Carlos Aragón quería seguir tocando. Como a gran parte de los inmigrantes venezolanos, la crisis y la inseguridad lo botaron del país. En Miami estableció un nuevo hogar que mantiene gracias a los ingresos que genera como conductor de Uber y Lyft. Pero añoraba aquellos días como ejecutante de corno francés en la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y en las aulas de los núcleos de Chacao y Los Chorros del sistema de orquestas, donde era profesor.
No era el único nostálgico. Su esposa Eva Moreno, también flautista del sistema de orquestas y de la Orquesta Municipal de Caracas, así como Anthony Pérez, trompetista durante quince años de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, sentían la necesidad de tocar, de hacer música juntos.
Los tres se abocaron a la tarea de reunir a más de 100 músicos para conformar la Bolívar Phil, orquesta que debutó el 30 de junio en el Centro de las Artes Escénicas Herbert y Nicole Wertheim de la Florida International University (FIU). La agrupación está dirigida por Javier Mendoza y Carlos Riazuelo.
Todo comenzó con listas. Anotaron los nombres de músicos que iban llegando a Estados Unidos. Una llamada, un correo electrónico o un encuentro personal servía para explicar el ambicioso proyecto: armar una orquesta que perdure en el tiempo y que, a largo plazo, ofrezca educación musical, modelo inspirado en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, creado por el maestro José Antonio Abreu y en el que la mayoría de los integrantes de la Bolívar Phil se formaron.
“Llegas a otro país pensando en trabajar, pero no abandonas las ganas de tocar. En Venezuela estás acostumbrado a hacerlo todos los días. Es el día a día. Aquí en Estados Unido cambia tu vida completamente. Muchos teníamos tiempo sin tocar y, a veces, salía el tema en reuniones. Cuando comenzamos a hablar sobre retomar la música, la respuesta fue positiva. La energía se fue multiplicando”, comenta Aragón, de 39 años de edad.
Los ensayos comenzaron un mes antes de la presentación del 30 de junio. Como aprendieron en el Sistema, ensayaban por secciones de instrumentos en casa de Aragón o de algún otro integrante de la orquesta; eso sí, al final del día.
El repertorio fue seleccionado por Carlos Aragón, Eva Moreno y Anthony Pérez ―quienes integran la junta directiva de la Bolívar Phil― con la ayuda del director invitado Carlos Riazuelo y de uno de los mejores trompetistas del mundo, el venezolano Pacho Flores. La primera lista de temas que querían interpretar no pudo ser: no había recursos para costear los derechos de autor de piezas, en su mayoría, latinoamericanas.
110 músicos (102 venezolanos y 8 internacionales entre colombianos, cubanos y americanos) interpretaron Obertura de Guillermo Tell, de Rossini; Va pensiero, de Verdi; Finlandia, de Sibelius, y los movimientos 1 y 4 de la Sinfonía n.° 4 de Chaikovski frente a más de 600 personas.
Junto con el trompetista Pacho Flores, ejecutaron Concierto para corno Da Caccia y Cantos y revueltas, esta última una creación de Flores que por primera vez se interpretaba en América.
Las entradas se agotaron días antes del concierto. Por la logística que implicaba abrir otra función, decidieron transmitir en streaming el recital, que alcanzó 13.000 visualizaciones. Algunos, como el flautista Eric Chacón, de 34 años de edad, atribuyen el éxito de la convocatoria a la gran cantidad de venezolanos en Florida. “Es llevarles un poco de lo que dejaron”, dice el músico.
Para Angélica Losada, violista americana de 36 años, el auditorio quedó pequeño. Además, destaca que hubo músicos que quisieron formar parte del proyecto, pero, por diferentes razones, no pudieron. “Hay músicos que quieren y que necesitan esa fuente de creatividad. Existen otras orquestas, pero el ambiente que se siente al tocar con la Bolívar Phil es algo que no se puede expresar. Es muy acogedor”, afirma la también profesora de la South Florida Youth Symphony, quien nació en Colombia, pero tiene 32 años en Estados Unidos.
Ruthy Jáuregui, también violista americana con raíces cubanas, de 24 años de edad, no se esperaba tanta receptividad, porque la audiencia con interés en la música clásica en Miami es limitada. “Nunca imaginé que el concierto iba estar tan lleno. Aún estoy asombrada. Fue una experiencia bella. Yo recuerdo que en los ensayos les decía a los muchachos que esto era como ‘avivamiento’ musical en Miami, un movimiento”, destaca.
Actualmente, el director Carlos Riazuelo está a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Louisiana State University. En el pasado había trabajado con Carlos Aragón, quien lo llamó para dirigir, como invitado, el primer recital de la Bolívar Phil. Considera que la orquesta tiene un enorme potencial. “Del nivel musical sabía que iba a ser de primera, ahí no habría sorpresas”. Para él fue el reencuentro con músicos a los que no veía desde hace tiempo y con los que se creó “una pequeña burbuja de un país que se ha perdido”.
Ni músicos ni directores, tampoco Pacho Flores, recibieron remuneración por participar en el concierto. El dinero recaudado de las entradas, que costaban entre 25 y 70 dólares, forma parte de la base económica con la que la orquesta cuenta para seguir desarrollando el proyecto.
Lo más inmediato, ahora, es concretar cuál será la sede de la Bolívar Phil. Las conversaciones con la Florida International University están bastante adelantadas.
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