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Ya pasó una semana y seguimos disgustados

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Mesa de la Unidad Democrática: ¿con la oportunidad de desplazar al chavismo?

EFE/ Miguel Gutiérrez

Hace precisamente  una semana, en esta misma columna, publicamos un artículo cuyo título revelaba el disgusto y frustración que la situación política actual del país produce  no solo a este opinador sino también  a importantes sectores  del colectivo nacional. (https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/ya-esta-bueno-estoy-arrecho/). Dicho artículo cosechó más menciones y comentarios que muchas de las otras opiniones que hemos ofrecido en este mismo espacio. Pues bien: al día de hoy constatamos que nada ha cambiado y –peor aún– pocos signos de que nuestro llamado –y el de varios otros hacedores de opinión– haya tenido alguna acogida entre quienes tienen la posibilidad de proponer algunas rectificaciones.

El comisionado para las Relaciones Exteriores del interinato, quien –en nombre propio y de su partido político– se desmarcó olímpicamente del gobierno interino, allí sigue en su puesto sin dar muestras de quererlo abandonar y sin que tampoco el presidente (E) haya dado señal alguna de destituirlo, como sí hizo ejecutivamente con el entonces embajador en Colombia, Calderón Berti, cuando hace más de un año  este denunció las mismas  irregularidades que hoy vuelven a salir a la superficie.

Se sabe que en la reunión semanal de los lunes que el Dr. Borges mantiene con los embajadores designados no por él sino por la Asamblea Nacional (la de 2015) se expresaron reacciones variopintas que en definitiva a nada han conducido, pese al reclamo de algunos y el comedido silencio de otros. Se comprueba también que, en el ámbito interno de los partidos, el escándalo se analiza no tanto por el interés nacional sino por la agenda de cada uno. ¿Sorpresa? No; ¿Vergüenza? Sí.

Mientras tanto, el público va identificando posibles responsables de incurrir en las prácticas que tanto se criticaron. Sin tomar posición ni abrir juicio todavía, observamos el asomo de nombres de dirigentes a quienes se señala como partícipes  de los vicios descubiertos de tal manera que hacen poco creíbles las explicaciones que hoy  dan. Una expresidenta de Monómeros, ficha pública de un dirigente de VP, afirma que su llegada al cargo fue exclusivamente meritocrática; un exgobernador y excandidato presidencial ni siquiera desmiente su rol en la brega de contratos para sus conmilitones y… pare usted de contar.

Entretanto ese brollo sigue su evolución, los capitostes del G4 siguen ocupados en dilucidar si a partir del 5 de enero de 2022 el buen muchacho Juan Guaidó será ratificado como titular de una Asamblea Nacional  cuya legitimidad –y relevancia– hace aguas o si quien hoy ostenta un modesto (pero mayor que ningún otro) margen de aceptación puede ser presidente interino  de la República hasta tanto se celebren nuevas y creíbles elecciones presidenciales. ¿Qué cuento le echaremos a Mr. Biden o a la Sra. Von der Leyden cuando llegue la fecha y pongan la torta? Todo ello ocurrirá cuando veamos si una tal Comisión de Observación  Electoral de la Unión Europea presente en Venezuela esté  haciendo respetar su mandato o si –como algunos sospechan– serán interferidos y eventualmente descalificados, según soplen los vientos. A  propósito de ello ¿cómo se  ignorará  la voluntad de los millones de venezolanos que se abstendrán o la de aquellos  que por estar en el exterior no pueden ni votar ni ser contados?

¿Y qué tal México? Este columnista ha sido ferviente partidario de la necesidad de abordar alguna clase de diálogo porque esa es la petición fundamental de nuestros aliados y además la forma civilizada de resolver controversias. Sin embargo, a estas alturas confesamos la duda acerca de si no será que otra vez nos dejarán con los crespos hechos cuales tontos ingenuos. ¡Ojalá que no!

Lo anterior configura un muy propicio ambiente para la ya visible emergencia de la antipolítica como forma de hacer política. En Chile acaba de ocurrir y quienes se presentaron como cuestionadores de la política tradicional acaban de lograr importantes triunfos electorales en la convocatoria para la Constituyente de hace algunos meses  y ahora revelaron ser criptopolíticos  de la izquierda extrema, que todo lo cuestiona y que seguramente reflejará su impronta en la nueva Çonstitución que redactarán y ofrecerán a un electorado que, en líneas generales, está tan desilusionado como el de Venezuela. En Perú –con sobradas razones– se gesta un ambiente similar.

Afortunadamente el bien alimentado señor que despacha en Miraflores ya ha tomado la previsión de dar comienzo al ciclo navideño de pan y circo con decoraciones y derroches ofensivos para un pueblo oprimido por las carencias de las que dan cuenta recientes estudios como el de la UCAB, según el cual la pobreza en Venezuela alcanza 94%, lo que la coloca a la cabeza de la vergüenza continental.

@apsalgueiro1

 

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