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Alberto Rosales y su labor filosófica

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Por MARGARITA BELANDRIA (1)

La Maestría en Filosofía de la Universidad de Los Andes (ULA), en Mérida, fue fundada en el año 1989. El primer semestre se inició en septiembre, y el honor de haber recibido del doctor Alberto Rosales la primera clase magistral de apertura del postgrado es perdurable. Continuó con nuestro primer seminario sobre Platón en la naciente Maestría, que él contribuyó a fundar y consolidar decisivamente, y en la que continuaría por casi una década impartiendo seminarios principalmente sobre la filosofía de Platón, Kant y Heidegger como profesor invitado.

Hoy puedo pergeñar estas notas con gratitud y admiración fortalecidas con ocasión de la tutoría de mi tesis sobre un tema de la filosofía kantiana, pacientemente dirigida con la profundidad y rigor característicos de sus procesos metodológicos y sus creaciones filosóficas.

Justo es entonces recordar ahora de quién somos herederos. Traer a la memoria que, por esa época, Alberto Rosales contribuyó de manera muy activa y definitoria, desde el aula y con sus sabios y oportunos consejos, a la consolidación de esta Maestría impulsada por sus fundadores, entre ellos Alberto Arvelo y Andrés Suzzarini, quienes habían sido sus discípulos en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Pese a la catastrófica situación que han venido enfrentando las universidades venezolanas en las dos últimas décadas, esta Maestría ha persistido en el empeño de salvar ese esfuerzo y sus líneas fundacionales.

Aunado el ser humano espléndido que es, la trayectoria de Alberto Rosales encarna un testimonio de que no estamos frente a un filósofo que ha transigido con su mero adiestramiento y cultivo personal. No es Alberto Rosales el pensador ensimismado e intimista que se vuelca únicamente sobre su propio destino y perfección. Su exuberante labor dentro del campo filosófico y educacional así lo atestigua. Y no es solamente la claridad y elocuencia con que argumenta los problemas filosóficos en sus obras escritas, ni es solamente el haber penetrado con rigor y profundidad el pensamiento de Platón, Aristóteles y Kant —con los que nos recomendaba tratar en su lengua original como base desde la cual indagar los problemas filosóficos y sus planteamientos en otros filósofos que pudiesen interesarnos—. No es solamente eso. Es además otra virtud; esa que no para todos es tan fácil de poseer, como lo es el poder o la capacidad de comunicar a otros el saber de lo que se sabe.

Es quizás en la pedagogía de Alberto Rosales, manifiesta en sus seminarios y disertaciones frente a sus estudiantes, a nuestro modo de ver, donde con más agudo vigor se hace patente su sabiduría: esa potestad de situar al estudiante frente al objeto en examen y hacer captar lo abstracto como una realidad viviente, de hacer ver lo que se halla detrás de los meros conceptos y descubrir los ligamentos intrínsecos de sus conexiones. Es pues esa facultad penetrante de encontrarle nervio a las palabras, músculo a la idea, de ir más allá del libro y de la mera hilvanación narrativa de abstracciones lo que nos da la certeza de estar frente a un hombre sabio, frente a un filósofo y ante un Maestro. Junto a sus aportes originales, también en este sentido Rosales nos entrega su mejor legado: la disciplina y el buen ejemplo de cómo enseñar, siguiendo ese camino, más seguro, para adentrarnos en la investigación de los diversos fenómenos de los que se ocupa la filosofía.

Dentro del ámbito general de la filosofía en la actualidad y su enseñanza, de Alberto Rosales puede decirse que ha surcado a fondo en este campo, aportando originalidad en sus interpretaciones y acrecentando con ello la cultura filosófica y la educación en nuestro país y fuera de él. La hondura de su pensamiento y laboriosidad lo han hecho merecedor de varios premios y reconocimientos. En 1998 recibió el Premio Nacional de Humanidades que concedía anualmente el Consejo Nacional de Cultura (Conac), hoy tristemente desaparecido.

En 2011 la Pontificia Universidad Católica de Chile, durante el I Congreso Internacional de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Heideggerianos, le confirió el Premio Internacional Franco Volpi; galardón que, como se dijera en el acto de entrega, le fue otorgado por haber dedicado toda su vida a la Filosofía y especialmente a los estudios sobre Martin Heidegger. Y en diciembre de ese mismo año editamos en Mérida el número 22 de la Revista Filosofía —revista de la Maestría en Filosofía de la ULA— «en homenaje al filósofo venezolano Alberto Rosales con motivo de su octogésimo aniversario y en gratitud por su colaboración y su permanente compromiso con nuestra Maestría».

Ya el 18 de julio de 1989 la Universidad Simón Bolívar (USB) le había otorgado el título de Profesor Emérito de la USB, y la Asociación de Profesores de esa misma Universidad el Premio a la Investigación José Francisco Torrealba, en el 2004. Más adelante, por su libro Unidad en la dispersión recibe el Premio Nacional del Libro (Cenal), correspondiente al 2008.

Destacables son también otros eventos en su honor. En 1998 se efectúa en Mérida el Homenaje a Alberto Rosales, auspiciado por la Sociedad Venezolana de Filosofía y la Facultad de Humanidades de la ULA, en cuyo acto él expone una tesis sumamente esclarecedora en relación con el viejo y acaso mal entendido problema del final de la filosofía. Y en el 2005, en la ciudad de Lima se lleva a cabo el Homenaje a Alberto Rosales en el II Encuentro de la Organización de Organizaciones Fenomenológicas, en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Hacer pleno honor a la vida y obra de Alberto Rosales ameritaría un trabajo más a fondo. Bástenos por los momentos el boceto aquí trazado sobre este filósofo que nació en Caracas el 5 de noviembre de 1931, ciudad en la que ha vivido desde su infancia y donde cursaría las distintas etapas escolares hasta obtener en 1957 el título de licenciado en Filosofía en la Universidad Central de Venezuela, salvo sus estadías en Alemania mientras continuaba sus especializaciones en Kant y Heidegger.

Con sus méritos como estudiante de la licenciatura de Filosofía en la UCV conquistó una beca de la Deutscher Akademischer Austauschdienst para cursar estudios durante un año en la Universidad de Freiburg (1953-54). Al otorgarle su título (en 1957), la Universidad Central de Venezuela también lo premia con una beca para continuar sus estudios de postgrado en la Universidad de Colonia-Alemania desde 1957 hasta 1960, año en el que ingresó como profesor en la Escuela de Filosofía de la UCV.

Como becario de la Humboldt-Stiftung, del DAAD y de la Friedrich Ebert Stiftung, desde 1962 cursa estudios en la misma Universidad de Colonia hasta la conclusión de su doctorado en 1967 con la tesis titulada Transzendenz und Differenz Ein Beitrag zum Problem der ontologischen Differenz beim frühen Heidegger, considerada por expertos internacionales como una obra pionera y con aportes sustanciales a esta investigación especializada. Igual criterio de especialistas se extiende a su obra posterior también escrita en alemán Sein und Subjektivität bei Kant, de la que hay traducción al castellano como ya veremos.

En el mismo año de conclusión del doctorado reanuda su carrera docente en la UCV, prosiguiendo con sus labores de investigación y la formación especializada de la generación de relevo. Esta beca de la Humboldt-Stiftung la mantendrá Rosales desde 1969 en diversos períodos de su formación filosófica en la misma universidad alemana. Desde septiembre de 1970 comienza a impartir docencia en la Universidad Simón Bolívar (USB), si bien continuó dictando cursos a tiempo convencional en la UCV hasta 1976. En la USB inicia en 1971 la fundación del Departamento de Filosofía, del que ejercería su jefatura hasta 1974 y en otros dos períodos bianuales hasta su jubilación en 1983; donde funda también la Maestría en Filosofía, asumiendo el cargo de coordinador desde su inicio y en otros lapsos (1971/73, 1977/78,1980/81). Tras jubilarse, sin remuneración adicional, permaneció allí dictando cursos y seminarios hasta 1998.

En 1973 fundó la Revista Venezolana de Filosofía, de la que fue su director hasta 1998; única revista de su tipo en Venezuela y referente de publicación para filósofos de Venezuela y de la región latinoamericana.

De la Sociedad Venezolana de Filosofía fue cofundador en 1962,  y  a su regreso de Alemania en 1967 se hizo cargo durante muchos años de la Secretaría Ejecutiva, siendo su presidente entre 1988-1990 y prosiguiendo allí actividades hasta 1993. Desde 1998 es miembro fundador del Círculo Latinoamericano de Fenomenología, y cofundador de la Sociedad Venezolana de Fenomenología en el 2006.

Como editor, Alberto Rosales tuvo bajo su responsabilidad la edición de las Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía en 1990, y durante dieciocho años (1984-2002) estuvo al frente de la  Colección Pensamiento Filosófico de Monte Ávila Editores y la edición de casi una veintena de volúmenes de dicha Colección.

Alberto Rosales es autor de dos libros escritos en alemán Transzendenz und Differenz (Transcendencia y Diferencia Phaenomenologica vol.33, Martinus Nijhoff, Den Haag. Holanda 1970) y Sein und Subjektivität bei Kant publicado en el año 2000 por Walter de Gruyter Verlag, Berlín —New York; traducida al castellano (Ser y Subjetividad en Kant), fue publicada en Argentina, 2010—.

En Venezuela, la ULA le ha publicado dos de sus libros: Siete ensayos sobre Kant (1993) y Unidad en la dispersión, aproximaciones a la idea de la filosofía (2006). De este último nuestra Maestría de Filosofía preparó en el 2011 una segunda edición, encomendada al cuidado del profesor Miguel Montoya, que por la asfixia presupuestaria impuesta por el gobierno a las universidades autónomas, desde el 2008, ya no pudo llegar a la imprenta de la ULA.

Rosales ha traducido del alemán el libro de Heidegger Schelling y la libertad humana (Monte Ávila Editores, Caracas, 1997), y el ensayo de Hans Joachim Krämer, Fichte, Schlegel und der Infinitismus in der Platondeutung, para la versión castellana de su obra Platón y los fundamentos de la metafísica (Monte Ávila Editores. Caracas, 1996).

También es autor de numerosos artículos en español, alemán e inglés, en los que trata y esclarece problemas de la metafísica antigua y moderna, especialmente en Kant, Husserl y Heidegger; asimismo, de ponencias en congresos filosóficos de distintos países americanos y europeos. Un artículo suyo que nos parece de indispensable lectura para estudiantes y profesores, por la actualidad de sus planteamientos generales, es “Filosofía y educación: enseñanza y estudio de la filosofía en Venezuela”, publicado en la Revista Filosofía N° 23 del año 2012, que fue su ponencia pronunciada en el Primer Congreso Nacional de Filosofía que tuvo lugar en Caracas en noviembre de 1986, donde se revela lo que ha sido su permanente preocupación por la educación filosófica.

Sin pretender abarcar la magnitud de una vida intelectual tan fecunda como la de Alberto Rosales, hemos dispuesto  este compendio, con los datos al alcance, como segura referencia para la memoria de nuestras generaciones que habrán de continuar la tradición filosófica y rescatar las posibilidades del conocimiento, la academia, los más irreemplazables valores de la cultura y la tranquilidad y el progreso de este país tan vapuleado por la rapacidad, el deshonor y la ignorancia de sus déspotas gobernantes que desde inicios de este siglo emprendieron la demolición del Estado de Derecho y su vertebración institucional educativa y democrática.


1 Profesora titular. Universidad de Los Andes. Coordinadora de la Maestría en Filosofía de la ULA (2011-2015), [email protected]

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