Si el gobierno, como lo indican los medios, se sentó a dialogar con la Organización Internacional de Migraciones para pedir apoyo para lograr regresar a venezolanos que así lo deseen, pues bien, aunque hizo tarde lo correcto, porque además con esos organismos internacionales y otros del sistema de Naciones Unidas, como Acnur y los países receptores de emigrantes, debería estar trabajando para aliviar la carga que representa el éxodo venezolano, que es consecuencia no de una invitación de estos países, sino el resultado de la profunda crisis económica y política que vive Venezuela.
Ahora bien, para que a largo plazo funcione este plan, no depende del envío de aviones a algunas capitales; tienen que resolverse primero las condiciones objetivas que han hecho irse a más de 4 millones de venezolanos en casi 2 décadas, y luego contar con herramientas jurídicas que le den viabilidad en el tiempo a lo que debe ser una política de emigración de retorno de largo aliento. Pues de la noche a la mañana no regresan cientos de miles de compatriotas.
Hay que recordar que la academia ha estudiado este fenómeno migratorio y ha concluido, por ejemplo, que, a menor distancia recorrida por la migración, mayor frecuencia de casos de retorno; a mayor duración menor probabilidad de regresar, y si no se modifican las razones objetivas que impulsaron la decisión de irse (inseguridad, pobreza, lucha política, persecución, hiperinflación) se desestimula la migración de retorno. Por otra parte, otros especialistas han concluido que los emigrantes dispuestos a regresar dependen de varias categorías relacionadas con la adaptación y el éxito de su proyecto. Hay migrantes fracasados, que quieren retornar por no adaptarse en el país de destino, por incapacidad de integrarse a la nueva sociedad (idioma, clima etc.); intentan regresar los que ya se han jubilado en el país receptor o los que no pueden enviar remesas para ayudar a sus familias, y los que quieren regresar tras alcanzar sus objetivos migratorios. Por supuesto, los que se han ido por muchos años también deben confrontar la nueva realidad del país que dejaron atrás y para lo cual podrían tener dificultades de adaptación, en otras palabras, convertirse en emigrantes en su propio país.
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