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La Universidad Simón Bolívar finalmente tomada por el régimen

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Fapuv USB

Foto Archivo

El jueves pasado el Consejo Nacional de Universidades procedió a designar tres nuevas autoridades en la Universidad Simón Bolívar: rector y vicerrectores académico y administrativo. Difícil no caer en apasionamientos. Pero intentémoslo.

El plan macabro para llegar a dirigir-tomar las universidades por parte del régimen, comenzado hace más de diez años, cuando este cobró conciencia de que eran instituciones indoblegables y que a través de elecciones no lograría «conquistarlas», se cumple a cabalidad para sus nefastos intereses. Paralizaron esas elecciones en todas y, como hemos visto, las autoridades van renunciando o muriendo. Abundan los casos en instituciones como la UDO, LUZ, UCV, UCLA y, por supuesto, la USB.

El momento para la gran manifestación de rebeldía se nos fue de las manos básicamente por incrédulos. Recuerdo, con claridad, como desde la Asociación de Profesores invocamos el 350 y el 333 constitucionales para salirle al paso al atropello contra la también constitucional autonomía. Nadie creyó entonces que avanzarían para llegar a tanto. Aquí estamos. Las universidades debilitadas y tomadas desde el poder, sin nada más para este que aguardar el paso del tiempo. Las advertencias, con desespero, las hicimos llegar a la Asamblea Nacional, así como a organismos internacionales. El más reciente el de la ONU que terminó con la mención esta misma semana de Michelle Bachelet al caso de las elecciones universitarias, entre otras violaciones de los derechos nuestros al respecto de la educación.

Habría que ser un lerdo en materia política para no entender el propósito destructivo institucional. Habría que haber ignorado los mensajes contenidos en las convenciones colectivas, en el haber secuestrado las nóminas en la plataforma Patria, en el proyecto de ley de universidades, en el mismo modo como el régimen campea por instituciones por las que antes hubiera sido impensable siquiera pisar o ser recibidos de alguna manera que no fuera agresiva, cargada de asco, repudio y rencor. Habría que ser un lego en análisis del contexto para no apreciar las maneras y las palabras. Para que estas designaciones de instrumentos rojos en los cargos de la USB resulten sorprendentes. Se consuma la toma finamente calculada hace más de 10 años. ¿Ignoramos los propósitos contenidos en las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia? ¿Ignoramos que ante la consulta de la comunidad académica de la USB el nombre por el que ella se inclinó fue abiertamente desconocido por el régimen para imponer a un foráneo a la institución como vicerector académico buscando y consiguiendo humillar? Quien se haya sorprendido no lee o no entiende. Quien sopese elecciones de un modo distinto a la imposición y el arrollamiento no lee o no entiende la calaña de un régimen criminal y terrorista.

La toma de las universidades, en pos del pensamiento único, de la inserción ideológica, de las comunas, del cercenamiento de las libertades, es un hecho. Se ha venido manifestando y las designaciones en la USB de tres personas que jamás hubieran accedido a un cargo directivo por la vía electoral así lo confirman. El proceso de negación de la realidad, tipo avestruz, puede servir de mucho, pero no para enfrentar a un enemigo poderoso. Las carencias mostradas ayer se potencian hoy. Queda insistir dentro y fuera del país, con las tantas fortalezas que nos quedan, por el proceso electoral universitario. A las universidades las han ido tomando. Pero no están perdidas. Ahora es cuando quedan ganas de rebelarnos ante el despotismo. Habrá que rearticularse y exigir el cumplimiento de la Constitución y las leyes con presión. En eso debemos encauzar la lucha que no ha terminado. Que está lejos de terminar por la universidad y por el país. No debe haber diferencia alguna en el sostenimiento de esa ardua lucha.

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