Pablo Casado ya se imagina presidente de España. Aunque no sepa cuándo (apuesta por una convocatoria a elecciones anticipadas por parte del actual mandatario, el socialista Pedro Sánchez) ni cómo (las últimas encuestas lo muestran obligado a sellar alianzas que lo incomodarían), el líder del conservador Partido Popular (PP), de 40 años de edad, habla como un hecho de sus planes de gobierno. Y no solo en su país. También busca instalarse como un referente de la centroderecha en el mundo.
Para eso Casado llegó ayer a Buenos Aires, en el primer destino de una gira fugaz de cuatro días por cuatro países. Apenas horas después de aterrizar, ya había compartido una reunión con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y un almuerzo con referentes de Juntos por el Cambio, entre ellos, Mauricio Macri, a quien ya recibió en Madrid este año y una figura a la que no para de dedicar elogios. A diferencia de su paso por la Argentina, en los otros tres destinos se reunirá con los presidentes: hoy con Luis Lacalle Pou en Uruguay, mañana con Mario Abdo Benítez en Paraguay y el viernes con Sebastián Piñera en Chile. “Nuestra posición es reunirnos con los partidos que compartimos alianza política. Por eso hemos estado aquí con el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, y no con el gobierno de la República Argentina”, dijo a La Nación desde el jardín del hotel del centro porteño donde se hospedó, minutos después de su cita con referentes de la oposición argentina.
Mirando a la región, el presidente del PP desde 2018 critica a las “dictaduras” -por Nicaragua, Cuba y Venezuela- y cuestiona a Alberto Fernández por no alzar la voz frente a ellas, pondera a los gobiernos que priorizan “la libertad”, y en el medio establece una zona gris: “Hay otros países que tienen que definir si están a favor del Estado de derecho o si van a ir en una senda del socialismo del siglo XXI. Hay que ver cómo evolucionan los gobiernos en Bolivia, Perú, Honduras, y muy en especial también nos interesa cuál va a ser la evolución de la Argentina”.
Con esos grises se topa él mismo al hablar del ascenso de extrema derecha en América Latina y Europa. Tilda a los líderes de esos espacios de “populistas” que “debilitan las instituciones para perpetuarse en el poder”, pero no descarta buscar el apoyo de Vox para llegar a La Moncloa. Con los números en contra para alcanzar un gobierno de mayoría absoluta, y con la popularidad dañada por su interna con otra figura ascendente del partido, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Casado contempla acudir a “una gran coalición” con otros partidos, como el PSOE, aunque se niega a establecer desde ya los límites de esos acuerdos.
Me reúno en Buenos Aires con el expresidente @mauriciomacri y el jefe de Gobierno @horaciorlarreta para plantear una alianza por la libertad que defienda las democracias frente a las dictaduras, reivindicar la Hispanidad y el papel de España en Latinoamérica y como puerta a la UE pic.twitter.com/Sas42JYZTB
— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) December 7, 2021
—¿Cuál es su agenda en la región?
—Venimos a reivindicar el vínculo de España con todos los países latinoamericanos. Lo que intento hacer en esta minigira es reclamar una agenda por la libertad, es decir, que los partidos que defendemos las democracias frente a las dictaduras hagamos una alianza, no solo en Latinoamérica sino en todo el continente americano, con Estados Unidos, y con España como la puerta de entrada de la Unión Europea de los países latinoamericanos, como fue, por ejemplo, para la Argentina con la negociación del tratado Mecosur-UE.
—Cuando usted habla de dictaduras en América Latina, ¿a qué países se refiere?
—Evidentemente a Cuba, que lo lleva siendo desde más de medio siglo. Mi abuela nació en Cuba, mi bisabuelo está enterrado en La Habana, y por tanto sé muy bien de lo que hablo. Y por supuesto a Venezuela. Según el último informe de Michelle Bachelet de Naciones Unidas, el régimen de Maduro ha asesinado de forma sumaria a miles de personas, tiene miles de presos políticos y ha generado una ola de exiliados de millones de personas. Y por supuesto también a Nicaragua. Pero también hay otros países que tienen que definir si están a favor del Estado de derecho, de la libertad individual y de la economía de mercado o directamente van a ir en una senda de ser socialismo del siglo XXI que acaban con pobreza, miseria y opresión a la disidencia. Me estoy refiriendo a ver cómo evoluciona el gobierno boliviano, el gobierno peruano y luego el gobierno de Honduras, y muy en especial también nos interesa cuál va a ser la evolución de Argentina, después de esos resultados muy esperanzadores de la oposición en las elecciones legislativas. En el almuerzo que compartí con los líderes de los partidos de Juntos por el Cambio vi que hay una esperanza de futuro para la Argentina más allá de lo que supone el kirchnerismo y el actual gobierno de Fernández.
—¿Tuvo la intención de tener algún acercamiento con el gobierno de Fernández en esta gira? ¿Cómo ve la relación del gobierno argentino con aquellos que usted denomina dictadura?
—Yo creo que la Argentina no está teniendo una voz a favor de la libertad en estos países como por ejemplo está teniendo Uruguay con la posición firme del presidente Luis Lacalle en las cumbres, en las que se ha enfrentado a estos países. Porque lo que pedimos no es una cuestión política, es una cuestión de libertad. Lo que queremos para Nicaragua, para Cuba o para Venezuela es lo mismo que yo pido para España: que la gente tenga prosperidad, que pueda tener acceso a los alimentos más básicos, que pueda salir de la pobreza, pero también que tenga libertades para expresarse, para participar políticamente o para manifestarse. Y creo que España tiene un papel en eso. Por eso no entiendo que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero lleva 15 días de gira por la región blanqueando el régimen de Maduro, negando que Cuba sea una dictadura o no levantando la voz contra lo que ha pasado en las últimas elecciones nicaragüenses. Y yo le pido a Pedro Sánchez que lo haga porque España siempre ha sido un país que ha hablado muy claro, no solo con el Partido Popular de Mariano Rajoy o José María Aznar; también Felipe González ha sido un líder que siempre defendió las democracias.
—¿Qué salida imagina para la crisis en Venezuela después de los últimos reveses en la oposición?
—La salida son las elecciones libres, no esta farsa electoral que hemos visto. Y creo que Europa tiene que aumentar las sanciones al régimen narcoterrorista de Nicolás Maduro porque lo que están haciendo después de arruinar a la población venezolana y explotar todos los recursos es llevarse la riqueza a Europa. Están comprando edificios enteros en Madrid, están llevando a sus hijos a las universidades más caras y están llevando todo el dinero de esta cleptocracia chavista a comprar activos inmobiliarios y sociedades opacas. Pero algo se está despertando en esos países y es que la libertad siempre se acaba imponiendo.
—El viernes usted llegará a un Chile próximo a un balotaje. ¿Se va a reunir con alguno de los candidatos? ¿Cuál es su mirada sobre esta elección entre dos perfiles tan distintos, como los de Gabriel Boric y José Antonio Kast?
—Nuestra posición es reunirnos con los partidos que compartimos alianza política. Por eso hemos estado aquí en Buenos Aires con el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, y no con el gobierno de la República Argentina. Por tanto, en Chile estaremos con el presidente Sebastián Piñera en La Moneda. Yo lo que tengo que decir es que la gestión del presidente Piñera como fue la gestión del presidente Macri ha tenido un gran componente de desestabilización por parte de las fuerzas de izquierda, pero ahora se ve que tuvieron políticas eficaces que si se mantuvieran en el tiempo mejoraría mucho el día a día de los ciudadanos. ¿Cómo es posible que con la riqueza mineral, petrolífera, agrícola, ganadera, turística de la Argentina podamos tener esas tasas de más de 50% de inflación y esas tasas escandalosas de pobreza, incluso de pobreza infantil? Bueno, pues porque no hay una buena gestión. Todos aquellos que dicen que la centroderecha gobierna para las personas que tienen recursos… es todo lo contrario, una gestión eficaz hace que al final la riqueza llegue a todos, hace que el Estado, el bienestar se pueda mantener.
—Quedó fuera de la gira un país muy importante de la región y sobre todo para el acuerdo de UE-Mercosur, como es Brasil. ¿Cómo ve usted lo que está pasando en Brasil? ¿Tiene algún contacto con el gobierno de Jair Bolsonaro?
—Por ahora no nos ha dado tiempo porque eran muchos países en pocos días. El próximo trimestre estaremos en Ecuador, Colombia y probablemente vayamos a Perú, donde me darán un doctorado honoris causa; y nos gustaría por supuesto también tener una relación con Brasil, que es un país fundamental también para España. Hemos tenido muy buena relación con el partido de expresidente [del PSDB, Fernando Henrique] Cardoso y he tenido la posibilidad de reunirme con el gobernador de Río Grande do Sul, Eduardo Leite, que es una de las nuevas apuestas del PSDB. Por ahora no he tenido relación con el partido en el gobierno, ni tampoco con el Partido de los Trabajadores, aunque sé que tanto Dilma Rousseff como Lula da Silva han estado en contacto con Rodríguez Zapatero y con Pablo Iglesias recientemente. Yo creo que nuestra alianza política para Brasil es una alianza más moderada, más eficaz en la gestión económica y estoy convencido de que un país tan importante también para los intereses españoles seguirá una senda de economía libre mercado y de sostenibilidad del estado de bienestar.
—Hay un desafío tanto en América Latina como en Europa de la extrema derecha, que está creciendo y ganando cada vez más adeptos. ¿Cómo se hace desde la centroderecha para contenerla?
—La receta para combatir populismos es no disfrazarse de populista. Los populistas suelen plantear recetas fáciles para problemas complejos, engañando a la gente; se infiltran las instituciones para luego vaciarlas habiendo llegado por cauces democráticos y debilitan las propias instituciones del Estado de derecho para perpetuarse en el poder. Nosotros no somos eso. Nosotros queremos decir la verdad a los ciudadanos, aunque a veces sea dura, como yo estoy haciendo en España hablando de la mala gestión de la pandemia, de la mala gestión económica, pero al mismo tiempo reforzando las instituciones llegando a acuerdos para el refuerzo del propio Estado y dando una alternativa moderada de centro en la que muchas veces incluso los socialdemócratas se pueden sentir identificados. Nuestra propuesta es bajar impuestos, pero bajando impuestos recaudamos más dinero. Con ese dinero se financia mejor la sanidad pública, la educación pública, el sistema de pensiones y eso hace que haya más bienestar y más prosperidad. Y eso es compatible con una posición estratégica de defensa o de seguridad firme, de unidad nacional firme, y de independencia judicial.
—Usted ya habla en un gobierno del PP, ¿pero cómo llegaría al poder? ¿Cómo se imagina una eventual coalición si llegara a ser necesario? ¿Cuáles son sus límites si tuviera que negociar con Vox?
—Nosotros queremos gobernar en solitario. Lo óptimo sería una mayoría absoluta, que ahora no nos concede ninguna encuesta; pero si no es tener más escaños que la izquierda y los nacionalistas para que no haya una alternativa. Y en ese momento nosotros podemos hacer como hizo Mariano Rajoy en el año 2016, en el que ofreció una gran coalición al Partido Socialista, o podemos hacer como se ha hecho recientemente en la Comunidad de Madrid, en la que Vox ha apoyado el gobierno regional, pero sin ninguna contraprestación, ya que no había una alternativa enfrente que pusiera en riesgo la formación de otro gobierno. Eso creo que es lo importante, sobre todo cuando tenemos un programa muy reformista que no va a estar nunca 100% de acuerdo ni con Vox ni con el Partido Socialista. Queremos ser un partido como somos, europeísta, atlantista, moderado, reformista y en muchas cosas ni la izquierda ni Vox coinciden con nosotros. Por tanto, esperamos que nos dejen gobernar y creo que es lo que está pasando ahora: el Partido Popular gobierna en seis autonomías, en la propia Unión Europea y ha gobernado 15 años en España con un resultado muy positivo.
—Las últimas encuestas muestra una leve baja de la intención de voto al PP, y los analistas se lo atribuyen a la interna con Díaz Ayuso. Hoy usted se reunió con los líderes de Juntos por el Cambio, que también atraviesan conflictos. ¿Cuál es la manera de afrontar puertas adentro esas internas y que no afecte la intención de voto al partido?
—Yo creo que muy destacable que el Partido Popular apenas dos años después de la investidura de Pedro Sánchez ya esté por encima las encuestas. Es algo que nadie podía prever hace apenas unos meses, pero esa tendencia se lleva ya manteniendo prácticamente un año y con alguna oscilación nos está situando con 20 o 30 escaños por encima del Partido Socialista, lo cual ya se convierte en una tendencia estructural, no solo coyuntural. Aunque las elecciones en Madrid fueron muy importantes para despertar esa ilusión con una candidatura muy renovada, como lo fue también en el Ayuntamiento de Madrid o la Junta de Andalucía. Esa nueva generación de políticos creo que estamos reconectando también con los jóvenes y al mismo tiempo con aquellos que quieren es una gestión eficaz. Entonces yo lo que puedo decir es que el Partido Popular está muy unido, después de unos años muy complicados -porque yo recibí el Partido Popular como tercera fuerza en España detrás del PSOE y Ciudadanos-. Antes la gente decía que nos iba a sobrepasar Vox y ahora ya todo el mundo asume que eso no va a suceder nunca. Entonces soy muy optimista, tenemos muy buenas expectativas electorales, pero sobre todo tenemos muy buenas experiencias de gestión y yo creo que en las próximas elecciones, sean cuando sean -porque dependen de Pedro Sánchez convocarlas-, conseguiremos otra vez el gobierno de España.
Por Julieta Nassau
LA NACIÓN
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