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El relámpago en el agua de Pino Solanas

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Tres en la deriva del acto creativo supone el canto del cisne de Pino Solanas, en compañía de otros dos artistas legendarios de Argentina: el pintor Luis Felipe Noé y el dramaturgo Eduardo Pavlovsky, actor de renombre y talismán en la obra del exsenador, militante peronista, figura polémica, uno de los patriarcas del cine político en América Latina, con sus luces y sombras.

Es el filme póstumo del autor, a modo de clausura crepuscular y retrospectiva de su obra, bajo la compañía de viejos afectos, familiares y amigos.

Lo hemos disfrutado en el marco del Festival de Mar del Plata, edición 2021.

El sistema documental de Pino se mantiene y actualiza con las técnicas digitales, en el sentido de combinar un cierto verismo de arte y ensayo con la clásica voz en off del método expositivo, cuya locución de dios constituye un lastre para sus críticos revisionistas.

La película triangula una conversación amena y a veces forzada por el ego el demiurgo con sus pares de la cultura porteña, recordando su pasado de insurrección ante el evidente proceso de aburguesamiento y gentrificación estilizada de su propuesta, de su aura, antes calurosa y urgente, ahora enfriada por el natural declive y domesticación de las vanguardias de antaño.

Por acción u omisión, Tres en la deriva del acto creativo expone el ciclo de los rebeldes y apocalípticos, quienes después de sacudirnos y despertarnos, pasaron a integrar las corrientes de la independencia más controlada y hasta subsidiada, como el propio cine de Pino, en sus extraños vaivenes del siglo, un rato con el chavismo de visita fugaz a Caracas, en otras con los K, y luego de regreso a la oposición frente al relato de Cristina.

A Solanas lo conocí en la Cinemateca Nacional de Venezuela, en un evento de infausta memoria para mí. Fue la última vez que pisé la institución, después de trabajar para ella como guionista y director de su programa semanal de televisión.

Cuento corto, un funcionario encubierto me apuntó con un arma en la puerta de la sala, donde Pino presentaba Tierra sublevada.

Como afirma la página de Circuito Gran Cine: “Este material fue realizado en coproducción entre Venezuela y Argentina, en la que participaron Amazonia Film y Villa del Cine”.

De modo que el nombre de Pino, en mi cabeza quedó asociado a un trauma personal.

Así y todo, hago el trabajo de desligar aquellos recuerdos de lo que se denuncia y desarrolla en sus filmes.

Tres en la deriva del acto creativo prefiere rememorar las glorias de Pino, en vez de elegir un camino de mínima autocrítica.

Una obvia es que “Tierra Sublevada” contó con el respaldo de un régimen altamente populista con una Villa de Cine, plagada de condenas nacionales por sus listas negras, censuras y demás irregularidades en el reparto discrecional de sus fondos.

El último documental de Solanas nos cuenta las hazañas del héroe, a la altura de sus homólogos en fase de otoño y extinción de su estrella.

El uso del archivo marca un notable contraste, al electrizarnos con el prólogo de “La Hora de los Hornos”, mientras los planos del Pino de hoy reflejan el eclipse de su acto creativo.

Vemos un Podcast desprolijo, con las sonrisas de aprobación del crew a todo, generando una espontaneidad difusa y activada por las intervenciones de cada protagonista.

Los encuadres de Luis Felipe Noé en su taller y en una muestra individual, constituyen un ejercicio de mirar hacia dentro, con la complicidad brindada por años de compromiso en la amistad.

De manera que el dispositivo funciona y arroja luces de elegía, en relación con la historia de una hermandad de décadas.

Por ende, los comentarios de los hijos aportan imágenes y frases al álbum que ha querido montar Pino Solanas, para despedirse del cine.

Se entienden las influencias de Gaspar Noé y Juan Solanas.

Conectamos con las logradas secuencias en casa de Eduardo Pavlovsky, cuando Pino lo visita fraternalmente, con el interés de conservarlo vivo en la deriva del acto creativo.

Por algo se asevera que los proyectos son los mejores remedios.

Eduardo es el primero de los tres en fallecer, justificando la tesis de Pino de filmar su “Relámpago en el Agua”, la película de Win Wenders con Nicolás Ray en su lecho de muerte.

En suma, El Festival de Mar del Plata estrena el largometraje póstumo de Pino Solanas, que invita a la reflexión y a la discusión, entre el pretérito y la actualidad de unos ídolos de una época, con los que se pelearán seguramente las generaciones de cristal, pero que con el favor de la inteligencia superarán cualquier dilema, moda, contingencia y diferencia personal, inspirándonos de cara al futuro.

De cómo se estudian y cincelan así mismos los creadores, antes fuertes, hoy debilitados por la edad.

Unas imágenes talladas por las circunstancias, que a la postre se las lleva el tiempo de la existencia, como el cine.

Pero perduran las películas, las obras de teatro y las pinturas.

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