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Se hace política al (des)andar

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La del venidero 21 de noviembre puede considerarse una estafa electoral más, pero las negociaciones de México le conceden un sentido y un alcance imposibles de disimular, clausurando definitivamente un largo ciclo, el del rentismo sociológico que ha sobrevivido al término del económico. Los venezolanos continuaremos empujando otro propósito y  programa, añadida la política misma que ellos juran monopolizar y, luego, algo prescindible, interpretarla.

El país de finales del siglo XIX supo inmediatamente de otros elencos de ruptura, aunque trasteó un tiempo más con el ataúd de los viejos hombres, viejos ideales y viejos procedimientos, tropezando a las puertas del cementerio con el petróleo de todas sus salvaciones. Entre los treinta y los cuarenta del XX, lo ocuparon problemas como el de la malaria y el latifundio, lidiando con las grandes y agresivas empresas transnacionales y los dividendos reportados por una guerra mundial, mientras despide la siguiente década zanjando un conflicto existencial que llevó al escenario a un marxismo de renovado y deslumbrante voluntarismo guevarista, una socialdemocracia que antes no quiso llamarse tal, un socialcristianismo de circunscrita vocación conciliar, y un liberalismo resueltamente perezoso; por cierto, suficiente para suscitar una superior calidad de la dirigencia por aquello de la costumbre militante del hacer y del pensar, dándole densidad a las emociones.

Digamos, tres etapas históricas que, hoy, simultáneamente nos agobian al cruzar el umbral de la necrópolis, sin una aparente salvación a la vista: el liderato político y social ha colapsado, vuelven los males que creímos alguna vez definitivamente superados y se presume cancelada toda escuela política e ideológica que le dé hondura al compromiso personal con el otro y los otros. Simplemente, desde Miraflores y México, pasando por Monómeros, decretaron que la política ha fracasado, repleta de temeridades e intrigas, con maniobras y conquistas tan lícitas como la existencia y funcionamiento de los laboratorios de guerra sucia y el ejercicio hedonista del poder y las cuotas que concede a quienes le colaboran, cual habitación giratoria en la urdimbre de los intereses edificados.

La política es una disciplina y un oficio extraordinariamente complejos y, a la vez, estremecedoramente sencillos para el especialista y el oficiante que muy bien encuentran cabida en la diaria experiencia y vivencia ciudadana, compartiendo los mismos dolores de cabeza:  se anuncia audaz y creadora, perfeccionándose sobre los hombros de la intuición y de los principios innegociables, por lo que, andada y desandada, aspirando tozudamente a la libertad realizadora, dará al traste con el status quo y la era que ha culminado esperando por el acta de defunción. El ejercicio de la política y de lo político,  incompatible con el régimen, añadidos los alacranes de diferentes tonalidades y atrevimientos que, al falsificar la realidad, lo hace con sus propias posibilidades de supervivencia. Así, el próximo 21 de noviembre, revivirá la política que creyeron muerta, dándole trascendencia al más modesto esfuerzo ciudadano de liberación, desandando la resignación, el apocamiento y los miedos sembrados.

A falta de una expresión o vocablo alternativo, la oposición liberadora encontrará muy pronto los cauces de una nueva, limpia, disciplinada y eficaz institucionalidad. La apropiada que anuncie un nuevo orden de cosas, rompiendo con la lógica perversa que predomina.

@LuisBarraganJ

 

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