Luke Watkin estaba solo en un pasillo de la escuela cuando escuchó, por primera vez, un ruido extraño.
«Escuché lo que parecía ser el frenazo de un tren, seguido de un choque de metales.
«Era algo completamente fuera de lo común. Fue como un shock al sistema, algo que realmente no podía entender o procesar.
«Fue una experiencia aterradora», recuerda Watkin.
Esta fue su primera experiencia de la condición de salud mental psicosis.
Watkin, en ese entonces, tenía 12 años.
Primero oía sonidos. Más tarde, empezó a oír palabras, su nombre, hasta que escuchó frases enteras.
Signos tempranos
Los principales síntomas de la psicosis son alucinaciones y delirios, que pueden ser causados por una condición mental específica como la esquizofrenia, el desorden bipolar o la depresión severa.
También pueden surgir después de vivir experiencias traumáticas, estrés, por efecto de las drogas o el alcohol, como efecto colateral de alguna medicación o por un problema físico como por ejemplo un tumor cerebral.
Mientras que no es algo tan común como la depresión -afecta a menos de una persona cada 100- expertos dicen que es importante reconocer los síntomas de la psicosis a tiempo, ya que los tratamientos que se hacen en los primeros estadios pueden ser más efectivos.
Las personas con psicosis corren en promedio más riesgo de causarse daño a sí mismas y de suicidarse.
De acuerdo a un sondeo de 4.000 personas realizado por la ONG británica Rethink Mental Ilness, más de la mitad cree que no podrían identificar los primeros síntomas.
La ONG teme que la falta de conciencia sobre el problema impida que la gente joven pueda recibir ayuda, sobre todo porque los primeros episodios de psicosis suelen ocurrir entre los 18 y los 24 años de edad.
Algunos signos tempranos más sutiles incluyen el alejarse de los amigos, manifestar creencias extrañas, tener cambios de humor repentinos y pensamientos confusos.
Síntomas de la psicosis
- alucinaciones: cuando una persona oye, ve, siente, huele o percibe un sabor de algo que no está allí
- una alucinación común es oír voces
- delirios: cuando uno tiene creencias profundas que los demás no comparten
- un delirio común es el creer que hay una conspiración para causarle daño a uno
- discurso rápido y constante
- discurso confuso: por ejemplo pueden pasar de un tema a otro en medio de una frase
- pérdida repentina del hilo de pensamiento, que resulta en una pausa abrupta en la conversación o actividad.
Watkin trató de hablar con un maestro en ese momento, pero este no le dio importancia.
«Me hicieron sentir que era algo de lo que no se debía hablar».
Así que decidió «ser fuerte», guardárselo para sí y continuar su vida.
Watkin no volvió a hablar de ello hasta que abandonó la universidad cuando estaba en su tercer año.
Él reconoce que para su familia hubiera sido difícil entender qué le estaba pasando.
«Pensaban que yo era muy callado (porque esa era mi forma de lidiar con ello). Me escondía en mi cuarto, o miraba para abajo o me centraba en otra cosa y me mantenía alejado de los demás.
«Mis padres pensaban que así era yo, un niño callado».
El momento de la verdad
Pero en la universidad llegó un punto en que no podía manejar la vida universitaria a la vez que escondía su psicosis.
Abandonó la carrera mientras su familia pensaba que seguía estudiando, y luego perdió el contacto con su familia.
«Cuando llegué al punto más bajo de mi enfermedad mental, desaparecí», explica.
«Después de que desaparecí se hizo obvio para mi familia que algo estaba mal. Se dieron cuenta de que no había estado yendo a la universidad, y ese fue el primer paso para recibir ayuda.
«Me enfrentaron con una serie de cosas y fueron muy comprensivos y cariñosos».
Tratamiento
Cualquiera que experimente signos de psicosis debe consultar de inmediato con su médico.
El tratamiento típico involucra una combinación de medicación antipsicótica, terapias psicológicas como terapia cognitiva conductual y apoyo familiar o social.
Watkin fue puesto en contacto con un servicio de intervención temprana y comenzó a tomar medicación.
«Cuando miro atrás es extraño. En ese momento era muy raro pensar en eso. Ahora, cuando siento que tengo un día malo, se lo cuento a casi todo el mundo. Soy un quejoso ahora. En ese momento estaba en un estado mental en el que me daba miedo hablar de ello».
Ahora, con 26 años, Watkin está ayudando a otros jóvenes que están atravesando lo mismo, y dice que ve un cambio en cómo la gente habla de la psicosis, más abiertamente.
«Creo que se hará más raro que la gente sienta que es algo que tiene que esconder. Es mucho más fácil hablar de ello a que sea un tabú».
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