En la ciudad escocesa de Glasgow, entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de este año, se está realizando la llamada COP26, una convención que organiza las Naciones Unidas y que reúne a casi 200 países para tomar acuerdos sobre el cambio climático. Han existido ya esfuerzos sobre este asunto, con poco éxito, desde el Protocolo de Kioto en 1997, luego en 2015 el Acuerdo de París, que obliga a todos los países firmantes a realizar recortes de sus emisiones de gases de invernadero, con el objetivo de que la temperatura media del planeta no supere 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales; este es el límite que establecen los científicos para evitar efectos catastróficos, cuando ya el planeta anda en un calentamiento de 1,1 grados.
Sin embargo, la concentración en la atmósfera de los gases de invernadero, como el bióxido de carbono, metano, óxido nitroso y gases fluorados, no han dejado de aumentar a pesar de los diferentes tratados y compromisos. Lo que sucede es que los países más industrializados no quieren detener sus emisiones porque estas son un subproducto de su actividad industrial y se resisten a detenerla o a aumentar sus costos de control de gases de invernadero.
Es por esto que la ONU sugiere que los países deben duplicar sus objetivos si se busca evitar lo que los científicos han denominado como una “catástrofe climática”, para nadie es un misterio que los más grandes emisores de bióxido de carbono son China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón por el alto nivel de industrialización que tienen. China, el principal contaminante mundial, dice que seguirá haciéndolo toda esta década porque estableció que alcanzará su pico de emisiones en el año 2030.
El otro problema es que cada quien establece sus metas, así que no se ve un compromiso firme, pues muchos países establecen llegar a “meta cero”…, pero hasta mediados del siglo. Otros países se comprometen a reducir 30% la producción de gas metano; pero en 2030 (este gas es de efecto invernadero unas 34 veces más potente que el bióxido de carbono).
En el último siglo, la humanidad hace esfuerzos por impedir el impacto medioambiental del que es responsable, los científicos no puedan predecir con exactitud cuáles serán las condiciones climáticas a largo plazo, pero casi todas sus teorías dan a entender que se acercan tiempos malos.
Debemos todos, desde nuestras trincheras cambiar nuestros hábitos de consumo, porque solo con pequeños cambios podemos impactar trascendentalmente para bien en todo el mundo.
Tiempo al tiempo.
@plumavertical
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