Por LUIS ALFONSO HERRERA ORELLANA
En tiempos de frenesí como los que vivimos a causa de las nuevas tecnologías, la pandemia del COVID-19 o la inestabilidad democrática en muchos países, la aparición del libro de Axel Capriles M. Erotismo, vanidad, codicia y poder. Las pasiones en la vida contemporánea (Madrid: Turner Noema, 2021) es una muy buena noticia para toda persona con interés en conocerse mejor a sí misma y hacer lo propio con quienes en la esfera privada y pública son relevantes en sus vidas.
Se trata de un texto de suma utilidad para comprender sin prejuicios el impacto de lo pasional en la vida humana, así como para, desde esa comprensión, ganar autonomía frente a la corrección política, maniqueísmos, simplificaciones ideológicas e ignorancia sobre nuestra propia naturaleza, presentes con fuerza en las narrativas y productos culturales que buscan condicionar la existencia actual.
A lo largo de sus cinco capítulos, la obra brinda un análisis crítico de las pasiones desde el sólido conocimiento que tiene su autor de la psicología junguiana. En su conjunto, es una invitación a conocer mejor manifestaciones de lo humano que suelen ser objeto de rechazo u ocultamiento desde visiones idílicas de la razón, o, por el contrario, de exaltación y fascinación extremas para condenar sin remedio a la razón, acusándola de ahogar los deseos, la imaginación y la libido en sentido amplio.
El primer capítulo, “La experiencia de la pasión”, es central para el entendimiento adecuado de los análisis y argumentos expuestos en los siguientes, dedicados al estudio de pasiones específicas. Además de una nutrida exposición basada en abundantes fuentes dedicadas al tratamiento de las pasiones en la antigüedad, el medioevo, la modernidad y nuestros días, Capriles fija lo que será su premisa central para el resto de su análisis.
Dice el autor: “La tesis que defiendo en este libro es, en síntesis, que (…) las emociones son rituales del alma, maneras en que se expresan las múltiples personalidades parciales del propio sujeto (…) son formas ceremoniales de comunicación con nuestro mundo interior, puntos de encuentro en la compleja dialéctica entre el inconsciente y la consciencia subjetiva” (p. 57). Así, lo que llamamos pasión, emoción o afecto no es otra cosa que un movimiento del alma (perturbationes animae), una acción interna, simbólica, real y provista de imágenes con significados, que nos brinda información sobre la persona que somos y que requerimos ser. El alma o psique es concebida no como identidad monolítica acabada, sino como pluralidad de factores (la conciencia, el yo, el inconsciente, “la sombra”, etc.) en desenvolvimiento constante.
De este modo, el autor de Las fantasías de Juan Bimba se separa de posturas que ven en las pasiones meras expresiones irracionales y negativas del ser humano, fuentes de destrucción, caos y atraso. Pero también de aquellas que les conciben como sentimientos guiados por razones, y por tanto como estados que siempre apuntan a mejorar nuestra existencia. Sin obviar sus aciertos, muestra con solvencia los límites y deficiencias de estas corrientes, así como el carácter de “ingeniería mecánica” de la tan aclamada corriente de la “inteligencia emocional”.
En lugar del repudio científico o de la sublimación filosófica, Capriles opta por una comprensión simbólica de las pasiones desde la psicología profunda. Es decir, por dotarles de sentido a partir de los hallazgos de Jung referidos a la importancia de los arquetipos, al reconocimiento como realidades psíquicas de los aspectos inconscientes del alma individual y del alma colectiva en las sociedades, al estudio de los complejos y al análisis del impacto que los aspectos reprimidos del inconsciente —la sombra— sobre el yo y la conciencia subjetiva.
Antes de avergonzarnos o dejarnos llevar sin reflexionar por el afecto que nos domina, nos invita a hacernos preguntas orientadas a comprender por qué sentimos esto o aquello, qué nos está diciendo de nosotros mismos eso que sentimos, y qué consecuencias puede tener atender o no la pasión que nos posee, cuando experimentamos, por ejemplo, ira, vanidad, miedo, lujuria o codicia.
Desde esas coordenadas aborda, en su segundo capítulo, “Una nota sobre el exotismo y el erotismo”, el análisis de la lujuria, del eros y la libido, proponiendo una visión realista y natural de dichas pasiones, de su vinculación intrínseca, a través de la imaginación, con lo exótico, lo erótico y lo prohibido, y de cómo su exacerbación nos habla de carencias internas de amor o de erotismo, según los contextos de cada vida.
Con esa perspectiva, dando cuenta de la tensión cultural entre Oriente y Occidente en torno a esta temática, así como posturas de autores como Max Weber y Edward Said, el autor comparte interesantes y oportunas reflexiones sobre fenómenos actuales, como el impacto de las nuevas tecnologías sobre el sexo y el erotismo, la politización de la sexualidad, la significación última de los festivales y simbología LGTB, y los desafíos que supone dar cabida en nuestras vidas al amor y al erotismo, sin desmedro de ninguno de ellos.
El tercer capítulo, “Biografía del selfi o por qué nos queremos tanto”, se dedica al análisis de la vanidad, del narcisismo y el desbordamiento de lo autorreferencial, y en él advierte que el deseo de reconocimiento no es un problema en sí mismo, pues también es un afecto propio de toda persona, pero que comienza a serlo cuando deriva de la fama instantánea, el entretenimiento fugaz y la imagen atractiva, que además ocultan el sentir real de las personas que las transmiten.
La casi irresistible tendencia a retratarse con teléfonos inteligentes para anteponer nuestra imagen a cualquier otro contenido, subirla a alguna red social y difundirla entre un número indeterminado de observadores es descrita por Capriles como un hábito que, sobre todo en niños y adolescentes, dificulta el asumir que “estamos constituidos por personalidades múltiples” —hecho que no implica ningún trastorno— y que lo que llamamos “identidad” —personal— no es más que una “ficción”, construida desde “estereotipos y modelos” a nuestro alcance.
El cuarto capítulo, “Codicia y voracidad (Cupidus pecuniae)”, se sumerge en el complejo análisis de la codicia, la ambición, del afán de poseer y de otras pasiones cercanas, como el egoísmo y la usura. Muestra estos movimientos del alma como afectos presentes en todo ser humano, en cualquier tiempo, cultura y sistema, para desde allí plantear una sintética y muy robusta crítica a las tesis materialistas de Marx y los diversos socialismos, en torno a la supuesta relación sustancial entre mercado (capitalismo), codicia, egoísmo, desigualdad y pobreza, así como a las tesis condenatorias de la civilización de Rousseau.
Justo en un tiempo en el que, a causa de la pandemia del COVID-19, se multiplican las voces que claman en muchos países libres por más Estado, más poder para los gobiernos y más control al mercado, supuestamente para enfrentar la usura, el egoísmo, la falta de empatía y la desigualdad, las reflexiones del autor permiten advertir la desorientación de esas voces y lo alejadas que están de comprender, que no es reprimiendo sino educando en la comprensión de las pasiones, que será posible moderar la voracidad y deriva destructiva que de ellas puede surgir.
Por último, el quinto capítulo del libro, “Poder e inferioridad psicopática”, trata la muy espinosa cuestión de la pasión por el mando, de lo indispensable que ella resulta para la acción política, de las enormes dificultades que supone impedir que se desborde en perjuicio de quien la padece, degenerando en obsesión por dominar y controlar, y de quienes admiran embelesados tal degeneración, y la relación de dicha pasión con patologías de la psique, entre ellas la sicopatía y la histeria, a partir del análisis de las “inferioridades psicopáticas” y la figura del “psicópata adaptado”.
Adolf Hitler, el tirano liberiano Charles Taylor y, de manera central, Hugo Chávez, sirven al autor como casos de estudio para mostrar, con sus crudas consecuencias sobre la vida de millones, los efectos de la sombra sobre pasión de mando, no sin advertir que hoy día abundan ejemplos similares, en potencia y en acto, ya que siempre existirá para personas así, el estímulo de usar la política para llenar los vacíos de sus almas mediante la adoración y la destrucción de otros.
Varias reflexiones en este capítulo, que bien puede emplearse como preámbulo al estudio del derecho constitucional, nos dan luces sobre la fragilidad y límites de la democracia, glorificada desde una valoración tan superficial como irresponsable de sus potencialidades y riesgos como sistema de gobierno.
La paradoja hispanoamericana de contar con una abundante y prestigiosa obra literaria contra las tiranías y la persistente fascinación por el caudillo redentor, la relación de aquiescencia y dependencia entre déspotas y masas, la imposibilidad de regímenes autoritarios sin que haya una íntima fascinación por el líder tóxico, las debilidades psíquicas del ideario liberal y la inexistencia de una educación para el ejercicio del poder, son otras de las relevantes temáticas abordadas por al autor.
Estamos, pues, ante un libro único en el mercado de obras dedicadas al estudio de la psique, por su originalidad, rigor argumental, solidez teórica y practicidad, escrita con fluidez y abundante respaldo bibliográfico. Su lectura es una suerte de viaje por los laberintos de la mente y de algunas de las pasiones que, desde el inicio de la especie, habitan en nosotros y en las comunidades en las que nos insertamos.
Recorrerlo nos instruye sin prejuicios sobre las luces y sombras que pueblan nuestro interior, al tiempo que nos alerta respecto de las problemáticas morales, económicas y políticas que podemos individual y colectivamente agravar en lugar de resolver, por una inadecuada comprensión de las pasiones en la vida contemporánea.
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