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Nadie rinde cuentas 

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Tarde o temprano el régimen criminal rendirá cuentas ante el juicio de la historia. De eso no se salvará, aunque carezca de los arrestos  –los muy cobardes y mentirosos– de hacerlo directamente, la historia misma implacable, imparcial y rigurosa se encargará de ello. Así lo hizo con el bagre Juan Vicente Gómez y con la dictadura oprobiosa de Marcos Pérez Jiménez. La estafa del siglo XXI supera ya a ambos en todos los órdenes, descendiendo hasta los abismos profundos de la maldad, la concupiscencia y el robo.

Son muchos los delitos de lesa humanidad en que ha incurrido la corporación criminal, allí están pormenorizadamente señalados ante la CPI, la OEA y compendiados por la Misión independiente de determinación de los hechos (ONU).

Hoy nos referimos a su conducta dolosa de producir un daño antropológico en los venezolanos, en el alma nacional, al pretender cambiar e injuriar la fecha sagrada de la Navidad. Nuestro país es mayoritariamente católico, es la fe que profesamos ininterrumpidamente desde nuestra existencia como nación.

En su afán de ganar un día más en la permanencia usurpada del poder, el narcorrégimen apela a cualquier cosa, desde farsas electorales, entendimientos con factores vencidos (oposición oficialista) que pactan sus crematísticas sumisiones; a tarifados como Borrell, Sánchez y el coleta que lanzan al precipicio la respetabilidad que ha sabido granjearse la Unión Europea en la consolidación de sus instituciones, acudiendo a validar una vandálica farsa  electoral del todo írrita, como la del 21N. El Parlamento Europeo tomará nota de la transgresión a los estándares fijados para la instancia de observación electoral que goza de prestigio y de un manual riguroso que regula sus procedimientos de actuación.

Volvemos sobre la conducta criminal de usurpar y alterar lo sagrado de la Navidad. Nos referimos a la celebración genuina de un acontecimiento sin par, que generó un antes y un después en todo el orbe, que ha trascendido hasta convertirse en una tradición alojada en el alma nacional, celebrada ininterrumpidamente por la sucesión de generaciones.

Los venezolanos vieron con indignación cómo la usurpación, con ostentación que contrasta con la miseria creada por su estulticia, en un país con 96% de pobreza, anunció y decretó con pompa y desparpajo el inicio de las navidades a partir de octubre. El país decente, que es la mayoría, se rebela ante el nuevo delito de daño antropológico y decidió a favor de la preservación de sus costumbres y tradiciones.

El 18 de noviembre conmemoraremos el día de la Virgen de Chiquinquirá “la Chinita”. A partir de esa fecha, de manera espontánea, comienzan a sonar las gaitas y se abre el espíritu de celebrar el tiempo de Navidad. Las misas de aguinaldos comenzarán el 16 de diciembre y culminarán con la misa de gallos del 24. Simbólicamente representan los 9 meses de gestación de María. El 28 de noviembre iniciaremos el primer Domingo de Adviento, que al completar las cuatro semanas sirven de preparación para la Nochebuena del 24 y el 25 de diciembre, que es el centro y culmen de nuestras celebraciones: el nacimiento del Niño Dios en nuestros corazones.

“Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados”.

 

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