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Acción Democrática y los orígenes del Estado chavista en Venezuela

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Rómulo Betabncourt | GETTY IMAGES 

Este 13 de septiembre se cumplieron 80 años de la fundación del partido Acción Democrática. Su innegable influencia en la historia y la política venezolana ha sido, y debe seguir siendo, tema de estudio y debate más allá de los mitos construidos por sus fundadores y mantenidos en el tiempo por sus seguidores. En el presente artículo me propongo explicar los rasgos más destacados de la teoría del Estado construida por Rómulo Betancourt, adoptada y ejercitada por Acción Democrática cuando ha sido poder. Además, intentaré demostrar las coincidencias entre el modelo de Estado de Acción Democrática y el actual modelo de Estado chavista, salvando las diferencias donde las hubiere, concluyendo que el chavismo no es otra cosa que la consecuencia directa de una sucesión de eventos y políticas que se estrenaron hace 80 años en Venezuela.

En Venezuela, política y petróleo Rómulo Betancourt hace referencia al primer mensaje radiofónico del gobierno provisional leído desde Miraflores el 30 de octubre de 1945: “Haremos de la defensa de la riqueza-hombre del país el centro de nuestra preocupación. No edificaremos ostentosos rascacielos, pero los hombres, las mujeres y los niños venezolanos comerán más, se vestirán más barato, pagarán menos alquileres, tendrán mejores servicios públicos, contarán con más escuelas y con más comedores escolares”. La idea de un Estado benefactor que ofrece paliativos a las necesidades básicas del pueblo, aunque no atienda la causa del problema, siempre estuvo presente en los discursos de Betancourt y en los documentos fundacionales de las organizaciones precursoras de Acción Democrática: Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI) en 1931; el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE) en 1936; y el Partido Democrático Nacional (PDN) en 1939.

Por supuesto, esta idea de un Estado que siembra el petróleo en forma de dádivas sociales para beneficio del pueblo aparece reafirmada en los documentos fundacionales de la propia Acción Democrática en 1941, sus bases programáticas y tesis en 1958 y los sucesivos programas de gobierno presentados por sus candidatos presidenciales.

Con la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, la propuesta política de Rómulo Betancourt y Acción Democrática presentada como una alianza de clases explotadas se enfrenta a las viejas estructuras del Estado gomecista, aunque ya en proceso de transformación bajo los gobiernos de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, y fundamentalmente contra la visión del Partido Comunista de Venezuela que buscaba una revolución clasista al estilo de la Rusia soviética.

Luego del golpe de Estado contra el gobierno del general Isaías Medina Angarita en octubre de 1945 Acción Democrática tiene la oportunidad de ejercitar su visión de un estado moderno en Venezuela. Desde el punto de vista político el sujeto de la acción política es el pueblo como una masa que participa solo a través de su partido. Por supuesto, había otros partidos para canalizar esa participación, pero este, el partido del pueblo, se las había ingeniado para tomar el poder por un golpe militar y diseñar un modelo de estado que tendría su base jurídico-política en la Constitución de 1947 y posteriormente en la de 1961.

Desde un principio este modelo de Estado reduce la participación de los ciudadanos a los partidos políticos. No hay forma que un ciudadano pueda participar en la política que no sea a través de un partido. Pero además como una consecuencia natural de esto el ciudadano, que en la práctica es un mero elector, tampoco tiene poder porque el poder real está en el partido o en los partidos. Bajo este sistema los electores votan por candidatos o decisiones que ya previamente han sido resueltas por el partido o sus oligarquías.

La expresión política de este tipo de estado es la de un típico estado de partidos en el cual independientemente de que se esté o no en el gobierno los  partidos se reparten el poder del estado en nombre de un pueblo amorfo e indeterminado. Esto permite que principios teóricos como el de la separación e independencia de los poderes públicos quede anulado en la práctica porque los miembros de esos poderes son de un mismo partido o siendo de partidos distintos pueden aliarse para burlar la presunta autonomía.

La versión económica de este particular Estado de partidos diseñado por Acción Democrática es precisamente la de un capitalismo de Estado. Este vendría a ser un híbrido que le permite al Estado intervenir a su antojo en la economía con el pretexto de un indefinido interés social. De esta forma el Estado se atribuye el papel de empresario, sin serlo, y sin estar obligado a rendir cuentas de su corrupta e ineficiente gestión.

Este modelo de Estado de partidos que impuso Acción Democrática por vía constitucional (en 1947 y en 1961) logra un importante apoyo nacional porque promete ser el Estado repartidor de los pescados, no el que enseñaría a sus ciudadanos a pescar. Este modelo de Estado engendró formas perversas de la política que no logró superar hasta su desaparición en 1999.

Clientelismo. El partido, o los partidos, necesitan de operadores y activistas que hagan el trabajo. En el estado de partidos es normal que quien controla el estado se sienta con el poder de enchufar sus agentes en las nóminas de los organismos públicos. Desde que esto es así en Venezuela hacer política se ha convertido en un modus vivendi, en una profesión que permite escalar social y económicamente.

Populismo. Por la vía de reformas y políticas cortoplacistas el estado de partidos usa programas transitorios, llamados programas sociales o misiones, para ofrecer paliativos, no resolver problemas estructurales de fondo. Por ejemplo, una política que promueva la creación de riqueza y la reducción de la pobreza sería contraproducente porque hacen falta masas de pobres y menesterosos para votar por el partido en agradecimiento por la dádiva recibida.

Demagogia. Esto es consustancial al discurso político-electoral en el Estado de partidos. Las promesas políticas son reciclables o desechables. Lo importante es que sean audaces y creíbles. Es irrelevante que sean sostenibles o realizables porque se trata de un producto de consumo inmediato.

Corrupción. La ausencia de controles, de pesos y contrapesos institucionales son un incentivo para el saqueo y la malversación. La selección de empleados públicos por su lealtad al partido y no por mérito profesional es parte de esto.

Este modelo de Estado de partidos fue rebautizado pomposamente como la democracia en la Constitución de 1961. Pero esta “democracia” nunca tuvo voluntad para  resolver los problemas nacionales ni sus propias debilidades como Estado de partidos porque ya tenía un  problema grave de diseño.

El Estado de partidos auspiciado por Acción Democrática y apoyado por la casi totalidad de los demás partidos políticos alcanzó dramáticos niveles de corrupción que llegada la crisis política de 1998 fue incapaz de defenderse a sí mismo. Los venezolanos cansados del populismo y la demagogia le dieron la espalda a esa democracia. Las propias clientelas partidistas acostumbradas a pedir más quedaron fascinadas con las promesas de Hugo Chávez y hasta los empresarios que habían parasitado de los beneficios del Estado de partidos no se sintieron obligados a defender su sistema.

A pesar de que Hugo Chávez se hace del poder con una prédica contra esa democracia de partidos en la práctica, una vez en el poder, Chávez dejó intacto el modelo creado por los adecos de un Estado clientelar, populista, demagógico y corrupto que mantiene la ficción de un pueblo amorfo, necesitado y menesteroso al cual se le otorgan dádivas como modestas soluciones cortoplacistas que no resuelven los problemas de fondo.

La primera fase del Estado chavista marcó una diferencia política fundamental con el modelo anterior. De un Estado de partidos el chavismo giró hacia el Estado de partido único totalizando todas las instituciones, pero eso sí, cabalgando sobre los aportes de la cultura adeca del clientelismo, el populismo  y la demagogia.

No se puede comparar el daño que le hizo Acción Democrática a Venezuela imponiendo su modelo populista y clientelar de Estado de partidos con el daño que actualmente hace el Estado chavista. Con el primero sin duda hubo más estabilidad y menos sufrimiento. Con el segundo millones de venezolanos se han visto obligados a abandonar su país y otros tantos, aun adentro, viven al borde de la supervivencia.

Hubo una época en la que el modelo de Estado creado por Rómulo Betancourt y Acción Democrática logró totalizar a la sociedad venezolana, pero con el tiempo fue incapaz de resolver sus propias contradicciones y sucumbió. Hoy es el Estado chavista el que, montado sobre las mismas bases clientelares, demagógicas y populistas, totaliza y enfrenta similares contradicciones, pero esta vez parecieran ser proporcionales a la destrucción que han causado.

@Humbertotweets

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