Es a partir del año 1999 cuando se produce un punto de inflexión en el itinerario de la universidad venezolana cuando un nuevo gobierno cambia las políticas de la educación universitaria. Comienza con el sutil cambio de educación superior a educación universitaria. También el cambio de educación Básica. Media y Diversificada a Educación Inicial, Primaria, y Secundaria, su propósito, “construir al hombre nuevo en la patria grande”.
Las orientaciones ideológicas de un socialismo en ciernes programan el apoderamiento de la universidad dentro de la estrategia de quebrar la voluntad universitaria para imponer la dominación del socialismo. Uno de los elementos fundamentales de tal propósito fue intervenir la autonomía con la acción dual de incluirla como derecho constitucional, pero en la práctica ignora al tradicional Claustro Universitario incluso ignorado por las propias autoridades universitarias. Una segunda y relevante acción fue instrumentar el control y restricción financiera para amarrar los programas de funcionamiento, incluyendo el mantenimiento y desarrollo de la infraestructura. Su estrategia privilegió la creación de gran cantidad de nuevos proyectos universitarios socialistas.
Medidas directas o indirectas fueron las de prácticamente eliminar la estructura académica y meritocrática de la universidad al convertir a su personal en trabajadores universitarios pasando el control de la nómina y su dinámica al Ministerio de Educación Universitaria. También se impusieron medidas complementarias tales como: controlar los diseños curriculares vinculados a prioridades políticas y a las estrategias de producción socialista y de las consecuentes acciones comunales.
Igualmente, ejerciendo un esquema seudodemocrático el Consejo Nacional de Universidades impone decisiones apoyados en una falsa mayoría al designar rectores de una gran cantidad de universidades que son y siguen siendo creadas con una estructura universitaria paralela sin calidad alguna.
La universidad está en crisis, ha sido intervenida subrepticiamente, poco a poco, casi de manera imperceptible a los ojos de la comunidad universitaria. La estrategia del régimen se apartó de la antigua practica del cerco policial, o de los tanques en los predios universitarios, simplemente se inventó un sistema de educación universitaria que lo construye a su conveniencia ideológica.
Empezó creando universidades y aldeas universitarias, la misión Sucre y últimamente, convirtió a los institutos universitarios de tecnología en Universidades. Crearon instituciones universitarias de muy baja calidad, sin infraestructura adecuada y con planes de estudio improvisados en todo el territorio; designaron autoridades universitarias afines a los objetivos oficiales apartándose de la meritocracia, logrando mayoría en el Consejo Nacional de Universidades, despreciando a los rectores de las universidades nacionales, imponiendo reglamentos y decisiones inconsultas. Tienen el control absoluto del sistema, bien sea administrativo o académico; incluyendo el ingreso de potenciales estudiantes, acción centralizadora para favorecer a la militancia afecta a la afiliación partidista.
El régimen a través del órgano educativo universitario respectivo ha debilitado y controlando el presupuesto de funcionamiento y dio la estocada final cuando usando esquiroles del partido que sin tener ningún tipo de representación lícita o calificada firman un adefesio laboral llamado “IV Convención Colectiva de Trabajadores y Trabajadoras Universitarias” que norma la estructura salarial, la administración docente y ejerce el control total de la nómina universitaria. Con esta medida refuerza la intervención económica pasando los recursos humanos de las universidades a la condición de asalariados del régimen, maneja sus derechos laborales, y sus modalidades; con una tabla de escalas salariales le dobla las rodillas al talento humano con salarios de hambre.
Paralelamente continúan con la intervención inventando dentro de los lineamientos del Plan de la Patria un utópico programa de reconstrucción que afirman necesitar de carreras universitarias “prioritarias, necesarias y complementarias” a su conveniencia. De un tajo, cortan la autonomía académica imponiendo carreras profesionales a su medida. Han limitado los planes de cada universidad y obstruyen la creación de carreras o su modernización mediante un rígido sistema de aprobación previa. Acaban de perfeccionar, violando incluso ya no la autonomía, sino también leyes y reglamentos el sistema multimodal donde pretenden administrar las modalidades del aprendizaje sometiendo a permiso previo cualquier iniciativa incluyendo el uso de las tecnologías de la información.
Copiando la normativa de países desarrollados, y las experiencias graduales aplicadas en calificadas universidades universitarias internacionales, decretan un Sistema de Evaluación y Acreditación (SESA) cuyos componentes ni las mejores universidades del mundo pueden aplicar para acreditar carreras, programas e instituciones; la metodología es una exageración que limita el sistema de evaluación incipiente.
El proceso de cercenamiento administrativo y académico, le ha dado el control total del sistema universitario, han apartado los lineamientos de la autonomía universitaria y ponen a buen resguardo las competencias de las autoridades universitarias a quienes han mantenido por más de catorce años mediante la fórmula de prohibir elecciones legales de sus autoridades de tal manera, que las autoridades eternas simplemente son convidados de piedra ante los cambios brutales de las normativas cohabitando con los controles impuestos.
El régimen ha presentado un proyecto de Ley de Educación Universitaria que regimentará todos los desaguisados mencionados, cambia no solo la estructura universitaria introduciendo los esquemas comunales en su operación, elimina el Claustro Universitario sustituyéndolo por una Asamblea con la participación de toda la comunidad universitaria, de organizaciones vecinales, y hacen depender a las autoridades universitarias de una Asamblea de orientación ideológica favorable el régimen que regimentará “la universidad y formará a un nuevo hombre”
La intervención académico-administrativa ha sido complementada con la política de mantener los recursos presupuestarios congelados sin considerar la innominable hiperinflación y distribución entre los dos centenares de ”universidades”, lo cual deja sin recursos a la operación universitaria en lo se relaciona a equipamiento, laboratorios, centros de investigación, y mantenimiento de su infraestructura, la cual está caracterizada por el abandono asociada a la conveniente epidemia y, ha dejado solo a los campus universitarios donde sus autoridades eventualmente asisten, apoyadas en controladas reuniones virtuales y favorecedoras de la invasión del hampa, la depredación de sus instalaciones, perdida de bienes, hurtos, robos a gran escala, abandono, y suciedad que intentan palear ahora con sospechosa ayuda oficial ante los ojos asombrados de los venezolanos quienes ven la perdida de sus universidades y de oportunidades de estudios universitarios de sus hijos.
Las expectativas son gravísimas para la universidad. Son perfectamente previsibles los planes de ejercer ahora un control efectivo sobre las universidades. El régimen ha procurado -con éxito- debilitarlas a lo largo del tiempo. Ha actuado con visión estratégica y con paciencia. No ha podido ganar elecciones estudiantiles las cuales se han hecho en franco reto, ni obtener resultados satisfactorios para ellos. Sin embargo, han sabido esperar y durante estos años ha restado competencias a los órganos de dirección universitaria y ha asumido funciones y atribuciones propias de esos órganos de dirección, ha puesto condiciones y asigna presupuestos ridículamente deficitarios. Las universidades han sido saqueadas, robadas una y otra vez. Además, ha sabido explotar las disensiones internas, entre otras, el divorcio entre las autoridades y la comunidad universitaria….
Venezuela cumple este año tres siglos de trayectoria en educación superior, con el aniversario de la fundación de su primera casa de estudios, la Universidad de Caracas, bajo control de la monarquía española. El país republicano creó años más tarde la Universidad Central de larga y critica vida académica. En todo este tiempo ha sido referencia. Fue de acceso gratuito y masivo a partir del año 1958 y ha hecho gala de alta calidad durante la segunda mitad del siglo XX. Desde el año 2005, las universidades tradicionales que en lo posible no se han doblegado al control gubernamental, sufren violaciones de su autonomía y la odiosa reducción presupuestaria, lo que limita totalmente su normal funcionamiento, pone en riesgo el pago de salarios y deja en ruinas buena parte de su infraestructura. A partir de entonces, el gobierno bolivariano se fue quedando con el control económico, administrativo y académico de las universidades provocando la voluntaria renuncia masiva de profesores, su efecto, es claro entre 2014 y 2019 la nómina del personal docente se redujo 30% en la Universidad Central de Venezuela y más de 60% en la Universidad Simón Bolívar. En las demás universidades el fenómeno se repite.
Un gran movimiento de la comunidad universitaria comienza a gestarse bajo la consigna que no se puede entregar la universidad a los intereses del régimen. Le dice no al cerco que pretende desbaratar la importancia histórica y pertinencia de la universidad crítica y moderna. Está elevando sus voces; y sus planteamientos comienzan a tomar forma, a buscar articulación con sus estudiantes y de las pocas instituciones democráticas que sobreviven. Buscan que se revitalice el movimiento estudiantil, y de que se ocupen los espacios universitarios para hacer acto de presencia. Ponen de manifiesto la debilidad de la educación a distancia producto forzada de la epidemia, metodología desvirtuada, que no es tal sino el noble esfuerzo de dictar clases por videoconferencias voluntarias. Manifiesta la necesidad de recuperar la Seguridad Social para no morir de mengua, exigir los recursos bloqueados y evitar ser administrados unilateralmente y en respuesta exige repensar la universidad, y la transformación y cambio de una nueva universidad.
Está planteado el debate sobre la democracia universitaria, porque podríamos pensar razonablemente, e incluso desde una perspectiva política, que la participación de la comunidad universitaria, lo que incluye a los estudiantes y a los profesores, a los empleados y a los obreros, apunta a la constitución de un frente unido para precaverse y defenderse de las agresiones gubernamentales. Eso plantea, sin duda, la adopción de nuevas prácticas democráticas en la universidad, de asumir el compromiso de los docentes que quedan, de estudiantes comprometidos con la libertad y la democracia y, con nuevos dirigentes universitarios que cubran la insatisfactoria representación de autoridades que se entregaron en brazos del régimen desde hace ya mucho tiempo.
Se hace emergente trabajar en un nuevo modelo de universidad venezolana cuyo diseño tomará tiempo, pero no más allá de un cambio de modelo político lo cual le permitirá en su oportunidad que esperamos no sea muy lejana darle las bases a un nuevo gobierno para poner la nueva universidad en práctica y disponer que la comunidad pueda instrumentar la reconstrucción universitaria. Seguiremos desarrollando esta línea de trabajo en próximas entregas.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional