El tránsito habitual entre Venezuela y Colombia estaba restringido desde 2015. A partir de ese momento solo se permitía el paso peatonal. Luego, en febrero de 2019 el bloqueo se agudizó después de que la oposición venezolana, respaldada por Colombia y Estados Unidos, tratara de llevar ayuda a su país a través de los accesos con Colombia. Fue entonces cuando las autoridades venezolanas bloquearon el puente Simón Bolívar, uno de los pasos más frecuentados entre ambos países.
Luego de que Colombia revirtió el cierre de la frontera el pasado junio, ahora Venezuela también levantó las restricciones y con un montacargas, retiró los contenedores que instaló en el 2019 e impedían los pasos fronterizos con Colombia.
Ante esto, el gobierno Duque tuvo una reacción cautelosa: “Nosotros los colombianos no nos vamos a prestar para ser idiotas útiles de las pretensiones electoreras que pueda tener la dictadura de cara a las elecciones locales que quieren adelantar en Venezuela”, sostuvo Duque al referirse a la apertura del paso.
A lo cual la respuesta de Maduro fue invitar a empresarios colombianos a retomar las inversiones en dicho país. “Bienvenidos, colombianos y colombianas, venid a mí, venid a nosotros con vuestras inversiones”, dijo Maduro.
Gremios y sociedad civil ejercen presión local
Uno de los factores claves que influyó en la apertura de la frontera —punto en el que coinciden varios analistas — fue la presión sobre los gobiernos centrales ejercida por los gremios, gobiernos locales y la sociedad civil, tanto en el Estado de Táchira como en Norte de Santander.
“La situación para ellos es insostenible, ellos sienten que no se puede mantener más la frontera cerrada. La presión de los gremios va a ser muy fuerte porque Norte de Santander necesita la reactivación económica y Venezuela necesita los productos de Colombia”, asegura Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Adicional a la reactivación económica y comercial que esta apertura significa para ambos territorios, Socorro Ramírez, analista y miembro de la red Puentes Ciudadanos Colombia Venezuela, explica que la frontera posee todo tipo de relaciones familiares, comunidades indígenas compartidas, personas que viven con nexos en uno u otro lado y que permanentemente atraviesan el paso fronterizo para buscar bienes, servicios o para abastecerse.
“De no abrir y regularizar ese paso, con todos los protocolos de bioseguridad, va a seguir aumentando el problema de la criminalidad y de los grupos armados que han aprovechado los cierres fronterizos formales, para extorsionar el comercio que ha seguido por las trochas y a las poblaciones o migrantes que tienen que ir y venir. Si no se resuelve el asunto de manera inmediata la situación va a seguir complicándose”, explica Ramírez.
Para Mauricio Jaramillo, profesor de ciencia política en la Universidad del Rosario, el tema de la seguridad fronteriza también es un hecho clave restablecimiento del paso fronterizo. “Nosotros necesitamos ese vínculo con Venezuela por el tema de las migraciones, lo necesitamos para el comercio y para recuperar la integración regional”, destaca.
Sin embargo, a pesar del anuncio de apertura de la frontera, aún quedan dudas sobre lo que esto podría significar y en qué términos quedaría la relación política y diplomática entre ambos gobiernos.
“No podemos esperar que lo que ha ocurrido en la frontera signifique una reactivación total de las relaciones comerciales. Mientras no haya un cambio de gobierno en Colombia las relaciones bilaterales van a continuar siendo muy tensas —sostiene Sebastián Lippez, director del departamento de ciencia política de la Pontificia Universidad Javeriana— Es un paso que ayuda a respirar algunas relaciones, pero no es un cambio dramático en el estado de cosas en los dos países”.
Lippez expresa que cuando Duque dice que “no va a ser un idiota útil del régimen venezolano”, esto quiere decir que la situación de la frontera corresponde a una decisión prácticamente unilateral del gobierno venezolano. “Eso no cambia la postura política. Hay un flujo de personas en la frontera, pero eso no significa un reconocimiento político o un restablecimiento de las relaciones total entre los dos países”, explica.
En la misma línea, Ronal Rodríguez apunta que además de no existir una flexibilización en la posición de ambos mandatarios, incluso pareciera, que los presidentes han tratado de generar una situación compleja para que no se abra la frontera. “Tanto las declaraciones del presidente Duque, como las de Nicolás Maduro, azuzan los ánimos del otro y parece como si estuvieran en el ánimo tendenciero de capitalizar la apertura de la frontera”, señala.
Un contexto político electoral en ambos países
La apertura del paso fronterizo entre Colombia y Venezuela se da en un contexto político electoral para ambos países y, según lo señalan los analistas, de no abrirse la frontera, podría haber implicaciones electorales para ambos bandos.
Por un lado, Venezuela tiene previsto elegir alcaldes y gobernadores el próximo 21 de noviembre. En este caso, Ronal Rodríguez advierte que el régimen venezolano busca demostrar algo de legitimidad en estas elecciones y “obviamente la dinámica de la apertura fronteriza implica la llegada de bienes y servicios a Venezuela, lo cual podría tener un impacto en la elección”, explica el investigador.
Por otro lado, Colombia se prepara para las elecciones legislativas y presidenciales de 2022. Según el analista, Norte de Santander es un departamento importante para el partido de gobierno, Centro Democrático.
Sin embargo, asegura que, pasados los años, los nortesantandereanos sienten que Duque, en lugar de convertirse en el presidente que iba a pelear por sus intereses, los dejo solos. “Si la frontera no se abre muy seguramente en las próximas elecciones presidenciales los nortesantandereanos no van a votar por una postura similar a la de Duque”, apunta Rodríguez.
Lo que viene luego de la apertura de la frontera
Martha Márquez, directora del Cinep, asegura que la recuperación de las relaciones económicas entre ambos países será un proceso lento. “Por un lado, no hay confianza del lado de las grandes empresas colombianas para invertir en Venezuela. Por otro lado, Venezuela tiene una economía destruida, entonces la demanda allá tampoco es muy fuerte. Si la gente está saliendo de Venezuela es porque básicamente no tiene cómo vivir”, señala.
Ronal Rodríguez coincide con la posición de Márquez y agrega que la apertura de la frontera estará marcada por medidas biosanitarias. “La reactivación de las dinámicas comerciales tardará un tiempo porque es recuperar todo un sistema de aduanas y un sistema migratorio que se había deshecho en los últimos años”.
Sin embargo, en el panorama de apertura ya comienzan a darse los primeros pasos como, por ejemplo, el anuncio del presidente Duque sobre la posibilidad de abrir los consulados. “Los dos países necesitan con urgencia esas dinámicas de relaciones consulares, no solamente los presidentes y los gobiernos, sino las personas que viven en el otro país”, asegura Rodríguez.
Adicionalmente, Socorro Ramírez resalta la importancia de establecer un canal de comunicación entre los dos gobiernos centrales, de manera que las autoridades locales puedan definir los términos en los que se dará dicha apertura. “Se necesitan hacer acuerdos que regulen ese proceso gradual de las relaciones entre ambos países”, sostiene.
En este punto, señala Ramírez, es clave que la comunidad internacional se sume a esta apertura con el fin de facilitar una canal entre los gobiernos centrales de Venezuela y Colombia. “Si los dos gobiernos no quieren hablar directamente, se debe enviar un país para facilitar y servir de testigo en todo el proceso de acuerdos sobre las posiciones para desarrollar la apertura”, agrega.
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