El título del artículo suena a banda de rock progresivo, pero no lo es. AUKUS, no es el nombre del cantante líder, son las siglas del importante cambio geoestratégico que se produce en las inmediaciones del Mar del Sur de China. Las siglas (en inglés) reúnen a Australia, Reino Unido y Estados Unidos en una sólida alianza militar que, sin nombrarla, hace contrapeso al avance de la China Comunista en la región. Los temas de la alianza, además de los imperativos de seguridad regional, abre un abanico de cooperación en inteligencia artificial, tecnología cuántica y cibernética, investigación y desarrollo y mucho más.
Los hipersónicos no son los otros miembros de la banda, son los misiles chinos cuyas pruebas en agosto pasado sorprendieron a los servicios de inteligencia estadounidenses por su avanzadísima tecnología. Incluso se intuye que rebasa los alcances americanos en ese campo. Los misiles hipersónicos, puede llevar cargas nucleares en vuelos espaciales de órbita baja, dar vueltas al planeta antes de dirigirse a su objetivo a 6.200 kilómetros por hora, cinco veces la velocidad del sonido. A esa velocidad, no existen sistemas de defensa antimisiles y quedaría el mundo cubierto por el manto de esta terrible amenaza militar china. Con este dato, ¿entra el mundo de lleno a una nueva carrera armamentista?
A pocas semanas de la retirada americana de Afganistán, se vislumbra con más claridad el sentido del golpe de timón. Ante los ojos incrédulos del mundo por la debacle afgana, la respuesta americana no tardó en llegar. Más allá de las escenas impactantes de un imperio en retirada, huyendo de unos guerrilleros en harapos y chancletas, se aprecia el redespliegue de Estados Unidos contra China y el reposicionamiento claro de sus intereses. La materialización de la estrategia reviste la forma de una alianza tradicional entre países con valores e historia común, el AUKUS.
Y es así como la impresión de una nueva Guerra Fría se concreta poco a poco. Esta vez se trata de occidente vs China, o de democracias liberales vs la China comunista, o aún más pragmático, por el dominio militar, económico, comercial, control de materias primas, alimentos, agua, energía y un largo etcétera. El AUKUS nos trae viejos recuerdos de la «contención», la contención de la expansión china, para usar una palabra de la primera Guerra Fría.
El centro geográfico de estas tensiones se encuentra en el Mar del Sur de China, donde Pekín construye islas militarizadas y vislumbra la anexión de la añorada provincia rebelde de Taiwán, la cual intenta recuperar por todos los medios desde 1949.
Sin embargo, otras señales neurálgicas de esta rivalidad se manifiestan de distintas formas. Una de ellas, es el esfuerzo milmillonario de Pekín, en desarrollar, en más de setenta países, una estrategia de inversiones en infraestructura conocida en inglés como la Belt and Road o, la Nueva Ruta de la Seda en español. Evidentemente, este programa facilita el acceso a materias primas y constituye la punta de lanza del soft power diplomático chino en el mundo.
En efecto, a través de esta nueva ruta de la seda, China financia y construye puertos, aeropuertos, carreteras, ferrovías, represas, túneles, plantas eléctricas, oleoductos, gasoductos, tejiendo así una densa urdimbre de conexiones, negocios, intereses y ultimadamente control y proyección. Los países y regiones son variadísimos. Comprenden el sudeste asiático, el océano Índico, el este de África y algunos puntos de Europa.
Desde luego, América Latina no fue excluida del plan. China se hace muy presente en Panamá, Ecuador, Uruguay, Chile, Bolivia, Costa Rica, Cuba y Perú, sin olvidar a Venezuela. Las inversiones reflejan claramente la intención china en penetrar las fuentes de materias primas y alimentos que pueda ofrecer América Latina, a través del Belt and Road y mediante lo que los Estados Unidos llama “préstamos corrosivos”. Así, extiende el alcance y el peso de su garra a la hora de ejercer influencias en, las más bien vulnerables, democracias de la región.
Otro punto álgido de esta competencia lo apreciamos en el rol de China como tenedora de bonos del Tesoro de los Estados Unidos, por aproximadamente 1.12 billones de dólares. Sin duda, esto agrega una pizca de condimento extraño a esta nueva guerra fría.
Así, China a través de su “diplomacia de la deuda” pudiera blandir la amenaza de descargar los bonos estadounidenses en los mercados de capital con consecuencias nefastas. Paradójicamente, el revés de esta moneda nos muestra que el 38% de las reservas de divisas de China están denominadas en dólares americanos. Por ello, un remate de deuda americana por parte de China podría significar una devaluación importante del dólar, lo que paradójicamente, pudiera hacer más competitivos los productos y servicios americanos, amén de tantas otras consecuencias conocidas y desconocidas. Estaríamos en territorio no explorado.
Es una extraña Guerra Fría, en donde los rivales están íntimamente conectados y, por ende, asociados por el comercio, por las finanzas y por miles de intereses comunes que, sin embargo, no eliminan la rivalidad por la cima del dominio mundial.
El AUKUS es una de las variadas respuestas a estos desafíos. Sin embargo, el reposicionamiento estratégico no ha sido sin traumas. El primero, en Francia, al perder el colosal contrato por la fabricación de los submarinos para Australia. Estados Unidos, sin protesto, exige de sus aliados una actitud de enfrentamiento frente a China. Así, hace pagar a Francia por su “singularidad gaullista” (retiro de la estructura de comando de la OTAN, desarrollo de su propia fuerza de disuasión nuclear, oposición a la invasión de Estados Unidos, Irak en 2003, entre otros). Definitivamente, la alineación ideológica no significa siempre alineación estratégica. Francia hoy lo entiende muy bien.
Otros choques son evidentes. Es el caso de Europa, quien recientemente anuncia su estrategia “27” para el Indo-Pacífico. Pareciera que, en esta pelea, Europa no quiere alinearse y más bien apunta a «la cooperación, no a la confrontación» con Pekín, defendiendo al mismo tiempo en una acrobacia retórica- acrobática, los valores democráticos. Difícil malabar.
Es evidente que, para los Estados Unidos, la “tercera vía” planteada por Europa es demasiado timorata ante una China voraz y agresiva ensayando con misiles hipersónicos. Esto desde luego ha empeorado las relaciones transatlánticas (Estados Unidos-Europa) y aumenta el clima de desconfianza iniciado por el gobierno de Donald Trump.
Y en esta riada de choques, no se debe desatender el sobresalto de China, quien reacciona violentamente al denunciar una mentalidad de guerra fría y aumenta las provocaciones a través de vuelos de naves militares en zonas aéreas de alta tensión vecinas a Taiwán y el avance de su tecnología misilística.
Para terminar esta nota de amenazas y tensiones, sorprende sin duda que ante el reciente aumento sensible de los precios del carbón, gas y petróleo y la falta de preparación china ante el invierno venidero … China descargó hace pocos días 450.000 toneladas de carbón australiano para la industria acerera china y las empresas estadales de energía. Así, al menos, los hogares chinos, a pesar de las tensiones estarán bien alumbrados y calientitos ante los rigores invernales. La realidad se impone.
@A_Urreiztieta
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