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Efecto Hediondez

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Divertiría si semejara un poco a otro interesante y mitológico como el Efecto Pigmalión, surgido cuando un rey-escultor modeló la figura de una mujer (Galatea) sin sospechar que se enamoraría de ella y pediría a la diosa Afrodita que le diese vida a su hermosa estatua para amarla.

Llamo Efecto Hediondez al [de] generado por un individuo al cual se le da un «mandato» mediante sufragio, y que luego se consuma matón rodeado de zopencos contra los que (infligirá) practicará el «bullyngnismo» y cuyas riquezas malversará.

El «bully» aborigen convierte el ejercicio de las funciones de gobierno en actos que constituyen abominaciones: se modela a sí mismo y se enamora de su fabulosa crueldad e impunidad, fornica con la compleja proyección de su eco-materia-refleja, a la cual también, previo tupé, define «Todos Somos Él-Yo», sin necesidad de reciclar a ninguna diosa de la antigüedad para que le conceda existencia e intentar sofocar su priapismo copulándose sin parar.

Algunos enrevesados etimólogos creen que «bully» tendría una raíz indoeuropea, que sería una especie de trans-trasto del Griego-Latín-Sajón phrater/frater/bráter/brat/brother […] No luce plausible que de un vocablo que significa hermano retoñe un «bully», que igual entiéndase patán. Es un diminutivo del inglés «bull» (macho).

Hediondez no se aproximaría a un canino bulldog, precisamente, sino a un «bully» (machito) o quizá un «bumy» (atorrante, en ninguna cosa buena diestro) y por ello hacen tanto ruido mediático. Falso que lo impulse una ideología o proyecto político a favor de los desposeídos. Caminan, cierto, pero no saben por qué. Fablan, es verdad, pero ignoran el origen de sus discernimientos. Por codicia, conocen el valor y uso del «lletardo».

El Efecto Hediondez lo es por cuanto le precede una caracterología que incluye divertimentos idiomáticos en tribulaciones de radio y televisión, lo que parece insólito si se reconoce que el tirano lo es por indocto y miasma. En escasos meses de mando, un sustituto (en nefasto turno) del «Todos Somos Él-Yo» (que se arrogue tener sensibilidad social) enfrentará a sus opositores calificándolos como «chukis».

Estoy persuadido que el perezoso de supremo legado no preguntará a los autores-asesores intelectuales de sus marranadas mediáticas, en tribulaciones de radio y televisión, qué significa «chuk» en inglés.

Tampoco sus predecesores (que similar a los pierolapithecus catalaunicus gritaban, pero improperios) habrían investigado antes de proferir. Digo que los militantes del «Todos Somos Él-Yo» no sólo carecen de sensibilidad social, sino también muestran una impronta de sujetos sin ningún respeto por el ser humano. Convertir las alocuciones de mandatario en desahogos de inmunodeficiente intelectual con afrentas, burlas, mentiras, ridiculeces y hasta órdenes subliminales [para que adeptos de su régimen cometan] no aplican para calificarlas inferencias de estadista.

Las naciones que abordaron el gigantesco navío del primermundanismo experimentan vivir, lógicamente, la Era de Post-Modernidad. Pero otros nacionales de vastos territorios del mundo, y no por falta de recursos financieros o talentos, somos obligados a indigestarnos a causa del Efecto Hediondez que aun cuando estuviera por sucumbir emitirá dinosáuricos sonidos e incubará monstruos sucesorios. No pueden calificarnos de insurrectos los primates a quienes exigimos depongan su mediocre discurso adulador de atrocidades y pertrechos, porque las nuestras no son ovaciones en palco de patíbulos. No tenemos armas de guerra cuya venta sólo enriquece a proveedores de la muerte en perjuicio de la Humanidad: pero, es innegable que somos legítimos insubordinados. Es decir: civiles.

@jurescritor

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