisito académico.

La encontraron en La Sorgente, restaurante de César Pérez -localizado en el centro comercial Los Naranjos, en Caracas- también responsable del servicio de almuerzos que se ofreció a la comunidad universitaria y al público en general, en la Casa del Profesor de la sede principal de la universidad, en Sartenejas, hasta la aparición del covid-19.

Cuatro menús

Los sabores peruanos complementaron una oferta que permitió a la clientela disfrutar además de preparaciones italianas, mantuanas y mexicanas, explica la profesora Hernández, segura de que todos ganaron con la experiencia, pero más los estudiantes.

«Además de cumplir con las prácticas, los alumnos -9 de la licenciatura y 15 del TSU- aprendieron a estandarizar recetas de pastas, masas y salsas -productos bandera de La Sorgente-, técnicas de cocción y envasado al vacío, y a calcular costos», asegura Hernández, antes de agregar que también se entrenaron en todas las áreas que integran el servicio: cobranza, cocina, barra, servicio y mantenimiento. La prueba final les exigió un reporte de inventario: alimentos, bebidas, vajilla, cubertería, mantelería e incluso, impresión de menús.

El próximo ciclo de formación está pautado para febrero y tanto el equipo docente como Pérez confían en que el Decanato de Estudios Tecnológicos permita repetir la experiencia. Es -dice la profesora- una buena opción para sortear los efectos de la pandemia, para afrontar la falta de presupuesto y complementar los recursos que recibe el restaurante escuela gracias al programa de donaciones cuyos datos, para los interesados en apoyar la iniciativa, pueden encontrarse en la cuenta de Instagram @recausb.

@improductora @imatosj

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