En esta segunda entrega usé en el título el término Pandora Papers. Sin embargo, no me referiré ni a la filtración ni a las consecuencias que se han producido. En cambio, compartiré algunas experiencias y consejos que fueron producto de mi experiencia profesional y que han mostrado ser apropiadas a la luz de todas las filtraciones ya conocidas y… las que vendrán.
El término original fue acuñado en idioma inglés y fue “tax haven” y debió pasar a los otros idiomas en su acepción original que era “refugio fiscal”. Al pasar al idioma francés, hubo una mala interpretación debido a que “haven” (refugio, lugar seguro) y “heaven” (paraíso, cielo) se pronuncian de manera muy similar y en Francia se tradujo como “paradis fiscal” o paraíso fiscal. Cuando el término pasó al español copiado del francés, se tradujo como “paraíso fiscal”
Listas de los paraísos fiscales hay muchas. Mejor dicho: muchísimas. En unas aparecen países o territorios que no aparecen en otras. Unas listas se elaboran con criterios laxos y otras con criterios más estrictos. Recientemente, a principios de octubre, la Unión Europea dio a conocer su “lista negra” y su “lista gris”. No incluyó a 6 países europeos comunitarios o aliados ni a 16 territorios y países alrededor del mundo que son considerados paraísos fiscales.
Es más que evidente que grandes naciones tienen posiciones ambivalentes: en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos son abanderados en los esfuerzos para eliminar los paraísos fiscales y en otros foros o en sus políticas internas voltean los ojos y no los ven.
No me extrañaría que los paraísos fiscales hayan sido las creaciones de las clases más pudientes e influyentes en los países metrópolis de las otrora colonias. No creo factible que hayan sido los habitantes locales de las colonias quienes, a escondidas y en sigilo, dictaron las leyes que permitieron convertir sus colonias en paraísos fiscales. Es más probable que el sentido haya sido inverso: de las metrópolis a las colonias. Por su parte, si el origen del término es cercano a la realidad, “refugio fiscal” denota claramente su propósito original.
Recuerdo cuando explicaba cinco términos que inventé: El primero era “Destino: la Mongolia Exterior”, el segundo era el “Síndrome del Cocktail”, el tercero era “¿Y?”, el cuarto era el “Banco suizo propio” y el último era la “Leal institución familiar”.
Con “Destino: la Mongolia Exterior” explicaba que los paraísos fiscales van a desaparecer o solo quedarán unos pocos territorios rebeldes e inhóspitos. Las personas que usen compañías en el exterior deben estar claras en que las leyes cambian constantemente y que no solo deben sino que les conviene a todas luces estar dentro del campo de la legalidad, tanto en sus países de origen como en los países extranjeros. Las actividades ilegales son como un encierro de ganado: van acorralando, cerrando puertas y ventanas y dirigiendo hacia destinos cada vez más oscuros. Las ilegalidades no permiten el regreso hacia los territorios o países más buscados y el resultado sería en el futuro que el único lugar que quedaría para encontrar refugio sería un municipio oscuro, inaccesible y remoto en la Mongolia Exterior. La premisa para actuar suponía que las actividades deben ser claras y transparentes y bien y claramente alejadas de las áreas limítrofes o grises.
El “Síndrome del Cocktail” motivaba a las personas a aprender y a conocer qué era lo que estaban haciendo. Les relataba que una persona iba a una fiesta o a un cocktail y se encontraba con un conocido que le decía algo así como que lo que estaba haciendo estaba total y catastróficamente equivocado. De allí en adelante ni disfrutaba la fiesta ni dormía esa noche de la preocupación. Insistía que debían conocer lo que tienen entre manos, manejarlo y administrarlo con destreza. Les invitaba a obtener respuestas válidas a preguntas sobre lo que estaban construyendo como ¿Qué?, ¿Quién?, ¿A quién?, ¿Para quién?, ¿Para qué?, ¿Para qué no es?, ¿Para conseguir qué?, ¿Para evitar qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué no?, ¿Cuándo?, ¿Cuándo termina?, ¿Dónde?, ¿Cuánto?, ¿Cómo?, ¿Cómo se hace? ¿Cómo no se hace? ¿Cómo termina?, ¿Cómo se revierte?, ¿Con quién?, ¿Con quién no? Desconfía de quien te proponga algún servicio enlatado que no está construido con base en las particularidades de tu familia o empresa. No he conocido dos casos que hayan resultado idénticos. Cada quien tiene circunstancias muy particulares que deben ser atendidas adecuadamente.
El ¿Y? se refería a que la estructura debía ser prístina, transparente, cristalina, limpia. Si ocurría una filtración como la última (Pandora Papers) y fueras mencionado, tu reacción sería “¿Y?”. Aparte de las molestias por la indiscreción, la pregunta de tu parte hacia quien te cuestiona sería un simple “¿Y?”.
Cuando me refería al “Propio banco suizo” quería transmitir la idea de que –así como la propiedad de tu carro comienza y termina contigo– las estructuras en el exterior deben también comenzar y terminar en los miembros de los interesados. Un grupo empresarial o familiar puede lograr organizarse de tal manera que no dependan de otros. ¡Cuántas veces habrás oído de un banco que propone a su cliente la creación de un “trust”, todos los documentos vienen ya preparados para la firma, todo es coser y cantar hasta que el cliente firma y allí se acaba la luna de miel y comienzan las tristezas. Abogados, contadores, prestadores de servicios, bancos, banqueros, financistas y otros profesionales los hay por montones. Mi idea es que estos profesionales o prestadores de servicios son para ser contratados y no para que actúen como parte de la estructura. Por supuesto que sugiero que descarten las ideas de acciones al portador, testaferros, otorgamiento de poderes generales de administración y disposición con la facultad de sustituir el poder. Un señor una vez me dijo algo así: “Lo mío es lo que está a mi nombre. Lo que no está a mi nombre, no es mío. Y no le presto mi nombre a nadie”.
Por último, hablaba de la “Leal institución familiar” y con ese término me refería a que estas estructuras deben ser consideradas como instituciones para familias funcionales, “buena gente buena”, con proyección a largo plazo, con sustancia, con regímenes de sana gobernanza corporativa, con instituciones para prevenir y resolver conflictos, con compromisos éticos y con reglas de conducta transparentes que permitan a las personas dedicar sus esfuerzos a trabajar y a crear sin el riesgo de que caiga en una trampa preparada, de una traición, de un golpe bajo o de una actitud irracional de parte de quien o quienes tienen la mayoría de los votos para pasar por encima de los demás como una aplanadora. Porque estamos muy mal acostumbrados. Tener la mayoría accionaria o confabularse para crear una mayoría circunstancial no significa tener la razón. Cuando tocaba el tema de la lealtad lo hacía mirando hacia lo interno y hacia lo externo. En la esfera interna, cada quien debe comprometer su lealtad como obligación de resultado. En cuanto a la esfera externa, el compromiso de lealtad se refiere a que los integrantes no se van a mezclar individualmente con actividades ilícitas o actuar por su cuenta en jurisdicciones forajidas.
Espero que si alguien alguna vez viene y te informa que tu nombre apareció en una nueva filtración –que vendrán, tenlo por seguro– le puedas mirar a los ojos y con tranquilidad y franqueza le puedas hacer la pregunta: ¿Y?
Dios guarde a V. E. muchos años.
@Nash_Axelrod
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