El pasado sábado 16 de octubre fue extraditado de Cabo Verde a Estados Unidos el colombiano Alex Saab, presunto testaferro de Nicolás Maduro que era solicitado en ese país por los delitos de lavado de dinero y conspiración para perpetrar el blanqueo de capitales.
Hasta su llegada al estado de Florida, la salida a la crisis política venezolana estuvo centrada en el tema electoral –comicios regionales y municipales del 21 de noviembre- y el de un acuerdo, producto de la negociación en México entre la Plataforma Unitaria y el régimen de facto.
En cuanto a lo primero, la oposición siempre planteó que la solución es una elección libre, justa y competitiva, determinada por la observación internacional. En el proceso del 21N, el árbitro principal será la Unión Europea. Así que su informe preliminar y final marcará el devenir político del país.
Si la UE llegara a asegurar que las megaelecciones cumplieron con los estándares mínimos –libres, justas y competitivas– Maduro seguiría en el poder hasta que finalice su período en 2024 y podría disponer de la flexibilización de las sanciones económicas estadounidenses o de segundo piso. Eso le daría acceso a ingresos en divisas lícitas que causarían una expansión económica. En este escenario político, la Plataforma Unitaria cohabitaría con el régimen de Maduro, y en lo económico, Fedecámaras normalizaría la relación de negocios con el cabellomadurismo.
Es el escenario de “Maduro pa’ rato”, pues en 2024 volvería a aspirar a su reelección –la segunda–, teniendo a su favor un pequeño “boom económico”, el giro hacia la izquierda de la región y el valor geopolítico que representará Venezuela para China, Rusia, Turquía e Irán en ese momento.
En el “Maduro pa’ rato”, las negociaciones en México facilitarían los mecanismos para asegurar la normalización del país en lo político, social y jurídico; así como permitirían el acomodo de las élites que integran la Plataforma Unitaria y el cabellomadurismo.
Sin embargo, si las conclusiones de la UE llegan a señalar que el proceso electoral no cumplió con los estándares mínimos de libre, justo y competitivo, Maduro necesitará realizar la elección presidencial antes del fin de su ilegítimo mandato –más de sesenta países democráticos no lo reconocieron como presidente de Venezuela– en 2024. En este escenario se mantendrían las sanciones económicas estadounidenses y serían más eficaces, con énfasis en la importancia de la coordinación multilateral y la mitigación de los impactos humanitarios.
En México debería pactarse el cronograma electoral para un referéndum revocatorio o el adelanto de la elección presidencial, además de los mecanismos para la ayuda humanitaria.
En consecuencia, la llamada “normalización” del país no contaría con las divisas necesarias para reactivar la economía. Venezuela, entonces, seguiría experimentando la recesión económica que comenzó en 2014.
Es el escenario de “Más de lo mismo”. El régimen de facto no podría garantizar el funcionamiento del Estado y se agravarían los servicios básicos a la población. Quedaría en evidencia su incapacidad para controlar el territorio e intercambiaría espacios geográficos con grupos armados irregulares para no ser desplazado del poder.
En “Más de lo mismo” se generarían las condiciones para un conflicto de baja intensidad con Colombia. La crisis de refugiados venezolanos sobrepasaría la de Siria.
El juicio a Alex Saab definitivamente impacta la estabilidad del heredero de Hugo Chávez en el poder. Pero la situación se agravaría si el fiscal de la Corte Penal Internacional solicita la autorización a la Sala de Cuestiones Preliminares para iniciar una investigación por crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Si eso ocurre, Maduro dejaría de ser parte de la solución a la crisis política venezolana. En consecuencia, se crearían las condiciones para un gobierno de transición democrático que facilitaría la celebración de elecciones libres, justas y competitivas. En este caso, las sanciones económicas estadounidenses serían levantadas.
Las negociaciones en México crearían la hoja de ruta que permita restituir el Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, señalado en la Constitución de 1999. Por lo que la prioridad estaría en el cronograma para unas megaelecciones observables, la convivencia político-social y la renuncia a la violencia con reparación a las víctimas, además del levantamiento de las sanciones económicas.
Es el escenario del “Gobierno de transición”, en el cual Saab es un game changer. Agrega la causa delincuencial a la ilegitimidad de origen de Maduro, lo que lo mantendría al margen de cualquier solución a la crisis política venezolana.
El llamado “Gobierno de transición” pautaría una serie de condiciones que deberían ir cumpliéndose paso a paso e irían acompañadas del levantamiento paulatino de las sanciones impuestas sobre el país latinoamericano. Asimismo, Venezuela podría optar a programas de apoyo internacional y se iniciarían negociaciones con el FMI y otros organismos multilaterales a tal fin. Se crearía la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que investigaría los «actos de violencia graves ocurridos desde 1999» y se aprobaría una amnistía que cubriría todos los delitos, salvo los de lesa humanidad.
Actualmente, el régimen de Maduro está de duelo por lo que significa la pérdida de Alex Saab. La extradición del colombiano a Estados Unidos un día antes de que ganara la elección presidencial el Partido Africano de la Independencia de Cabo Verde, de tendencia izquierdista, lo tiene en negación. La rabia que le ha provocado esta decisión ha hecho que el régimen de facto abandone la negociación en México. Sin embargo, no tardará en aceptar la pérdida de su “diplomático”.
Si la Plataforma Unitaria deja pasar el momento para lograr el “Gobierno de transición”, el sucesor de Chávez buscaría seguir con “Más de lo mismo”, o si aprende a vivir con el dolor y se recupera pronto podría pensar en “Maduro pa’ rato”. En este caso, la oposición no debería participar en las elecciones del 21N, con base en el argumento de que el régimen se retiró de México.
En conclusión, el juicio a Saab en Estados Unidos desarrolla la acción de un “Gobierno de transición”. Pero, si no se aprovecha esta oportunidad, corremos el riesgo de tener “Maduro pa’ rato”.
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