Héctor Navarro, quien ocupó la jefatura de los ministerios de Educación y Energía Eléctrica durante el gobierno del presidente Hugo Chávez, considera que es significativo el avance del caso de Venezuela en la Corte Penal Internacional hacia la fase de investigación porque puede ayudar a “desenmascarar” al gobierno de Nicolás Maduro.
“Su presencia hoy en Venezuela es importante porque puede ayudar a desenmascarar ante el mundo nuestra situación. Pero sin que podamos pensar que, de esa instancia, sometida a enormes presiones e intereses, se va a obtener toda la acción de justicia necesaria”, dijo en entrevista concedida a El Nacional.
Karim Khan, fiscal de la CPI, concluyó el miércoles una visita de tres días en Caracas. En el Palacio de Miraflores, ante Maduro y varios de sus altos funcionarios, comunicó que el caso de Venezuela pasó finalmente de la fase de examen preliminar a la de investigación para determinar la verdad de los hechos que se han denunciado.
El exfuncionario, quien formó parte de la militancia del Partido Socialista Unido y que ahora es uno de los detractores de Maduro, manifestó que espera que el proceso ante la instancia internacional sirva, además, para que se aplique la justicia reivindicando casos como los de el general Miguel Rodríguez Torres, exministro de Interior y Justicia.
“Ojalá se aplique la justicia”
—¿Qué observaciones tiene sobre el avance del caso de Venezuela I en la Corte Penal Internacional a la fase de investigación?
—En tiempos de la cuarta república yo participé mucho, siendo estudiante universitario en jornadas de protesta por los atropellos, abusos y crímenes que se cometían en contra de los presos políticos. Casos como el de Jorge Rodríguez (el bueno) o Fabricio Ojeda, son simplemente emblemáticos. Pero, como demostró en su momento hasta la saciedad José Vicente Rangel, eran política de Estado. En este gobierno que se dice revolucionario y socialista, la violación de los derechos humanos, que es también violación a la Constitución, es simplemente inaceptable y lamentablemente ocurre con demasiada frecuencia. Hoy en día existen instrumentos jurídicos, de validez universal, diseñados para ayudar en esa defensa de los derechos humanos, como es el caso de la Corte Penal Internacional. Su presencia hoy en Venezuela es importante porque puede ayudar a desenmascarar ante el mundo nuestra situación. Pero sin que podamos pensar que, de esa instancia, sometida a enormes presiones e intereses, se va a obtener toda la acción de justicia necesaria. Ojalá la visita del fiscal de la CPI sirva para que se aplique la justicia reivindicando casos como el del general Rodríguez Torres y de los numerosos trabajadores presos, solo por citar algunos casos.
—Ha habido una simulación de justicia, denunciada por las organizaciones de derechos humanos. ¿Este panorama podría tener algún impacto en las elecciones de alcaldes y gobernadores? Es decir, ¿generaría dudas en quienes apoyan al chavismo? ¿Cómo cree que terminará el gobierno de Maduro?
—Debo insistir en que el gobierno de Maduro no es chavista. Es madurista. Cuando analizas las orientaciones, las acciones, de uno y otro gobierno, vas a ver las enormes diferencias existentes. Y eso lo conoce el pueblo, lo conocen los votantes para los cuales Chávez llegó a tener más de 50% de aceptación, mientras que la figura de Maduro no alcanza 20%. Yo, por ejemplo, como estoy seguro muchísimos otros venezolanos, me considero chavista, socialista y bolivariano, pero de ninguna manera madurista. Sé que ese sentimiento está en todas partes y estoy convencido de que tendrá un impacto importante en los resultados electorales. A ese sentimiento contribuye definitivamente el conocimiento, la consciencia, del problema de la violación de los derechos humanos que pone de relieve, exacerba, las grandes diferencias en nuestro país en cuanto al acceso a la justicia, incluyendo lo que se está conociendo como judicialización de la protesta, en detrimento de un importantísimo derecho humano en cualquier democracia que se precie de tal.
Rechazo del chavismo es de 80%
—Ha hablado sobre las profundas fracturas en el PSUV. Después de fuertes denuncias de irregularidades en las elecciones internas, parece ir unánimemente a las elecciones. ¿Cómo analiza esa situación?
—Las profundas fracturas dentro del PSUV, de las cuales hablamos hace tiempo, se han puesto de manifiesto en dos vías. Primero, las numerosas protestas que se suscitaron por el manejo por parte de algunos miembros poderosos dentro de la dirección del PSUV en la selección de los candidatos a las próximas elecciones de noviembre 2021. Y, segundo, las fracturas mencionadas permean hacia la población, hacia nosotros y producen el enorme rechazo que tienen las figuras principales del gobierno-PSUV, incluyendo al propio Nicolás Maduro, que, según las encuestas, ronda en 80%. Para los otros dirigentes nacionales de ese partido la situación, según todas las encuestas, es aún peor, ahora incluyendo a Diosdado Cabello.
—Y ¿cómo cree que terminará la oposición el 22 de noviembre? Los principales partidos políticos de oposición (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular) postularon candidatos.
—En primer lugar, una observación: esos cuatro que tú llamas ‘principales partidos de la oposición’ entre todos, de nuevo según las encuestas, no alcanzan 20% de voluntad de voto. Los partidos de la llamada oposición, además del desastre que ha significado por corrupción administrativa (casos Citgo y Monómeros, entre otros) y que, por vergüenza no deberían ni presentarse, están ayudando con mucha fuerza al triunfo de Maduro y su gente en esas elecciones, al no haber sido capaces ni siquiera de ponerse de acuerdo para la selección de candidatos con oportunidad de ganar, de manera de que por cada candidato del gobierno-PSUV a un cargo, hay tres o más candidatos de esa llamada oposición. En esas condiciones el resultado antipopular y antidemocrático está desde ya cantado. Por supuesto que existen otras búsquedas en otros sectores, como la APR, por citar un ejemplo, o candidaturas como la de Antonia Muñoz o Ramón Martínez que, si actúan políticamente, sensatamente y esto significa interpretar la terrible situación por la que atraviesa Venezuela y su pueblo y asumir compromisos ciertos de accionar político, como por ejemplo a luchar por el referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro, podrían arrancar algunos triunfos aunque sea parciales a la hegemonía de la derecha instalada en el país, en gobierno y en oposición.
“No conocía a Alex Saab”
—¿Qué me dice del caso de Alex Saab? ¿Conocía quién era este sujeto antes de que se descubriera su presunto entramado de corrupción que estableció en el palacio de Miraflores?
—No, nunca conocí a ese señor. Y he descubierto muy tardíamente que además es ‘venezolano’ y designado por el gobierno para representar a nuestro país en unas conversaciones tan importantes para nuestro futuro como las que se estaban efectuando en México. Ahora, reconociendo el enorme desconocimiento que poseo sobre el caso, lo que sí sé es que muchos de los productos que nuestro país adquiría o adquiere en el exterior para los CLAP, a través de ese señor, llegan a nuestra gente incluso a precios superiores que los existentes en los mercados de origen. Esto representa una ganancia que se queda en manos de alguien.
—¿Iban a ser las negociaciones “el santo remedio” de todos los males de los venezolanos? ¿Qué están demostrando las altas autoridades con su decisión de suspender su participación luego de la extradición de Alex Saab?
—El gran problema es que -independientemente de que siempre es mejor una larga conversa que una guerra, sea corta o larga y que, por tanto, hay que apoyar la iniciativa en México- no debemos perder de vista que en esas conversaciones están presentes dos sectores de nuestra sociedad que representan la hegemonía económico-financiera de la vieja burguesía tradicional aliada en muchos negocios (aunque también en competencia, como dicta la lógica del capital) con la ahora burguesía emergente, llamada por algunos distraídos ‘burguesía revolucionaria’, con grandes intereses comunes especialmente económicos, como mineros y petroleros, que aconsejarían limar todas las asperezas posibles. Sin embargo, tampoco debemos olvidar que existe un actor de muchísimo peso en esta dinámica: Estados Unidos, que, representados a lo interno por Juan Guaidó, sí están interesados en impedir las conversaciones y provocar una salida de fuerza como ya en el pasado ha sido anunciada.
Alex Saab conoce “muchos detalles”
—Es un sujeto muy importante para el gobierno.
—El señor Alex Saab conoce obviamente muchos detalles de los negocios que podrían comprometer a mucha gente y, por ello, esta jugada de levantarse de la mesa tiene por objeto simplemente huir hacia adelante, pero era la reacción que los gringos y sus aliados locales esperaban y lograron; además, una reacción muy típica del presidente Nicolás Maduro, como se dice popularmente, disparando desde la cintura y sin apuntar, y a las cuales nos tiene muy acostumbrados.
—En el caso de Hugo Carvajal, por ejemplo, el chavismo no parece interesado por su destino, a pesar de que ocupó importantes cargos y en algún momento celebró su regreso a Venezuela después de su detención en Aruba.
—Este caso es diferente porque, por los cargos ocupados, si ese fuese el caso, él tendría tanta culpa en muchas cosas como los que podría señalar acerca de otros, de los cuales no se habla, de manera que habría una especie de equilibrio.
—¿Qué dice de los años en los que el general Raúl Isaías Baduel estuvo preso y sufrió, según denuncias de familiares y abogados, aislamiento y tortura? Más allá de cualquier proceso judicial en su contra, ¿de dónde surgió ese aparente odio y ensañamiento?
—Realmente conozco poco de las interioridades del caso Baduel. En primer lugar, un tribunal lo juzgó, lo encontró culpable por asuntos de corrupción y lo condenó (y en esto no puedo emitir opinión porque, insisto, desconozco los detalles). Luego del cumplimiento de la condena, un nuevo tribunal le inicia una nueva causa, completamente diferente de la anterior pero ahora por ‘traición a la patria’ y allí, además de los vicios que se han señalado sobre el mismo es inaceptable el trato que se le dio como prisionero en cuanto a incomunicación y aislamiento, incluso con dificultades para comunicarse con sus abogados. Tratamiento que es condenado por todas las instancias civilizadas a nivel mundial (por supuesto, esto no incluye a la prisión de Guantánamo regentada por los Estados Unidos). Y, definitivamente, no es el trato que nadie puede recibir de un gobierno que se dice socialista y, por tanto, humanista. Es el trato que sí esperábamos, y era común y corriente, en los tiempos de la cuarta república en plena vigencia del Pacto de Puntofijo de los gobiernos adeco-copeyanos.
“Socialismo no es corrupción”
—Muchos de los que estuvieron cerca de Chávez aparecen involucrados en presunta corrupción, además de Carvajal, también señalan a Luisa Ortega Díaz y a Rafael Ramírez, por mencionar algunos. ¿Era ese el abono del socialismo del siglo XXI? ¿Es esa la herencia de Chávez, las consecuencias totales de sus decisiones?
—Sin asumir a priori la culpabilidad de quienes mencionas en la pregunta, genéricamente, ese tipo de comportamiento de ninguna manera tiene relación con el concepto del socialismo. Yo creo que la herencia final de Chávez se relaciona, por ejemplo, con nuestra Constitución, la cual fue aprobada como nunca antes (incluso a nivel mundial) con la participación popular, es ahora abrazada por la totalidad de los venezolanos (incluyendo a quienes encabezaron un golpe de Estado contra ella en 2002). Creo que la herencia final de Chávez se relaciona con su indeclinable postura nacionalista y antiimperialista, y con un amor hacia el pueblo que le fue retribuido en instancia póstuma por el acompañamiento popular de sus restos, como nunca se había dado antes en Venezuela, y que probablemente nunca se repetirá.
—¿Qué ha cambiado desde su reunión con Juan Guaidó en 2019? ¿Lo reconoció? ¿Cómo cree que está la oposición actualmente y qué debería ocurrir para que se recupere la fuerza de 2017?
—Luego de nuestra entrevista con Guaidó enviamos una comunicación al presidente Maduro solicitándole una reunión para conversar exactamente sobre los mismos temas que habíamos conversado con Guaidó, pero en varias ocasiones los funcionarios de Miraflores se negaron a recibir nuestra comunicación y de eso tenemos pruebas y testigos. Lo único que ha cambiado desde ese momento para acá es la fuerza relativa con la cual contaba Guaidó en ese momento y, al mismo tiempo, la opinión mundial y el apoyo a la posibilidad del uso de la fuerza interna o externa (invasión) para el caso Venezuela.
“Maduro legitimó a la oposición de Guaidó”
—La Unión Europea envía una misión de observación electoral para las elecciones, en todo eso hubo cierto impasse Venezuela. También se desplegarán expertos de la ONU y el Centro Carter. ¿Son esas garantías suficientes?
—Si se revisa la historia de la diplomacia en el mundo, se encontrarán idas y venidas, declaraciones y aclaraciones, amenazas y disculpas. Todo eso es normal en las relaciones internacionales. Incluso las disculpas y los apretones de manos después de producida una invasión y muchos muertos. El gobierno de Maduro abrió la posibilidad de las conversaciones en México y, claro que eso lo legitima, pero, al mismo tiempo, legitimó a la oposición de Juan Guaidó porque lo puso de nuevo en el tapete desconociendo a muchos otros sectores de la oposición. En ambos casos se trata de una legitimación muy relativa porque la verdadera legitimidad, más allá incluso de la legalidad, surge del aprecio, del reconocimiento popular. Lo que todavía no está escrito es la legitimidad que tendrán los acuerdos de México especialmente si, al final, terminan poniéndose de acuerdo en la entrega del país en un pacto de élites con el pueblo ausente. De cualquier manera, todo aquello que contribuya, dentro de la Constitución, a disminuir las posibilidades de un desenlace violento, como la aceptación del proceso electoral que resulte con las garantías que se acuerden, debe ser bienvenido. Mientras, los diferentes partidos deben procurar, para que funcione la democracia y para demostrar que creen en ella y así ganar legitimidad, la consulta popular a todos los niveles.
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