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Corte Penal Internacional: no hay que contar los pollos antes de nacer

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Prensa Miraflores

El miércoles 26 fue un día importante –a lo mejor histórico– para Venezuela y quizás también para la justicia internacional. El fiscal de la Corte Penal, el británico Karim Khan, informó que luego de la prolongadísima “investigación” preliminar que –con bastante poca diligencia– había manejado su predecesora (Fatou Bensouda) desde 2018, él ha tomado la decisión, dentro de las atribuciones que le competen, de avanzar el expediente a la fase de investigación penal.

Con motivo de esa decisión del fiscal rápidamente se han producido buen número de opiniones, muchas de ellas serias, que en general tienden a calificar aquello como la apertura de las puertas de la cárcel de La Haya para Nicolás Maduro y sus secuaces. Ello ha resultado en la generación de  expectativas  de alto calibre. Quien esto escribe –comprometido existencialmente y desde siempre con la causa de la democracia y la justicia internacional– llama a la prudencia teniendo en cuenta que la frustración de expectativas genera decepción y división. Lamentablemente el gobierno interino ha incurrido varias veces en ese ciclo con los resultados que son de público y lamentable conocimiento general (llegada de la ayuda internacional, festival de Cúcuta, fin de la usurpación, “todas las opciones están sobre la mesa”, Monómeros, etc.etc.).

Por tal razón tal vez sea conveniente ofrecer un análisis que incluya más objetividad y menos  pasión sobre lo que se puede esperar en los pasos siguientes. Naturalmente, eso no significa en modo alguno que en nuestro corazón  no abriguemos intensos deseos de mejores destinos para nuestra patria, pero no olvidemos aquello tan vernáculo de “deseos no empreñan”.

Lo primero que resalta es la constatación de que la justicia –y más aún la internacional– son lentas pero por fin llegan. Si hasta ayer usted preguntaba la opinión de cualquier compatriota sobre el tema, el escepticismo era la norma.

Lo segundo que se puede anotar es lo inconveniente que puede resultar generar matrices de opinión sustentadas en el inmediatismo o el interés grupal. Nos referimos a las apresuradas críticas expresadas por numerosos actores políticos y activistas de derechos humanos que se lanzaron a protestar –pese a la recomendación de   los “prudentes” (como el suscrito)– por qué el señor fiscal Karim Khan “solo se reunía con el régimen” y no lo hacía con las víctimas de las violaciones o sus familiares. Muchos proclamaban ya la existencia de un “jujú” entre el fiscal y Maduro. Al final el Sr. Khan anunció lo que tenía que anunciar, en pleno Palacio de Miraflores y ante los propios personajes que –a lo mejor– el día de mañana deban enfrentar una acusación.

El público está inclinado a creer que Maduro & Cía. ya han sido declarados o al menos acusados de criminales. Ello no es así. Lo que se ha decidido es pasar de la etapa de “investigación preliminar” a la de “investigación formal” de cuyo resultado puede –o no– surgir una imputación o pedidos de apresamiento etc. Hasta ahora los sátrapas venezolanos son beneficiarios de la presunción de inocencia hasta que no se pruebe lo contrario. De paso, hay que tener en cuenta que el verbo “probar” en un tribunal de justicia –como es la Corte Penal Internacional– requiere estándares más severos que lanzar acusaciones en programas de opinión o desde escenarios que no sean los adecuados. Maduro & Cía. serán criminales cuando una vez imputados, presentadas y admitidas las pruebas y pronunciada una sentencia, sean condenados. Antes no. ¿Probabilidades? Bastantes, pero… este mismo tribunal no se ha distinguido ni por su eficiencia ni por su tasa de condenas.

Lo anterior se sustenta en el caso de Laurent Gbagbo, expresidente de Costa de Marfil, con suficiente prontuario de violación de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad hacia 2011, quien fue acusado, apresado, extraditado,  enjuiciado y finalmente absuelto al punto que el individuo fue acogido luego como refugiado en Bélgica. Recientemente regresó a su país y con 76 años de edad quiere  reiniciar la vida política.  Así, pues, se recomienda prudencia en las expectativas sin dejar de mantener alerta las oportunidades.

Vale la pena anotar también que en el documento de entendimiento entre la Fiscalía y la usurpación se afirma que al momento no existe individualización objetiva con nombre y apellido acerca de quiénes pudieran ser los responsables de la cadena de mando que organizó y ejecutó los delitos escenificados en Venezuela. Es obvio que tal señalamiento no era posible hacerlo en pleno Palacio de Miraflores, veremos cómo se desarrolla.

El memorándum en cuestión expresa con toda claridad la objeción del “gobierno” al giro que va tomando este expediente, al dejar claro que solo lo firma por  sujeción a su condición de miembro del Tratado de Roma que creó la Corte Penal Internacional. Tal vez este lenguaje de cortés rebeldía pudiera haber sido la concesión que el Sr. Khan haya debido hacer para obtener la firma del documento.

En el memorándum suscrito se abunda bastante en el concepto de “complementariedad”  que inspira al Tratado de Roma. Este significa que la jurisdicción de la Corte solo tendrá lugar cuando el Estado en el cual los delitos se han cometido no puede o no quiere llevar adelante una investigación seria de los hechos y sometimiento a una justicia independiente. Nosotros sabemos que en Venezuela ello es lamentablemente cierto, pero los señores “revolucionarios” no se cansan de intentar convencer a la Corte de que ello no es así. Será materia de debate.

En definitiva, con los elementos que el columnista tiene a disposición a la hora de escribir estas líneas, creemos que es posible afirmar que la justicia y el derecho están en mucho mejor posición que antes y al mismo tiempo recomendar prudencia en las expectativas y mesura en hacer pronósticos que a lo mejor mañana se vean diluidos por los acontecimientos.

Por último, es bueno decir que si algún progreso se ha alcanzado se debe en buena parte al denodado esfuerzo de muchas organizaciones y personas –incluido quien esto escribe– y por tanto no es el triunfo de ninguna parcialidad política de la oposición ni de nadie en particular, sino el resultado del esfuerzo y el dolor mancomunado de todos aquellos que –unos más, otros menos– creemos en la justicia, aun cuando deploramos su lentitud.

@apsalgueiro1

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