Los regímenes totalitarios derivados en corporaciones criminales son enemigos de las sociedades democráticas a la par que violadores sistemáticos de los derechos humanos y promueven con sus actuaciones el colapso valorativo que subsume el desmoronamiento de los principios y valores. Hay que saber separar y distinguir entre la dictadura del crimen organizado y la política. No confundirlas jamás. El tratamiento hacia cada categoría es distinto. Allí yace el error.
La primera no tiene conexión con la vida y la dignidad de las personas. En contraste, el demócrata escucha y su actuación promueve siempre la defensa de la vida y los derechos de las personas. Hay políticos que dejaron de representarnos, que están en otras cosas e hipotecaron nuestra libertad.
El Estado venezolano secuestrado por la corporación criminal nos convirtió en el primer país de América Latina investigado por la CPI. De esta manera el régimen ha acabado con la poca imagen que le quedaba y hasta los propios aliados marcan distancia con los apestosos. Ha sido muy largo el ataque sistemático contra la población respondiendo a una planificada represión por parte del Estado-organización criminal-obstructor de la justicia. No hay duda de que el crimen tiene cadena de mando. Hay que llegar hasta los altos responsables, apegados a la verdad, al debido proceso y a una investigación independiente. Se ha puesto en marcha una justicia imparcial de la que hemos carecido.
El desiderátum es hacer justicia más allá de aparentarla, frente a crímenes de lesa humanidad. Un gran paso dado para establecer la verdad de lo que sucedió a las víctimas y consideración hacia sus sufrientes familiares, la decisión de profundizar la investigación aplicando una justicia creíble, continua, que llegue a término. No somos tolerantes con los que nos esclavizan y violan nuestra dignidad y libertad. Somos tolerantes con ideas, de ninguna manera con acciones que nos quitan la dignidad.
Con este sistema no se resguarda y no existe la verdad. Tomaron el poder para no dejarlo con un indigno control social. La democracia no se reduce a votar, mucho menos en comicios espurios, la recubre la república con sus instituciones que la garantizan.
Rechazamos la servidumbre voluntaria con un poder clausurado en si mismo. Las acciones de la oposición configurada por el régimen tienen consecuencias nefastas para la lucha democrática. Ellos realizan análisis sin asideros en la realidad. Buscan su beneficio personal, el régimen los ha infiltrado y algunas veces comprado. Son funcionales al ecosistema criminal. Lo principal es el rescate de la libertad, pero ellos se distrajeron en Monómeros.
La abstención que se producirá en la farsa electoral del 21N no es expresión cabal organizada, debe ser instrumentalizada hacia algo superior. Surgirá un nuevo liderazgo de la oposición, el G4 perdió la representación.
Se precisarán cursos de acción estratégica que lleven al objetivo de rescatar la libertad. La ética y el bien común guiarán las acciones a seguir. Por arriba de todo orden están los principios morales. Construir la masa crítica de ciudadanos junto a la amenaza real determinará el cambio. Con narrativa, coherencia y acción enfrentaremos la imposición de la agenda, condiciones y narrativa de la corporación criminal.
“Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados”.
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